Capítulo 58

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Alessandro

Toda la casa parece bulliciosa mientras camino por los pasillos. Las risas y las voces llegan desde el patio, donde todos están reunidos para la comida. Solo falta una persona: Leonardo. Lo he estado buscando por toda la mansión, pero no aparece. Algo en mí está inquieto, algo que no puedo explicar. Tal vez es la tensión de los últimos días, las miradas que he notado entre Leonardo y Angelina. No sé qué está pasando, pero algo no encaja, y lo necesito saber.

Subo las escaleras y me dirijo hacia el despacho de Leonardo. Si no está con los demás, tiene que estar allí. Al abrir la puerta, el lugar está vacío, pero algo en la mesa me llama la atención. Un sobre, descuidadamente dejado sobre el escritorio. Me acerco, y mis ojos se fijan en las letras escritas en él: Alessandro y Angelina.

Mi nombre está ahí. ¿Por qué mi nombre está en un sobre junto al de Angelina? Mi corazón comienza a latir más rápido. Mi mente me dice que no debería, que lo deje donde está, pero la curiosidad, la ansiedad, es más fuerte. Tomo el sobre y lo abro lentamente, sacando los papeles de su interior. Lo primero que veo me deja helado.

"Resultados de prueba de parentesco: 99.99% de probabilidad de parentesco entre Alessandro y Angelina Greco."

Mis manos empiezan a temblar, mis ojos se nublan al leer una y otra vez las mismas palabras. Parentesco. Madre. Hijo. No, esto no puede ser. No puede ser verdad. Todo en mi mente comienza a girar. Siento que me falta el aire.

En ese momento, la puerta del despacho se abre de golpe. Leonardo entra, su rostro serio, pero se detiene al verme con los papeles en la mano. Por un segundo, parece que el tiempo se congela.

—¿Qué es esto? —le pregunto, mi voz entrecortada. No quiero oír su respuesta, pero necesito una explicación—. ¿Qué demonios significa esto, Leonardo?

Leonardo se queda quieto, sus ojos fijos en mí, como si estuviera decidiendo las palabras correctas.

—Alessandro, yo iba a decírtelo —dice con suavidad—. No quería que lo descubrieras de esta forma, no quería que fuera un choque tan fuerte para ti.

Siento que el mundo se me viene encima. Las palabras de Leonardo no hacen más que aumentar la confusión en mi mente.

—¿Esto es broma? —le espeto, mi tono lleno de incredulidad—. Esto tiene que ser una broma. Mis padres son Luigi y Valeria. Yo... crecí con ellos, ¡son mi familia!

Leonardo sacude la cabeza lentamente. Su rostro está lleno de una tristeza que no entiendo, pero no tengo tiempo para empatizar con él.

—Alessandro, tus padres... ellos te adoptaron. Valeria era la mejor amiga de Angelina. Cuando naciste, Angelina no estaba en condiciones de criarte, y decidió darte en adopción a ellos, pensando que así tendrías una mejor vida.

El dolor en mi pecho se vuelve insoportable. Cada palabra que dice me destroza. La realidad que creía conocer se desmorona frente a mí.

—¡No! —grito, mi voz llena de rabia y desesperación—. Esto no tiene sentido. ¡Luigi y Valeria eran mis padres! ¡Luigi me crió! ¡Me golpeaba! ¡Me trataba como basura! ¿Y ahora vienes a decirme que todo era una mentira?

—Alessandro, lo siento... —comienza a decir Leonardo, pero no puedo escucharlo. No puedo procesarlo. Necesito respuestas, y solo hay una persona que puede dármelas.

Salgo del despacho a toda prisa, ignorando el llamado de Leonardo. Mi corazón late con fuerza mientras bajo las escaleras y me dirijo al patio. Allí está ella. Angelina, rodeada de los demás, con una sonrisa que ahora me parece falsa, cargada de secretos.

Me acerco a ella rápidamente, y todos los ojos se vuelven hacia mí. Mi respiración es pesada, y puedo sentir el sudor en mi frente mientras me paro frente a Angelina.

—Explícame esto —le digo, levantando el sobre en el aire—. ¿Cómo es posible que aquí diga que soy tu hijo? ¿Qué demonios está pasando?

Angelina se queda helada. Su rostro palidece, y en sus ojos veo una mezcla de dolor y miedo. Ella sabe que el momento ha llegado.

—Alessandro... —murmura, su voz apenas audible—. Yo...

—¡Dímelo! —le exijo, sintiendo que mi paciencia se agota.

Ella baja la mirada, y una lágrima rueda por su mejilla. Cuando levanta la vista de nuevo, sus ojos están llenos de lágrimas.

—Hace muchos años —comienza—, me enamoré de un hombre. Lo amé con todo mi ser, pero él tenía miedo. Miedo de mi familia, miedo de las repercusiones. Cuando quedé embarazada de ti, él se fue. Me dejó sola con la responsabilidad. Yo... no tenía la fuerza para criarte sola. Era joven, asustada. Pensé que lo mejor para ti sería crecer en una familia que pudiera darte todo lo que yo no podía en ese momento. Así que... te entregué a Valeria, mi mejor amiga.

Mi respiración se detiene por un momento. No quiero creerlo. No puedo creer que todo lo que he conocido sea una mentira. Todo este tiempo, pensando que Valeria y Luigi eran mis padres, cuando la verdad estaba aquí, oculta, en los secretos de otra persona.

Angelina da un paso hacia mí y toma mis mejillas con sus manos temblorosas. Las lágrimas caen por su rostro, pero no las noto. Solo siento el peso de sus palabras.

—Alessandro, lo siento. Nunca fue mi intención abandonarte. Fui cobarde. Pensé que tendrías una vida mejor... pero no sabía lo que te haría Luigi. Si hubiera sabido el dolor que te causaría... —su voz se quiebra, y su llanto se intensifica—. Por favor, perdóname. Sé que te fallé como madre, pero te prometo que quiero recuperar todo lo que perdimos.

Las imágenes del infierno que viví con Luigi comienzan a invadir mi mente. Cada golpe, cada insulto, cada momento en que deseé escapar de esa vida miserable. Todo porque la persona que debía protegerme decidió que no era lo suficientemente fuerte para hacerlo.

El dolor en mi pecho se transforma en algo peor: una mezcla de rabia, tristeza y traición. Me aparto de ella bruscamente, respirando con dificultad. El aire se siente pesado, y mi cabeza empieza a dar vueltas. No puedo seguir aquí. No puedo soportar esto.

—Alessandro... —la voz de Leonardo llega desde detrás de mí, pero no puedo enfocarme en él. Mi cuerpo comienza a tambalearse.

Siento que las fuerzas me abandonan, que el peso de todo esto es demasiado. Mi vista se nubla, y, antes de que pueda procesar lo que está ocurriendo, mi cuerpo se desploma.

Escucho el grito desesperado de Angelina, siento las manos de Leonardo sujetándome antes de que caiga al suelo. Todo se vuelve borroso. Y, en ese momento, me doy cuenta de que mi vida nunca volverá a ser la misma.

Sombras De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora