🫦Capítulo 30🫦

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NARRADO POR ALGUIEN ANÓNIMO

Salí de la casa de Dante y tomé el teléfono para avisarle a Raphael. No podía esperar más para darle la noticia; todo estaba en marcha.

—Hola —dijo Raphael al contestar, su voz sonaba expectante.

—Soy yo —respondí, sintiendo que nuestras palabras tenían un peso significativo.

—¿Qué pasa? Si llamas es para darme una buena noticia —dijo, y su tono me hizo sonreír, aunque fuera de manera amarga.

—Dante mandó a matar al policía que le pusiste en su camino para que lo hundiera —informé, con un tono que resonaba en la oscuridad de la situación.

—¿Y el estúpido que lo mató no dejó alguna pista que dijera que fue él? —preguntó Raphael, su tono revelando preocupación.

—Escuché que lo tiraron a un río, pero Dante no estaba en México anoche —dije, elaborando un cuadro aún más complicado.

—¿Cómo es eso de que no estaba en México? —inquirió, sorprendido.

—Sí, conoció a una chica, y al parecer está enamorado. Nunca lo había visto viajar solo por una mujer —confesé, sintiendo una mezcla de curiosidad y desdén.

—Esa es una gran noticia. ¡Qué hermoso, Dante enamorado! —dijo Raphael, riéndose de manera malévola, como si la idea le provocara una satisfacción visceral.

—¿Qué piensas hacer? —pregunté, sabiendo que su mente estaría tramando algo.

—Vamos a visitar a la nueva debilidad de Dante. Tengo que darle su merecido por matar a mi amigo —respondió él, su voz endureciéndose.

—Sr. Robles, no la mate. Sabe que Dante no descansará hasta matarte y que tiene el apoyo del presidente de México —advertí, considerando las repercusiones de sus acciones.

—No te preocupes. No la mataré, pero no hace daño que la mande a torturar hasta que el mismo Dante venga por ella y la encuentre casi muerta por su culpa —replicó Raphael, su tono lleno de frialdad.

En ese instante, me di cuenta de que la situación estaba por volverse mucho más peligrosa. La venganza de Raphael no conocía límites, y usar a la chica como un peón en su juego de ajedrez sólo complicaría las cosas. Pero ese era el comportamiento errático de alguien que había perdido a un amigo. Su ira podría llevarlo a tomar decisiones imprudentes, y eso podría traer consecuencias mucho mayores de las que imaginaba.

—Ten cuidado, Raphael. Esto no es un juego. —advertí, sintiendo una punzada de inquietud en el estómago.

—Lo sé —respondió, la risa desapareciendo de su voz. Sentí que la conversación se tornaba más seria— Pero si Dante está distraído, será el momento perfecto para hacer nuestro movimiento.

Colgué el teléfono, sintiendo la sombra de la situación que se avecinaba. Mi mente giraba en torno a cómo esto podría desarrollarse. Con Dante y Raphael en la misma ecuación, el caos estaba garantizado.

El camino que se abría ante nosotros estaba lleno de riesgos, y la única certeza era que nadie saldría ileso. Se sentía como si todo estuviera en juego, como si el destino de muchos dependiera de las decisiones que estábamos a punto de tomar.

Camino de la tentación © {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora