Capítulo 25

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Leonardo

He pasado la mañana recuperándome de las heridas y organizando mi estrategia para lidiar con el ataque. A pesar de estar físicamente en forma, la inquietud sigue presente. Con la preocupación sobre los responsables del ataque y cómo responder de manera efectiva, decido centrarme en otras prioridades. Me encuentro en la sala con Sofía y Alessandro, tratando de seguir adelante y mantener la calma.

Mientras nos acomodamos en el comedor, Sofía se encarga de preparar el desayuno. El ambiente es tenso pero intentamos mantener una apariencia de normalidad. Alessandro parece más relajado hoy, pero su inquietud sigue siendo evidente. Sus ojos se mueven constantemente, buscando alguna señal de peligro o comodidad en nosotros. La situación sigue siendo frágil y cada movimiento parece tener un peso significativo.

En medio de la conversación con Lorenzo sobre cómo reforzar nuestra seguridad y la estrategia para encontrar a los responsables del ataque, un miembro de mi equipo entra en la sala con un paquete en la mano. Su rostro muestra una expresión de seriedad que inmediatamente llama mi atención. Me pasa el paquete sin decir una palabra, y el silencio que sigue es tenso.

Abro el paquete con una mezcla de curiosidad y preocupación. La sensación de lo desconocido aumenta cuando el contenido se revela: es la cabeza de uno de mis hombres. El horror y la indignación se apoderan de mí al reconocer la cabeza decapitada. Es un mensaje claro y brutal de nuestros enemigos, un recordatorio escalofriante de que nuestra seguridad está comprometida.

El impacto del paquete es inmediato. Sofía grita, cubriendo su boca con las manos mientras su rostro se torna pálido. Alessandro, al ver la cabeza, se siente abrumado por el miedo. Sin pensarlo, se lanza hacia mí, buscando refugio en mi pecho. Su reacción es instintiva, y puedo sentir su cuerpo temblando contra el mío.

El contacto físico de Alessandro me sorprende. No es solo la vulnerabilidad que muestra, sino también el hecho de que en medio de todo este caos, está buscando mi protección. Coloco una mano en su espalda para tranquilizarlo, intentando ofrecerle algún tipo de consuelo en medio de la confusión.

Sofía se recupera del shock y mira hacia mí, su expresión llena de preocupación. La cabeza decapitada en la mesa es un recordatorio brutal de la seriedad de la amenaza que enfrentamos. Necesitamos tomar decisiones rápidas y efectivas para manejar esta situación y protegernos.

—¿Qué vamos a hacer? —pregunta Sofía con voz temblorosa—. Esto es demasiado. ¿Cómo podemos enfrentar esto?

Mi mente está en pleno funcionamiento mientras pienso en la mejor manera de responder. El mensaje es claro: nuestros enemigos están dispuestos a hacer lo que sea necesario para provocarnos y ponernos a prueba. No podemos permitirnos ser intimidados.

—Vamos a responder a esto con toda nuestra fuerza —digo con firmeza—. No podemos dejar que esto nos detenga. Tenemos que encontrar a los responsables y asegurarnos de que enfrenten las consecuencias.

Sofía asiente, claramente aún asustada pero comprendiendo la gravedad de la situación. Alessandro, aunque asustado, permanece aferrado a mí, buscando algún tipo de seguridad en medio del caos. La imagen de Alessandro buscando consuelo en mí me hace reflexionar sobre la profundidad de su miedo y su vulnerabilidad.

—Voy a intensificar las medidas de seguridad y coordinar una búsqueda para encontrar a los responsables —continúo—. No podemos permitirnos más sorpresas desagradables. La seguridad de todos está en juego.

El ambiente en la sala es tenso mientras discutimos nuestra respuesta. La cabeza en el paquete y la reacción de Alessandro subrayan la seriedad de la amenaza y la necesidad de enfrentarla con decisión. Mi determinación de proteger a aquellos que están bajo mi cuidado se fortalece con cada minuto que pasa.

Alessandro, aún temblando, se sujeta con fuerza a mí mientras la conversación continúa. La visión de su miedo y la brutalidad del mensaje recibido resaltan la urgencia de actuar de inmediato. A pesar de la gravedad de la situación, debemos mantener nuestra unidad y demostrar que no seremos vencidos por las amenazas que enfrentamos.

—Vamos a manejar esto —digo con determinación—. No dejaremos que esta amenaza nos haga retroceder. Haremos lo que sea necesario para protegernos y asegurar que quienes nos atacaron enfrenten las consecuencias de sus actos.

Con la cabeza decapitada como un sombrío recordatorio de la amenaza que enfrentamos, la conversación se convierte en una planificación estratégica. La seguridad de la mansión y la protección de todos los presentes se convierten en nuestra prioridad máxima. La determinación de enfrentar la amenaza con fuerza y unidad es lo que nos guiará en los próximos días.

Sombras De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora