DANTE
Elena se lanzó hacia mí, el cristal brillando bajo la luz tenue de la habitación. En un instante, mi cuerpo reaccionó por instinto, deteniendo su brazo a mitad del movimiento. Pero ella no se detuvo. Seguía empujando, luchando por hundir el pedazo de vidrio en mí. Vi el dolor, la furia y el miedo reflejados en sus ojos, y me paralizó más que el filo del cristal que finalmente se hundió en mi hombro.
El dolor fue inmediato, agudo, pero no fue nada comparado con lo que sentí al verla así. El sonido de mis dientes apretándose se mezcló con el jadeo ahogado de Elena al darse cuenta de lo que había hecho. Antes de que pudiera reaccionar, la puerta se abrió de golpe.
Mis hombres, alertados por el ruido, irrumpieron en la habitación con las armas desenfundadas. Saúl lideraba el grupo, su pistola ya apuntando a Elena, listo para protegerme.
—¡Mátenme! —gritó Elena, su voz quebrándose—. Porque si no lo hacen, mataré a su jefe.
La vi tambalearse, el cristal aún en su mano, pero su voluntad inquebrantable. Era evidente que no estaba bromeando. A pesar de la herida, levanté mi mano libre y les grité a mis hombres.
—¡Fuera! ¡Todos, fuera!
Saúl miró hacia mí, su rostro serio, pero no discutió. Hizo un gesto a los demás, y uno a uno comenzaron a retroceder hacia la puerta. Sin embargo, Saúl no se movió. Cerró la puerta tras ellos y se quedó, inmóvil, su mirada fija en Elena.
—¡Saúl, he dicho que te vayas! — gruñi, la rabia y el dolor mezclándose en mi voz. Pero él no se inmutó. En cambio, se acercó lentamente a Elena, su mano moviéndose hacia su cinturón.
Con un movimiento deliberado, sacó su pistola y se la tendió.
—Si tienes que matar a alguien, que sea a
Raphael —dijo Saúl, su voz calmada, aunque cada palabra era un desafío directo—. Él es el único culpable de lo que te hizo. No Dante.Elena miró la pistola, y luego a Saúl, sorprendida. Mi corazón latía con fuerza, y no sabía si por la herida o por la locura de lo que estaba sucediendo. ¿Qué demonios estaba haciendo Saúl?
—¡Saúl, maldita sea, qué estás haciendo!—le grité, luchando contra el dolor que se extendía desde mi hombro.
Saúl me ignoró, manteniendo su mirada fija en Elena.
—No puedes tratarla como si estuviera enferma, Dante. Tiene que afrontar lo que le pasó —dijo Saúl, su voz firme, cortando como un cuchillo—. Si su muerte te da la paz que estás buscando, hazlo. Te juro que saldrás viva de aquí.
Elena se quedó inmóvil, la pistola en su mano, el brillo metálico reflejando la luz de la habitación. Todo en mí quería correr hacia ella, quitarle el arma, detener esta locura. Pero el dolor en su rostro me detuvo. Era como si por primera vez estuviera enfrentando toda la oscuridad que la había consumido.
Los segundos se hicieron eternos. Elena miraba la pistola, luego a mí, como si estuviera atrapada entre dos decisiones imposibles. Sabía que ella no me veía a mí, sino a la figura del pasado que la atormentaba. Y entonces, en un gesto que me tomó por sorpresa, dejó caer la pistola al suelo con un ruido seco.
—Perdóname... —susurró, sus palabras apenas audibles, pero lo suficientemente fuertes como para atravesarme.
Se acercó lentamente, su rostro una mezcla de confusión y dolor. Y antes de que pudiera procesarlo, sentí sus brazos rodeándome, su rostro enterrado en mi pecho. Era la primera vez que me tocaba, la primera vez que permitía que yo la tocara.
Mis brazos, al principio tensos, finalmente la rodearon, sosteniéndola. El cristal seguía incrustado en mi hombro, pero en ese momento, el dolor físico no importaba. Lo único que importaba era que ella, después de todo, me había buscado para encontrar algo de consuelo.
—Todo estará bien —susurré contra su cabello, más para convencerme a mí mismo que a ella.
Saúl se apartó en silencio, dándonos nuestro momento. Yo seguía de pie, con Elena aferrada a mí, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que tal vez, solo tal vez, había una forma de salvarla... y de salvarnos a los dos.
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Camino de la tentación © {1}
ActionUna noche, impulsada por la diversión y el alcohol, Elena acepta un reto de sus amigas: besar a un desconocido. Sin saber que ha elegido al hombre más peligroso y seductor del mundo, un temido mafioso llamado Dante, se lanza a una aventura efímera q...