22. Anthony

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Hace doce años.

— Vete a la mierda Antonio — Grita Miranda lanzandome el anillo a la cara, mirandome con furia.

— Creí que esto era lo que querías — Me quejo, confundido.

Miranda me mira con cinismo, su cabello teñido estaba suelto, las raices castañas llegaban hasta la mitad de su cabello, se lo había dejado crecer desde que comenzamos a salir hace un año. Su vestido estaba manchado por el vino que se había volcado sobre ella.

El picnic que habia armado para ambos con todo el salario de mi semana estaba destrozado, las pequeñas tartas que le habia pedido a mamá estaban volcadas en la tierra mientras que la chica que consideré querer  me mira furiosa.

— ¿Querer un anillo barato? ¡Ni siquiera es un anillo de compromiso! Es un estupido anillo de promesa — Se queja — ¿De verdad eso es lo que valgo para ti?

— Sabes que no es así — Me quejo, incorporandome — Llevo meses ahorrando para esto...lo sabes.

Ella bufa

— ¿Y crees que eso es lo que merezco? — Pregunta con cinismo, negando — Dios,  Katherine tiene razón, no vale la pena arruinar mi vida por un pobretón como tu.

Aprieto la mandibibula,  incorporandome

— ¿Es eso lo que piensas realmente? ¿Después de todo lo que hice para mantenerte contenta? — Pregunto cabreado — Me dijiste que querías esto, que querías ser...

— ¡Mentí! ¿Está bien? — Se queja — Te mentí porque creí que así Bruce se fijaría en mi ¡No porque quiero casarme contigo!

— ¿Es una broma? ¿Bruce? — Pregunto,  dolido.

Bruce era mi mejor amigo. Miranda se cruza de brazos y me mira de arriba a abajo

— Sí, Antonio,  Bruce — Dice con una sonrisa de superioridad — ¿Quien crees que me compró todos esos accesorios? Definitivamente tu nunca podrías

— Miranda, te di casi todo lo que tenía — Me quejo, molesto — ¿Tienes idea de lo que me costó el puto anillo?

— Definitivamente  no lo suficientemente — Asegura, pasando una mano sobre su cabello — ¿Sabes qué? Fue mi culpa por realmente esperar que lo entendieras, Dios, ¿matrimonio, Antonio?

— Amir tiene razón, no eres más que una z...— Maldigo, porque incluso ahora soy incapaz de llamarla eso, la habia defendido tantas veces...incluso había discutido con mis padres  cuando me habían cuestionado por los rumores

— ¡Oh por favor, no seas imbécil! Se un hombre y dilo — Se queja con cinismo — Sé como me llama tu familia,  siempre creyendose los dignos

— ¿Terminaste? — Pregunto, resignado.

Sabía que un anillo de promesa sería demasiado, pero habia sido estupido y había creído que ella aceptaría, que me querría lo suficiente para esperar a que volviera de la guerra. Lo suficiente como para ser mi esposa y aceptar la seguridad que podría proveernos un matrimonio ahora que estoy en la milicia.

Podria acceder a una casa en una de las bases, llevar a mis padres conmigo y darles algo mejor.

No amo a Miranda, pero la quiero, lo suficiente como para comprometerme. Lo suficiente como para pedirle que me esperara.

Pero al parecer ella no pensaba lo mismo, y al parecer estaba demasiado centrada en lo que no puedo ofrecerle.

— ¿Realmente crees que una chica se interesaría en ti por tu bondadoso corazón? — Pregunta ella mientras me observa recoger el anillo que tanto esfuerzo me había costado. Era una simple banda plateada con circones, pero era una promesa sincera. Tal vez pueda venderlo y dejarle algo de dinero a mis padres antes de irme — La unica razón por la que estoy contigo es porque eres guapo, y medianamente decente en la cama — Añade. Cuando no respondo, se cruza de brazos,  buscando una reacción de mi parte — ¿Y bien? ¿No vas a decir nada más?¿No vas a rogarme que diga que sí?

Maldita Princesa - Una historia de Maldita PelorrojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora