Capitulo 32 (parte uno)

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Bianca

Nuestra ultima visita fue al CA D'ORO
El palacio más famoso del Gran Canal y el ejemplo más impresionante del gótico veneciano.

Junto con el contiguo palacio Giusti, es sede de la Galleria G. Franchetti, que guarda valiosas obras de Carpaccio, Sansovino, Tiziano, Jean Van Eyck y Van Dyck, así como el San Sebastián de Andrea Mantegna. El patio interior está completamente revestido de ladrillo rojo, en el que destacan dos elementos de piedra de Istria.

Los cinco últimos días decidimos quedarnos en el hotel. Comiendo muchísimo en un evento de gastronomía, pasando tiempo juntos en la habitación, hablando de todo y nada.

El día antes de regresar, llamé al restaurante para asegurarme de que todo marchaba bien y en efecto lo dejé en muy buenas manos.

Me enteré de que en el teatro del hotel tendría lugar una función de ballet, por lo que en estos momentos arrastraba casi de manera literal a Vincent.

— No quiero.

— No seas así. No venimos aquí para estar encerrados todo el día.

—¿ Quién dice que no? — contraatacó.

— Yo — respondí perdiendo la forma ante su negativa.

— Tú solo quieres ver a hombres en maya.

— No seas ridículo, Vincent D'Angelo Haris.

Me hizo caso y comenzó a caminar hacia la sala de espectáculos solito. Ajusté la correa de mi bolso de rosado, del mismo color que el conjunto de falda y blusa corta que usaba.

Miré a Vincent a unos pasos delante en pantalón de vestir azul oscuro y su camisa blanca. Puse mis ojos en blanco, apreté el paso llegando a él y le di la mano. Me miró de reojo y continúo el paso.

—¡ Sofiaaa! — gritó una mujer caminando hacia nosotros desesperada.

Una pequeña figurita muy risueña tropezó conmigo. Era una ternura de pelo castaño muy claro y ojos verdes, piel bronceada.

— Lo siento mucho — expresó la chica que gritaba cuando llegó a mi agarrando a la niña.

— No fue nada — respondí. Era parecida a la niña mismos ojos, mismo pelo.

Bueno, la niña era su copia.
—¿ Que te he dicho de comportarte aceitunita?

Reí ante el mote de la niña.

— Lo siento mamá — aunque no se veía muy arrepentida.

— Nos tenemos que ir ahora— habló sería y la niña comenzó a removerse de su madre que la tenía cargada.

—¿ Pero no ibas a actuar ? — dijo desilusionada

— Sabes que no permiten niños en los camerinos. No tengo con quien dejarte y ya te vieron.

— Fue mi culpa lo siento, mami — estaba al borde del llanto la acetunita.

— Vámonos — habló Vincent a mi lado bajito.

— Espera — contesté.

— Me llamó Binaca — saludé —. El es mi esposo Vincent — el aludido no hizo gesto alguno.

— Sabrina y mi hijita, Sofía.

— Es una monada de bonita tu niña — comenté

— Gracias hermosa — entonces reparé en su atuendo. Un short de tela fina encima de una maya rosado pálido casi blanco. Una chaqueta que cubría un leotal.

— ¿ Estás en la función verdad?

— Estaba — habló triste.

— Si el problema es que no tienes quien te la cuide durante la función podemos ayudarte — le sonreí.

— Gracias por su oferta. Espero no se ofenda pero no puedo dejar a mi niña con una pareja de desconocidos.

— Ella tiene razón, nos íbamos ya. — hablo por primera vez mi esposo con Sabrina.

— Umm, entiendo completamente, sería algo de locos. Podemos dejarte nuestros carnets y celulares. Nos colocaremos en los primeros asientos y así la puedes ver mientras actúas.

— No lo sé.

— Es buen idea mamá. Dijiste que había personas que te podrían dar un trabajo mejor en el público — habló la pequeña de unos 7 años más o menos bajándose de los brazos de su madre —. Además el me cae bien — corrió hacia Vincent que la miró como si de un extraterrestre se tratara —. Hola señor — agitó su manita.

Vincent cruzó nuestros brazos y nos miró mal a las tres. Si, a mí también.

La chica seguía dudosa y eso hablaba de la gran madre que era. Quería ayudarla, si no tenía quien cuidara a Sofía quería decir que el padre de la nena no estaba presente. Era ella sola y se merecía que un cazatalentos la  viera hoy.

Decida saqué mi carnet y celular de mi bolso y se lo entregué —. Si pasa algo ya tienes como ubicarnos —. Le dije amable.

— ¿ Y si son falsos?

— Venga mamá — salió en defensa la niña —. Hay un balcón privado arriba donde me puedes ver mientras actúas siempre me pones ahí cuando vengo con la tía.

— Vamos amor dale tu carnet a la muchacha y tu celular —le dije a mi esposo que no había cambiado su cara.

— No. Y si lo roba. Además no soy niñero — contestó de malas.

— Eres muy gracioso — Sofía se tapó su boquita con una risita.

—Iris mi gricici — se burló Vincent.

— Una niña vale más que un simple carnet o teléfono. Dale el puñetero carnet. — hablé fuerte.

A mí amorcito no le quedó de otras que aceptar. Sabrina aún no decía nada cuando un hombre apareció llamándola.

— Vienes a la función o no.  Rivetta está en el público y hay que empezar ya — Le habló a la madre un señor canoso pero atlético.

—  Puedes buscarnos en internet D' Angelo, mi esposo, dirige una constructora y mi restaurante se llama Don Antonio — le dije a la chica

La mamá de la acetunita lo pensó para luego aceptar —. Eres muy amable.  Gracias. Cuídmela es mi vida.

—No te preocupes le sonreí.

Nota de autora

Bella aceitunita 💚

PD: Se que tendrán opiniones diferentes sobre Sabrina y más si son madres pero tengamos en cuenta que es una historia de ficción y a veces las cosas pasan en favor de la trama.

Por favor disfruten mucho y ojalá les guste

Amor Agridulce Donde viven las historias. Descúbrelo ahora