41

513 52 0
                                    

SOFÍA ABU DABI

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SOFÍA
ABU DABI

La emoción seguía a flor de piel. Después de tanto esfuerzo y sacrificio, Lando finalmente había llegado a la cima, y verlo tan feliz me llenaba el alma. Nos quedamos un rato más en el paddock, disfrutando de las felicitaciones, los abrazos y la euforia del momento. Cada miembro del equipo se acercaba a Lando para agradecerle, para decirle lo orgullosos que estaban de él. Y yo, a su lado, no podía dejar de sonreír.

Cuando la mayoría se empezó a dispersar, fue el momento de irnos a la fiesta post-carrera. La habían organizado en un salón increíble, decorado con los colores de McLaren, lleno de luces y música. Era la manera perfecta de cerrar la noche.

Entramos juntos, de la mano. Lando no paraba de recibir abrazos y felicitaciones de todos los invitados, y aunque me encantaba verlo así, noté que empezaba a cansarse un poco de tanta atención.

La música seguía retumbando, y la energía de la fiesta era contagiosa. Todos bailaban, reían y brindaban por el gran triunfo de Lando. Yo, desde la barra, no podía dejar de mirarlo. Su sonrisa era radiante, y sus ojos brillaban con esa mezcla de orgullo y emoción que solo alguien que acaba de cumplir un sueño podía tener. Llevaba una camisa blanca, con algunos botones desabrochados que dejaban ver apenas un poco de su piel bronceada. Estaba increíble, y aunque estaba rodeado de personas, para mí, era como si no existiera nadie más.

Lando se dio cuenta de que lo estaba mirando y alzó una ceja, esa expresión juguetona que usaba para provocarme. Sonreí, tratando de no derretirme ahí mismo, pero él ya sabía lo que provocaba en mí. Dejó la conversación que tenía con un par de compañeros del equipo y caminó directamente hacia mí, con las manos en los bolsillos y esa confianza que lo hacía irresistible.

—¿Disfrutando de la vista?—me dijo, inclinándose un poco para que pudiera escucharlo por encima de la música.

—Tal vez—respondí, fingiendo desinterés mientras le daba un sorbo a mi copa.

—Sabés que me podés mirar todo lo que quieras, ¿no?—agregó, con esa sonrisa que mezclaba picardía y ternura al mismo tiempo.

—Me lo voy a pensar—le contesté, aunque ya me tenía completamente cautivada.

Sin decir nada más, extendió su mano hacia mí.

—Vení, vamos a un lugar más tranquilo—dijo, y sin esperar mi respuesta, entrelazó sus dedos con los míos y me guió hacia una zona más privada del lugar.

Dejamos atrás el ruido ensordecedor de la pista de baile y nos dirigimos a una terraza iluminada con luces cálidas que colgaban de lado a lado. El aire fresco era un alivio después del calor de la fiesta, y la vista de la ciudad desde allí arriba era impresionante.

Lando se apoyó en la baranda, todavía sosteniendo mi mano, y me miró con una expresión más seria, pero igual de encantadora.

—¿Sabés lo feliz que me hace que estés acá conmigo hoy?—dijo, rompiendo el silencio.

—No podría estar en ningún otro lugar—respondí sinceramente, mirándolo a los ojos.

—Este momento no sería lo mismo sin vos, Sofía. Todo esto, el campeonato, la celebración... vos hacés que todo tenga más sentido—confesó, y sentí un nudo en la garganta.

Sonreí, tratando de mantener la compostura, pero mis emociones estaban a flor de piel. Lando tenía esa capacidad de decir lo justo en el momento perfecto, de hacerme sentir como la persona más importante del mundo.

—Vos sos increíble, ¿sabías?—le dije, acercándome un poco más.

—Lo sé—bromeó, riéndose.

Le di un pequeño golpe en el brazo, pero él aprovechó para tirar suavemente de mi mano y acercarme a él. Rodeó mi cintura con sus brazos, y yo apoyé mis manos en su pecho, sintiendo su respiración tranquila bajo mis dedos.

—Esto es todo lo que necesito—susurró, mirando mis labios antes de besarme suavemente.

El beso era lento, cargado de emoción, como si el mundo se detuviera por un momento solo para nosotros. Sentí su mano acariciar mi espalda, y todo mi cuerpo se relajó al contacto.

Nos separamos apenas un poco, pero sus labios todavía rozaban los míos cuando habló:

—Te amo, Sofía.

Mi corazón dio un vuelco. Aunque lo sabía, escucharlo decirlo en un momento tan perfecto hacía que todo fuera aún más especial.

—Yo también te amo,Lan—respondí, sonriendo contra sus labios antes de besarlo nuevamente.

Nos quedamos un rato ahí, disfrutando de la tranquilidad de la terraza, lejos del bullicio de la fiesta pero aún sintiendo la euforia de la celebración. Lando no soltaba mi mano ni por un segundo, y yo no podía dejar de pensar en lo afortunada que era de compartir este momento con él.

—¿Volvemos?—me preguntó finalmente, aunque su tono decía que no tenía ninguna prisa.

—Dame cinco minutos más. No quiero compartirte con nadie todavía—respondí, apoyando mi cabeza en su pecho mientras él me abrazaba con fuerza.

Y en ese momento, bajo las luces cálidas y el cielo estrellado, todo se sentía perfecto.

Y en ese momento, bajo las luces cálidas y el cielo estrellado, todo se sentía perfecto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 23, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

INFINITE | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora