Capítulo 30 ( parte uno)

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Vincent.

La ceremonia se llevaba a cabo en el jardín de nuestra mansión. Estaba lleno de Mesas con manteles blancos y adornos dorados, serpentinas y banderitas flotaban en el aire. Al final un altar debajo de un arco de globos y girasoles. Camareros e invitados iban de un lugar a otro.

Rita inspeccionaba el buffet que rodeaba el espacio. Andy y Óscar deberían estar como invitados pero decidieron ser parte del personal de seguridad según ellos y Gonzalo no confiaban en nadie más para asegurar un evento tan importante.

Faltando 20 minutos para la ceremonia me posicioné en mi lugar y alisé mi smoking negro de camisa blanca. Papá y Gonzalo estaban a mi lado como padrinos mientras las madrinas eran Graciela, madre Y Lucía.

— ¿Nervioso? — preguntó papá — cuando me vio caminando de un lugar a otro en el mismo tramo.

— Algo — le intenté dar menos importancia para no desmayarme ahí mismo.

— Es normal. Si te importa, te dará nervios.

— Me importa muchísimo.

— Eso es obvio — metió la cuchareta Gonzalo que apartó la vista de su celular donde chateaba.

— ¿ Me hacen un favor como padrinos ? — inquirí serio y con misterio.

Se lanzaron unas miradas de quien no comprendió para responder al mismo tiempo —. Claro ¿ Cuál?

— Callarse por lo que queda de ceremonia.

— No me mandes a callar que soy tu padre.

Segundos después llegó Dann el tercer padrino. Iba a ser Andrés pero no puso asistir, en su lugar nos regaló la luna de miel con todo pago. Prefería su asistencia pero bueno, su situación es un caso especial.

No tardó mucho para Dann y papá comenzaran a discutir.  Ya mi paciencia había llegado a su límite y me estrés alcanzó niveles estratosféricos en el instante que llegaron Graciela, Lucía y mi madre con una sonrisa en la cara.

— ¿ Te estresaron mucho verdad? — mamá llegó a mi abrazándome y hablando en tono meloso.

— Muchísimo — correspondí.

— Deberías darle pena — le habló a los tres hombres a mi lado.

— Pero.. — papá se justificaba pero la marcha nupcial lo interrumpió.

Todos los invitados se pusieron de pie dando paso a Bianca del brazo de su padre.

Un vestido que la hacía ver una princesa, su maquillaje sutil, un rubor en sus mejillas que conociéndola, era más efecto natural que cosmético. Su padre mantenía una expresión seria, ambos caminaron a paso firme.

Me fue imposible que las emociones en mi interior no se mostraran a flor de piel. Me casaba con la mujer que amaba y quería a mí lado el resto de mi vida. Una lágrima traicionera bajó por mi mejilla que quité rápidamente.
Cada paso de Binaca al altar era la fuerza con la aumentaba mi ritmo cardiaco y mis manos temblabas por lo que las coloqué en mi bolsillo.

— Te entrego a lo más preciado que tengo. Hoy pasas a formar parte de nuestra familia, como tal espero que cuides y sepas valorar a nuestra joya más preciada. Le deseo la mejor de las suertes y el más bendecido matrimonio — expresó mi suegro llegando a mí.

Sabiendo lo importante que era la opinión y las palabras de su padre para Bianca la felicidad brotó en mi interior.

— No tiene que decirlo señor, le agradezco inmensamente. La cuidaré con mi vida sin importar el costo — respondí en forma de promesa.

Don Antonio le dio un beso en la frente a su hija y se fue a sentar.

— Hola — dijo muy bajito Bianca cuando nos dimos las manos.

— Hola — le contesté achicando mis ojos y guiñándole un ojo.

— Queridos amigos, estamos aquí reunidos para celebrar la unión de estos jóvenes enamorados — inició el funcionario.

