🫦Capítulo 40🫦

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ELENA

Después de llorar tanto, me desperté para ver que había salido el sol. Eso quería decir que ya era de día, que había pasado la noche en esta pesadilla.

Todavía seguía amarrada a la cama, solo con mi brasier puesto y todo lo demás desnudo. La sensación de vulnerabilidad era abrumadora.

La puerta se abrió, revelando a una mujer guapa y joven con un cubo de agua. Se acercó a mí y comenzó a limpiarme con un trapo empapado en agua fría.

—Ayúdame, por favor —susurré, la desesperación desgarrando mi voz.

—Cállate. Eso te pasa por acostarte con Dante —respondió, sus palabras llenas de desprecio mientras continuaba limpiando mis partes íntimas y mi cuello. Me ayudó a cepillarme los dientes, aunque no sabía si eso sería un alivio.

—Tengo mucho dinero. Te lo daré todo, pero ayúdame, por favor —dije, el miedo y la angustia llenando mis palabras.

Ella subió la mano y me golpeó en la mejilla tan fuerte que el dolor y el ardor hicieron que mis ojos se llenaran de lágrimas.

—Que te calle, zorra —gritó, y salió de la habitación.

Mis manos no las sentía, el terror y la impotencia comenzaban a acaparar todo mi ser. Luego de unos minutos, entró Raphael.

Rápidamente cerré los ojos, sintiendo que se sentaba a mi lado.

—Sé que estás despierta, conejita. Mi mujer me dijo que le estabas ofreciendo dinero —dijo con una sonrisa burlona.

Por Dios, su mujer. Esa mujer no tenía respeto, no sentía nada. Abrí mis ojos para verlo con odio, mientras él me miraba con enojo.

—Suéltame, por favor —le imploré, la voz quebrada.

Él agarró mi barbilla, clavando sus uñas en mi mejilla.

—Tendré que mocharte la lengua para que dejes de hablar —dijo, su sonrisa retorcida haciendo que el terror creciera.

Cuando despegó sus uñas de mi mejilla, vi que estaba llena de sangre. El dolor me dijo que me había cortado.

Entonces se levantó y agarró su cinturón.

—Tengo una linda manera de callarte la boca —dijo, con una risa que enviaba escalofríos por mi espalda.

—No, por favor —suplicé, el miedo llenando cada una de mis palabras.

Se quitó el cinturón y luego el pantalón, revelando su asqueroso miembro.

—Vamos a divertirnos. ¿Qué te parece? La última vez terminé muy rápido —dijo riéndose, mientras mis esperanzas de escapar se desvanecían.

La desesperación apretaba mi corazón. Tenía que encontrar una manera de salir de esta pesadilla, antes de que fuera demasiado tarde.

Camino de la tentación © {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora