𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 49

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Capítulo: El Peso de la Traición

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Capítulo: El Peso de la Traición

En el reino de Poniente, en el castillo de Desembarco del Rey, la luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas de terciopelo que adornaban los aposentos de Aegon y Aelycent. El ambiente era cálido y acogedor, un refugio donde las risas de sus tres pequeños hijos resonaban como melodías en el aire. Aegon, el Rey, y Aelycent, su amada reina, se encontraban en un momento de intimidad familiar, disfrutando de la inocencia de su prole.

Los niños, de edades variadas, jugaban en el suelo, construyendo torres con bloques de madera. El mayor, Jaehaerys el Joven, dirigía a sus hermanos menores, mientras Aelycent se sentaba en el borde de la cama, observando con una sonrisa de orgullo en su rostro. Aegon, de pie junto a ella, le dio la mano y ambos se perdieron en la contemplación de su familia.

"¿No son hermosos?", murmuró Aelycent, su voz impregnada de amor maternal.

"Lo son", respondió Aegon, con la mirada fija en ellos. "Son nuestra esperanza, nuestra razón de luchar".

El sonido de un golpe en la puerta interrumpió la serenidad. Una sirvienta entró apresuradamente, su rostro pálido y ansioso. "Su Majestad, lo necesitan en el salón del trono", dijo, con voz temblorosa.

La calma se rompió instantáneamente. Aegon y Aelycent intercambiaron miradas preocupadas, el temor comenzando a afianzarse en sus corazones. "¿Qué sucede?", preguntó Aelycent, la ansiedad filtrándose en su voz.

"No lo sé, mi reina, pero es urgente", respondió la sirvienta, inclinándose respetuosamente.

Aegon se enderezó, la responsabilidad del reino pesando sobre sus hombros. "Vamos, Aelycent. Debemos averiguar qué ocurre", dijo, extendiendo su mano hacia ella. Juntos, se dirigieron hacia el salón del trono, sus corazones latiendo con fuerza mientras la incertidumbre se acumulaba a su alrededor.

Al llegar, la escena que se desarrollaba ante ellos era desgarradora. Alicent, la madre de Aegon, estaba de pie en el centro del salón, rodeada por una atmósfera cargada de tensión. Larys Strong, el Maestro de susurros, estaba a su lado, su expresión era una mezcla de satisfacción y malicia.

"Madre", saludó Aegon, su voz tensa. "¿Qué está sucediendo?"

Alicent levantó la vista, sus ojos llenos de una determinación fría que Aegon nunca había visto antes. "Aegon, he tenido una conversación con Rhaenyra en Rocadragón", comenzó, su tono firme. "Le he dicho que si es necesario, debe tomar tu cabeza para alcanzar la paz".

El aire se congeló alrededor de ellos. Aelycent sintió que el mundo se desvanecía por un instante. "¿Qué has hecho?", preguntó, su voz un susurro ahogado. La traición era una daga afilada, y su corazón sangraba al darse cuenta de lo que significaba.

Larys sonrió, un brillo cruel en sus ojos. "No es solo eso, su Majestad. La viuda Alicent ha tejido una red de engaños y mentiras.

Desde que eran niños, ha despreciado a Aegon y a Aelycent, y ahora ha decidido que el sacrificio de su propio hijo es un precio aceptable por la paz, esta traición y dolor eran distintos.

Las palabras de Larys cayeron como un rayo, atravesando la calma que habían disfrutado momentos antes. Aegon sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. La traición de su madre era un golpe devastador, una herida que iba más allá de cualquier batalla librada.

"Madre, ¿por qué?", preguntó Aegon, su voz temblando. "¿Por qué harías algo así?"

"Porque es lo mejor para el reino", respondió Alicent, sin titubear. "Siempre he buscado lo que es mejor para nuestros familia, incluso si eso significa tomar decisiones difíciles".

Aelycent no podía contener las lágrimas. "¿Dificultades? ¡Esto no es una dificultad, es una traición vil!", exclamó, su voz llena de desesperación. "Eres su madre, ¿cómo puedes actuar así?"

"Porque a veces el amor por un reino supera el amor por un hijo", dijo Alicent, su voz inquebrantable. "Rhaenyra es una amenaza, y su vida debe ser sacrificada si es necesario".

