Capítulo 42

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Bianca.

—¿Entonces? —pregunté como niña chiquita a la que le prometieron un dulce.

—Ya encontramos casa —me dijo alegre mamá.

Durante mucho tiempo no quisieron mudarse del pueblo pera ya los voy a tener cerca. Son cada vez mejores noticias. Se acabó eso de extrañarlos o verlos por videollamadas. Ahora solo tengo que conducir un poco por ese abrazo de mamá y papá.

Mi pecho se ensanchó sin poder evitarlo.

—¿Y cómo es? ¿Dónde está?

—Apartada del centro y pequeña. Tal y como nos gusta. Solo estarás a 20 minutos. En la primera ocasión te llevamos a verla —me acarició el pelo.

Mis hijos empezaron a llorar. Les revisé el pañal y la temperatura.

Cómo tenían hambre les di de lactar.

En esta semana aprendí a amamantarlos a la vez. Agarré a Valery con la derecha y Junior en mi brazo izquierdo. Era algo cómico y raro muy raro, pero resultaba.

Cómo siempre desde que nacieron Valery comió con más fuerza y de manera intranquila moviendo sus piecitos. Junior estaba quitecito a ojos cerrados concentrado en la comida.

Vincent apareció por la puerta. Saludó brevemente a mis padres y se sentó a mí lado. Abrazándome con un beso en la boca y cariñitos a los mellizos.

Media hora después cuando Val soltó el pezón y lloró, su padre la cargó y empezó a sacarle los gases. Cómo no se calmaba, terminó por pasearla por toda la habitación.

Cuando Junior terminó me arreglé la blusa y puse en mi hombro. Dándole suaves palmaditas para que expulsara los gases. Todavía podía sentir los muy pequeños balbuceos de Valery en el momento en el que Vincent se quedó dormido.

—¿Cómo te fue el día amor? —le pregunté a Vincent muy muy bajito para no despertar a Junior.

—Mucho trabajo atrasado con la peor parte. El papeleo —para entonces ya se había rendido de hacer dormir a nuestra hija y solo la arrullaba y jugaba con la manito de ella provocando una mueca desdentada y divertida de Valery.

Los gemelos eran muy parecidos a su padre. En esta semana el pelo les creció un poco y se le oscureció aún más. Tenían los mismos ojos grandes y muy oscuros de Vincent.

—¿Te falta  mucho?

—No. Inventario de los materiales de las obras en proceso —lo escuché hablarme de su día.

En la tarde vino la doctora y nos dio el alta deseándonos cosas bonitas.

Cuando salimos del hospital, dejamos a mis padres en su casa y luego fuimos a la nuestra. Vincent se encargó de todo. De la salida del hospital, los papeles del alta. De que no dejáramos nada olvidado. Ambos trasportadores de los bebés y las sillitas de seguridad.

Vincent parqueó en el garaje de la casa y tomó a ambos bebés después de ayudarme a bajar. Gonzalo que estuvo todo el tiempo de guardia me dio su brazo y me ayudó a caminar. Aún caminaba con dificultad por los puntos de la cesárea.

Un par de pasos en el verde pasto del jardín de la casa y ya teníamos a Cucho y Chacha revoloteando alterados a nuestro alrededor. Saltando y ladrando.

Me dio pena no poder apapacharlos en ese momento.

Entramos y me quedé totalmente impresionada y con la boca abierta.

Al abrir la puerta, el salón estaba decorado con globos y un cartel que decía

"Bienvenidos a casa" y estaban Graciela, Rita, Óscar y Andy parados frente.

Ellos se habían convertido en parte de mi familia sin lugar a dudas.

—Muchas gracias chicos —dije en un hilo de voz y corrieron a abrazarme.

—Suave. No la aprieten —regañó mi pelinegro.

—A ver esa preciosidad —se acercó Graciela a Vincent que cargaba ambos porta bebés.

A pesar de la mala cara de Vincent, Graciela cargó con mucha delicadeza a la niña quien ni se inmutó con el movimiento.

—¿Cómo se llaman? —quiso saber Rita.

—Valery y Vincent Junior —contesté con una sonrisa.

—Que bellezas —dijo soltándome de a poco de su abrazo igual a los demás.

—Mira que lindura amor —le dijo Graciela a su esposo Óscar.

—Si. Muy bonitos —habló suave y tiernamente.

Óscar se acercó a Graciela para ver a Valery. Gonzalo observaba a Junior con una sonrisa.

— Voy a preparar algo de comer —planteó Rita.

—Te lo voy a agradecer mucho —respondí agradecida.

—Bueno, el tío favorito tiene que irse.

—Gonzalo como simpre.

—¿Qué dices si el favorito seré yo? —discutió Andy.

Y así ambos salieron a Dios sabe qué discutiendo por ser el mejor tío.

—Son un caso —expresó Óscar acercándose a ambos Vincent.

—Ni que lo digas —respondió el mayor.

Óscar cargó a Junior. Vincent soltó ambos portas bebés con un supiero. Junior comenzó a llorar y Óscar trataba de calmarlo pero se jefe se le adelantó y le quitó a Junior de los brazos.

Solo me quedo reirme.
Pero así quería pasar el resto de mi vida. Con mis hijos, esposo. Padres cerca. Amigos a mi lado en lo bueno y lo malo. Mis mascotas revoloteando y recibiéndome con tanta energía y amor.

Si así lo quería. Pero había algo que me preocupaba solo no sabía qué.

Amor Agridulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora