Capítulo 46

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Narrador:

Después de haber sido conducido hacia la estación de policía para tomarle declaración y una medida preventiva, Vincent le pidió a Gonzalo que buscara un abogado y por nada de el mundo su familia podía enterarse. No Bianca, no sus hijos.

No quería que cargaran con esa cruz, no quería que sus hijos sintieran ese peso y una enorme decepción. No tenía miedo de ir a la cárcel en sí, su miedo era separase de su familia, que no lo vieran igual. No ser ejemplo para ellos.

Gonzalo, cómo su fiel escudero accedió. Por el tiempo en que realizaban el jucio, no había que estresar a nadie con la noticia y eso hizo. Buscó y se Informó para contarar a la mejor abogada penal. Le costó convencerla y mucho dinero para contratarla, pero al cabo de unos días, ya su amigo tenía quien lo representara legalmente.

La licenciada Ana Larcone.

El día en el que Vincent fue arrestado, tuvo que pasar la noche en la comisaría. Por otro lado, esa noche, Binaca era un mar de angustias y manojode nervios. Su esposo salió por trabajo y aún no regreseba. Su teléfono apagado. Gonzalo tampoco daba señales de vida.

En el fondo de su corazón, la chica de cabellera rubia, sabía que su esposo no era capaz de abandonar su familia, algo tenía que pasarle. Estar de pie para ella era un milagro cuando su corazón era una piedra estancada en el pecho por el miedo y la ansiedad.
Miedo, de no verlo nuevamente, de que le hubiera pasado algo.

Ansiedad, por un futuro sola con sus niños, sola para criar a sus bolitas de carne sin un papá.

Miedo, por no tener a su lado al amor se su vida.

Ansiedad, por no estar a la altura de la situación y desmoronarse. Desmoronarse ella, era ser mala madre para sus hijos totalmente inocente y que la iban a necesitar más que nunca.

No podía explicar la manera en la qué su cabeza daba vueltas. Su corazón no bombeaba sangre, el latir de su corazón era un martillar incesante de recordatorio de la tétrica situación.

Bianca tuvo que llamar a sus padres al darse cuenta de que no podía más. Ellos llegaron en una hora para ayudarla y darles palabras de aliento.

Esas palabras que pretendían subirle el ánimo, quedaban en un zumbido aislado de la realidad. Sentía que se movía en una nebulosa del espacio tiempo, estando físicamente pero sin poder contar con su estado mental.

Así de mala era la situación al no saber de la vida de su marido.

Don Antonio se llevó a su nieta a jugar al jardín a la luz de las estrellas, dándole privacidad a si hija y esposa por mucho que quería saber la situación.

Bianca se sentó y cuando su hijo lloró en un reclamo de leche intentó amamantarlo. Ya tenían un año sus gemelos, Valery se logró despegar del pecho pero Junior no.

Cuando intentaba darle de comer a su niño, le demostró que es verdad eso de que ellos pueden sentir el estado sentimental de mamá.

El bebé solo se movió sin poder succionar, llorando como nunca. Se movió como oruga entre las hojas casi cayendo al suelo con pataletas, la madre logró sujetarlo con fuerza para que no se diera con el suelo. Las lágrimas de Bianca caían como torrencial de agua en medio de un huracán.

Doña Lucía que era espectadora de toda la situación, se levantó con cautela y paciencia. Preparó un biberón de leche para su nieto.

-Yo lo alimento, tesoro -dijo Lucia con voz cuidadosa.

Bianca completamente derrotada dejó que su hijo fuera cargado por la abuela. A Lucía le costó diez minutos calmarlos y quince que tomara la leche del biberón.

Los días pasaron, los bebés D'Angelo Fiore lloraban la ausencia de su padre. Gonzalo finalmente dijo que estaba en un proceso legal pero que no podían visitarlo y se ahorró todos los detalles dejando a Binaca con las mismas dudas e incertidumbre.

Vincent estaba bajo una medida preventiva de privación de libertad, a riesgo de escape por sus propiedades en varios lugares del mundo. Se reunió con su abogada quien le leyó el caso.

Encontraron su reloj y sus huellas en la escena. Enterraron a la víctima en una de sus propiedades.

Lo acusaban de obstrucción a la justicia por contacto de Andrés Vieri D'Angelo.

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