El silencio se hizo pesado. Aegon se sentía atrapado entre la lealtad hacia su madre y el amor por su familia. "No podemos permitir que esto suceda", declaró.

Larys se rió, una risa fría y cruel. "Entonces, ¿qué propones? ¿Dejar que Rhaenyra gobierne sobre ti? La paz solo puede lograrse eliminando la amenaza".

"Eso es lo que debemos hacer", insistió Larys. "O bien, podemos enviar a la reina Alicent a los calabozos. Ella ha traicionado a su propio hijo, a su propia familia. Es un acto de alta traición".

Alicent se echó hacia adelante, su rostro contorsionado por la rabia. "¡No me hagas esto, Aegon! ¡He hecho lo que he creído correcto!".

"¿Correcto?", Aelycent soltó un grito lleno de dolor. "¿Y qué hay de nosotros? ¿Qué hay de nuestros hijos? Ellos son el futuro, y tú estás dispuesta a sacrificar a uno de ellos por tu ambición desmedida".

"Es un sacrificio por el bien mayor", insistió Alicent, con una obstinación que le rompía el corazón a Aelycent. "Siempre he luchado por ti, por el futuro del reino. Pero tú no puedes verlo".

"Siempre has despreciado a Aegon y a mí", dijo Aelycent, su voz firme a pesar de las lágrimas. "Siempre nos has visto como una carga. Pero nunca imaginé que tu ambición te llevaría a hacer esto".

Las palabras fueron un golpe que resonó en el salón. Alicent se quedó sin palabras, pero en su silencio se podía ver una sombra de remordimiento. Sin embargo, la ambición la había cegado, y la idea de sacrificar a su hijo por el poder era una línea que había cruzado.

Aegon sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. "No puedo dejar que esto suceda", repitió, su voz temblando con determinación. "No permitiré que Rhaenyra muera a manos de madre, ella morira en mis manos y esto acabará ya.

Alicent lo miró con una mezcla de dolor y desafío. "Entonces, ¿qué harás? ¿Te rebelarás contra tu propia madre? ¿Contra el reino?".

El peso de la decisión lo aplastó. ¿Era capaz de traicionar a su madre, quien lo había dañado y traicionado incontables veces? Pero la traición más profunda había venido de ella, y siempre lo vio venir.

"No puedo permitir que tus decisiones pongan en peligro a mi familia", declaró Aegon, sintiendo que el fuego de la rabia crecía en su interior. "Te exijo que te retires, madre. Te enviaré a los calabozos. Tu traición no quedará impune".

Alicent lo miró con furia. "Te has convertido en lo que siempre temí. Eres un rey débil, Aegon. El reino no puede permitirse debilidades".

"Soy un rey que protege a su familia", replicó Aegon, con la voz enérgica. "Si eso significa detenerte, entonces así será".

Las palabras resonaron en el salón, una declaración de guerra contra la traición que había permeado su hogar. Aelycent sintió que las lágrimas brotaban de sus ojos, una mezcla de dolor y alivio. La decisión estaba tomada, y aunque sabía que había cruzado una línea, la protección de su familia era lo único que importaba.

Larys observaba la escena, una sonrisa oscura en su rostro. "Esto se está poniendo interesante", murmuró, disfrutando del drama que se desarrollaba ante él.

Alicent se volvió hacia él, su rostro lleno de desprecio. "No te atrevas a involucrarte, Larys. Esto es entre mi hijo y yo".

"Pero su traición no puede ser ignorada", respondió Larys. "Un rey debe ser firme, y tú, Alicent, has fallado".

Alicent se volvió hacia Aegon, la ira brillando en sus ojos. "No te atrevas a hacer esto, Aegon. No sabes lo que estás haciendo".

"Lo sé perfectamente", replicó Aegon, sintiendo el dolor de su decisión. "No puedo seguir tu camino de traición. La paz no se construye sobre las espaldas de los que amas".

La tensión era palpable. Aelycent sentía que su corazón latía con fuerza...

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃    ~|𝐀𝐞𝐠𝐨𝐧 𝐈𝐈 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 & 𝐇𝐎𝐓𝐃|~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora