💻💻 Capítulo 25 💻💻

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ANNA

La pantalla del portátil ilumina mi rostro mientras espero que Sebas haga su siguiente movimiento en el tablero de ajedrez online. Tengo mi teléfono en altavoz al lado, escuchando su voz mientras juega.

—Vamos, Sebas, no te tardes tanto —le digo, divertida—. Es solo una torre, no te va a morder.

—Ja, ja, muy graciosa —responde Sebas—. No entiendo cómo siempre terminas acorralándome. Nunca podré derrotarte.

Me río mientras veo cómo finalmente mueve su torre. Hago mi siguiente jugada, moviendo mi reina para ponerlo en jaque.

—Es cuestión de práctica, Sebas. Solo necesitas pensar un par de movimientos por adelantado.

—Ah, claro, como si fuera tan fácil. —Se queja él en tono juguetón—. El ajedrez simplemente no es lo mío.

—Vamos, no te rindas tan rápido. Intenta anticipar mis movimientos. Mira, si movieras tu caballo a...

—No, no, no. A ver, Ana, te lo digo en serio. El ajedrez no es para mí. Prefiero cosas más... dinámicas.

No puedo evitar reírme de su honestidad.

—Bueno, no todos pueden ser grandes maestros. Pero te estás mejorando, ¿sabes? Cada partida dura un poco más.

—Gracias por el aliento —responde él con una risa—. Pero creo que tendré que resignarme a ser tu eterno perdedor.

—Nunca digas eso. ¿Quién sabe? Tal vez algún día me sorprendas y me ganes. Todo es posible.

—Sí, claro. Y tal vez algún día también me toque la lotería —responde con sarcasmo, pero su tono es ligero y alegre.

Hacemos unas jugadas más, y como era de esperar, termino ganando la partida. Sebas suelta un suspiro dramático.

—Otra derrota para mi récord. ¿Cuántas veces me has ganado ya?

—No llevo la cuenta —le respondo, riendo—. Pero estoy segura de que vas mejorando.

—Bueno, al menos me divierto. Eso es lo que cuenta, ¿verdad?

—Exactamente —digo, sintiendo una cálida satisfacción—. Lo importante es que pasamos tiempo juntos, aunque sea en una partida de ajedrez virtual.

Antes de proponer otra partida, escucho un movimiento en el pasillo. Es extraño que alguien esté despierto a esta hora; ya es casi medianoche. Le hago "shh" a Sebas para que guarde silencio.

—¿Hay alguien allí? —pregunto, pero no obtengo respuesta.

Me levanto para ver quién es y, mientras camino por el pasillo, escucho un llanto. Mi corazón se arruga al darme cuenta de que el llanto proviene de la habitación de Hugo. Me acerco a la puerta cerrada y, al escuchar más claramente, confirmo que Hugo está llorando.

Estoy a punto de tocar la puerta, pero me detengo en el último segundo. Quizás él quiere estar solo. Tal vez lo mejor sea dejar a Hugo llorar solo. Me lamento internamente, recordando cuánto nos hemos alejado. Antes éramos tan cercanos, y ahora parece que hay un abismo entre nosotros.

Vuelvo a mi habitación con el corazón pesado, lamentando cómo han cambiado las cosas entre Hugo y yo.

—¿Hay algo mal? —pregunta Sebas desde el otro lado de la línea, su voz teñida de preocupación.

Suspiro y me siento de nuevo frente a la computadora, aunque mi mente está en otro lugar.

—Es Hugo —respondo, tratando de mantener mi voz firme—. Lo escuché llorar en su habitación. Quería hablar con él, pero... no sé. Siento que estamos tan desconectados.

Destruyendo a JaviannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora