Alessandro
Me despierto de un sobresalto. Algo se rompe cerca de mí, y antes de que pueda entender qué está pasando, unas manos me agarran con fuerza. Grito, pero todo ocurre tan rápido que mi voz es sofocada al instante cuando algo áspero me cubre la cabeza. Estoy ciego, en completa oscuridad. Intento moverme, pero siento cómo atan mis manos detrás de mi espalda, con una brutalidad que me quema la piel.
—¡¿Qué está pasando?! —logro preguntar, pero nadie me responde. El silencio es aterrador.
El pánico me invade. Mi corazón late tan rápido que siento que va a salirse de mi pecho. Hace unos minutos estaba sentado con Sofía, relajado, y ahora estoy siendo arrastrado por la fuerza fuera de la mansión. Las voces que oí antes, los ruidos de una pelea... Todo es confuso. No sé quién me tiene ni adónde me llevan.
Mis pasos se tambalean mientras me arrastran hacia alguna parte, y no tengo la menor idea de cuánto tiempo ha pasado. Todo a mi alrededor es un caos de sonidos: puertas que se abren de golpe, pisadas fuertes, el rugido de un motor arrancando. Mis muñecas duelen por lo apretadas que están las ataduras, pero el miedo supera cualquier dolor físico.
Trato de concentrarme, de mantener la calma, pero no puedo. No tengo idea de quiénes son estos hombres ni por qué me están haciendo esto. Solo sé que estoy atrapado y que no puedo hacer nada para defenderme.
El coche finalmente se detiene, y me empujan con brusquedad hacia afuera. El frío aire me golpea la cara, pero sigo sin ver nada. Siento el piso duro bajo mis pies y el eco de mis pasos me hace pensar que estoy en un lugar cerrado. Intento controlar mi respiración, pero el miedo me consume.
Entonces, unos pasos resuenan cerca. Son firmes, seguros, y mi piel se eriza. Quien sea que esté caminando hacia mí, no es alguien que inspire confianza.
De repente, una voz fría y firme rompe el silencio.
—Quítenle la bolsa.
El aire parece volverse más denso a mi alrededor cuando siento cómo arrancan la tela que cubre mi cabeza. Parpadeo rápidamente, mis ojos dolidos por la luz después de tanta oscuridad. Al principio no veo nada con claridad, pero cuando mi visión se aclara, lo veo a él.
Un hombre. No es lo que esperaba. Tiene un porte elegante, casi sofisticado, con un traje negro que parece recién sacado de una pasarela. Es alto, de piel pálida y con el cabello negro corto. Pero lo que más me impacta son sus ojos. Vacíos. Marrones, pero completamente vacíos, como si dentro de él no existiera nada.
—Soy Gabrielle —dice, su voz suave pero cargada de amenaza.
El miedo que sentía antes se duplica. El nombre no me suena, pero no necesito conocerlo para saber que es peligroso. Cada fibra de mi ser me dice que debo temerle.
—¿Qué... qué quieres de mí? —pregunto con la voz temblorosa. A estas alturas, ni siquiera me importa sonar asustado. Estoy aterrado.
Gabrielle sonríe, pero su sonrisa es fría, carente de cualquier tipo de calidez humana. Se acerca a mí lentamente, como si disfrutara del miedo que ve en mis ojos.
—Lo quiero todo, Alessandro —responde, su tono es tranquilamente amenazante—. Quiero a Leonardo. Y tú eres, en este momento, lo que Leonardo Russo más quiere en el mundo.
Mis rodillas tiemblan. El significado de sus palabras me golpea de lleno. No soy solo un rehén, soy una pieza clave en su juego. Un juego que tiene como objetivo destruir a Leonardo.
—¿Por qué? —logro preguntar, mi voz un susurro lleno de miedo—. ¿Qué te hizo Leonardo?
Gabrielle deja escapar una risa baja, cargada de amargura. Comienza a caminar a mi alrededor, como si fuera un depredador acechando a su presa. Siento su mirada clavada en mí, analizando cada uno de mis movimientos, disfrutando de mi miedo.
—Leonardo mató a la persona que más amaba —dice, su voz se vuelve tensa por un breve momento antes de recuperar su tono frío—. Justo delante de mis ojos. Lo vi morir, y desde ese día juré que haría lo mismo con él.
Las palabras se me clavan como cuchillos en el pecho. Ahora lo entiendo. Esto no es solo una venganza cualquiera, es algo mucho más personal. Gabrielle quiere hacerle a Leonardo lo que él le hizo a él. Quiere usarme para destruirlo, para quebrarlo de la manera más cruel posible.
—Vas a morir, Alessandro —continúa, como si estuviera comentando el estado del tiempo—. Pero no ahora. No antes de que Leonardo sufra como yo sufrí. No antes de que lo destruya.
El terror que siento en este momento es indescriptible. Mi mente intenta procesar sus palabras, pero es imposible. Estoy atrapado en esta situación sin escapatoria, y lo peor es que Gabrielle tiene todo bajo control. Todo está perfectamente planeado.
—Mi clan renacerá —dice con determinación—. Y enterrará a los Russo para siempre.
Estoy congelado en mi lugar. Las ataduras en mis manos duelen, pero nada se compara con el miedo que me atraviesa. Gabrielle es completamente despiadado, y sé que va a cumplir cada una de sus amenazas. No tengo idea de cómo salir de esto, pero en mi mente solo hay un pensamiento: Leonardo vendrá por mí. Tiene que hacerlo.
Gabrielle me observa por unos segundos más, disfrutando de mi desesperación, antes de dar media vuelta y alejarse, dejándome solo en la oscuridad. La puerta se cierra con un fuerte eco, y el silencio vuelve a aplastarme. Estoy solo, completamente indefenso. Mis pensamientos están nublados por el terror, pero una pequeña chispa de esperanza se mantiene viva.
Leonardo vendrá por mí.
Solo espero que llegue a tiempo.
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Sombras De Pasión
RomanceAlessandro Ferrara ha pasado su vida en la sombra de la desesperación. Hijo de un padre alcohólico y con una madre fallecida, ha trabajado incansablemente para mantener a su familia a flote. Cada día es una lucha por sobrevivir, y sus esperanzas est...