— Bianca Fiore Altis, aceptas contraer matrimonio por libre voluntad y en pleno usos de tus capacidades con Vincent D'Angelo Haris

— Acepto — contestó con una sonrisa y sin titubeos, le di un apretón de manos cariñosamente.

— Vincent D'Angelo Haris, aceptas contraer matrimonio por libre voluntad y en pleno usos de tus capacidades con Bianca Fiore Altis.

— Acepto — hablé a viva voz en segundos juegos de la pregunta, en respuesta sentí una leve caricia en mi mano.

A continuación firmamos el certificado y llamaron a los testigos. Rita y Gonzalo fueron los encargados.

— Pueden pasar a la entrega de anillos — comunico el funcionario.

Gonzalo avisó a Andy que desde su puesto en la entrada soltó la correa de mis mascotas. Obedientemente caminaron por el pasillo de flores hasta nosotros. Mis grandulones llevaban pajarita y cada uno una cajita con las alianzas colgando.

— Sit — les di una orden que acataron instantáneamente sacando la lengua.
Tomé la banda de oro con las iniciales B y V del cuello de Chacha.

— Toma este anillo como símbolo de fidelidad y lealtad por mi parte — comencé con mis votos matrimoniales.

— Prometo respetarte y amarte, en la salud y en la enfermedad. En la riqueza y la pobreza — continúe —. Ser tu paño de lágrimas en las tristeza y estar alegre con tus triunfos. Que por muy mal que tenga el día siempre voy a volver a ti por ser mi lugar seguro.

Me sorprendió la felicidad con la que pude expresar mis sentimientos hacia mi esposa.

— Admirarte cada día, ayudarte a crecer y volar. Ser el más orgulloso de tus logros —hice una pausa mirándola a los ojos —. Amarte más que a cualquier dificultad que se nos pueda presentar en nuestro camino, amar más tus defectos que tus virtudes porque te hacen ser tú. Porque así te amo. — finalicé y coloqué el anillo que se sentía frío en su tacto tan caluroso, amable y genuino.

Atraje si mano y le di un pequeño beso en su dorso.Binca artículo un te amo que me llevó al cielo. Luego tomo el anillo que traía Cucho para pronunciar las siguientes palabras.

— Toma este anillo como símbolo de mi amor por ti, de fidelidad, lealtad y respeto — tomó mi mano —. Prometo apoyarte en cada decisión y paso que des. Ser fuente de felicidad para ti y logar sonrisas en tus rostros cuando más serio lo vea.

Una pequeña pausa mientras que con su mano libre limpiaba una lagrimita disimuladamente.

— Por mucho que hable, hasta por los codos, prometo escucharte y comprenderte. Construir un futuro y una familia a tu lado. Amándote cada día un poco más — terminó de hablar y colocarme la alianza con una expresión de ternura en su rostro.

— Muy bien. Si nadie tiene nada que decir y sin más que añadir, los declaro, marido y mujer. Puede besar a la novia — expresó el hombre castaño frente a nosotros llevando ambas manos al cielo.

No esperé mucho y reclamé la boca de mi esposa en un beso feroz pero controlado a la misma vez. Sentí las flores del ramo de la novia picar en mi rostro cuando la rubia cruzó sus muñecas en mi nuca.

Nos esperamos pero pegamos nuestras frente, la abracé por cintura posesivamente aún con los ojos cerrados.

— Felicidades por su matrimonio señor D' Angelo — expresó divertida abriendo ella los ojos.

,— Gracias mi señora. Muy contento de poder amanecer contigo cada día, por el resto de mi vida.

— Una oferta muy tentadora — con la mano en la que no tenía las flores me acarició la mejilla.

Su roce provocó que yo también abriera los ojos.

— Estás magníficamente hermosa señorita. Cuando entro me dejó sin palabras para describirla ni aliento.

— Gracias por el cumplido, pero mire — alzó su mano derecha con el anillo —.  Señora.

— Me encanta que seas la Señora D' Angelo.

Vivan los novios

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