Capítulo 37

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Terminado de la consulta caminamos por los pasillos dirección la salida.

—¿Cómo les fue? —preguntó Gonzalo recostado de su camioneta negra.

—Bien. Serán gemelos — expresé un poco más calmada.

— En hora buena muchachos —nos felicitó de corazón.

—Amor, ¿no vas a darles la noticia a tus padres? —llevé mi vista a D'Angelo.

—Si. Ahora les mando un mensaje.

—¿Por qué no los llamas?

—Se pondrán a discutir sobre a quién llamé primero —hizo una mueca—.  Les mando un mensaje en conjunto. Le aviso al mismo tiempo, no pelean y todos felices.

—¿Vamos a casa?

—No. Quiera sugerirte pasar por una tienda y encargar las cosas dobles que tenemos y las que nos faltan —el fantasma de una sonrisa pasó por su boca.

—Me gustas como piensa. Pensé lo mismo. Podemos poner las cosas en un mismo cuarto. Sus cunas y eso. A medida que crezcan cada uno con su cuarto ¿Que te parece?

—Me encanta la idea —me besó brevemente. Cada uno nos acomodamos en nuestros respectivos asientos del auto.

Nos estacionamos en una tienda del centro para bebé.Entramos tomados de la mano y con una sonrisa de oreja a oreja.

Me volví un poco loca con las compras. Es que cada trajecito era tan tierno. Antes de que pudiera irme por las ramas, mi esposo me llevó a la sección de las cosas que necesitábamos para nuestro segundo bebé. La sorpresa más linda que me dieron.

La felicidad no opaca el miedo y la inseguridad, pero desde mi vientre, se que van a ser lo mejor que tengo y lo más querido de mi mundo.

Quince bolsas después, regresamos a casa pero a seguir trabajando.

En la Villa todos nos ayudaban a armar los mueblecitos y acomodar la ropita.

Rita lavaba los nuevos biberones y ropita. Graciela acomodaba.

—Así no es —refunfuñó Vincent por número 500 a Gonzalo y Andy.

—Acabo de leer las malditas instrucciones así van.

—¿Donde te pongo el cambiador? —cuestionó Andy ajeno a la discusión de los otros dos.

—De este lado —señalé la izquierda mientras probaba el monitor de bebés.

—Aquí está lo que falta —entró Óscar cargando algunos bultos. Entre ellos una pequeña bañerita de plástico.

Nuestro día terminó con todos agotados pero una habitación lista para los gemelos.

—Tengo sueño —bostecé cuando quedamos mi esposo y yo solos en la habitación.

—De eso nada primero a comer.

—Venga vale pero quiero bizcocho de almendra y limón.

—Primero tienes que comer aunque sea tres cucharadas de tallarines a la boloñesa luego vendrá el postre.

Bajamos a la cocina y mi esposo sirvió un plato de la pasta.

—¿No vas a comer? —pregunté

—Si. Pero después de darle de comer a la bebé —comentó divertido a lo que yo solo rodé los ojos.

Cinco minutos intentando comer pero no había manera.

—Dame el tenedor —resopló mi esposo.

—Abre la boquita —le si la peor mirada que tuviera y abrí la boca. Llevó los tallarines enrollados en el tenedor a mí boca.

Si bien no tenía hambre hice un esfuerzo por mis bebés.

— Eso es amor —dije cuando tragué con un poco de dificultad—. Otra más.

Así pude terminar mi plato para luego desgutar mi postre que fue un descanso a mi paladar y estómago.

Los bebés y yo lo agradecimos mucho. Tenía la combinación perfecta un contraste del sabor del sabor de la almendra con lo no tan ácido de un limón. Era como algodón de azúcar que se deshacía en mis papilas gustatuvas. Podría gemir por la tarta.

Vincent se sirvió su plato y se sentó a mí lado para comer.

—Estaba pensando en los nombres —hablé cuando terminé de degustar mi postre.

—Anjá. Te escucho —me respondió terminando de tragar.

—Como ambos teníamos razón y ni sabíamos. Tenemos que ponernos de acuerdo. Estaba pensando. Quiero nombre parecidos o que empiecen por la misma letra.

—¿Que letra?

—V —dije tímida.

—Me encanta. Gracias por el honor, pero también puede ser por B.

—No —desestimé con la cabeza —. Estaba pensando en Valentina.

—No sé. Está bonito pero quiero un nombre especial que casi nadie tenga.

—¿Qué te parece este? —pregunté escribiendo un nombre en mi celular.
—Me encanta.

—Pues está decidido el de la niña —me sonrió —. Ahora solo falta el del niño.

— Me alegra muchísimo que te guste mi amor. Hay que seguir buscando el segundo nombre

Estaba muy complacida con mi vida. Todo parecía ir perfecto. Mejor no pueden ir las cosas.

Amor Agridulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora