Capítulo 70

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Alessandro

La mañana se ha presentado clara y soleada, y el hogar de los Russo-Greco está lleno de una energía renovada. Leonardo y yo estamos dedicados a una tarea muy especial: preparar la habitación para Maximus. Aunque las primeras semanas de nuestra vida como padres han sido un torbellino de emociones y ajustes, este momento es particularmente significativo.

Leonardo ha tomado la delantera en la tarea de pintar las paredes de la habitación de Maximus. La selección del color fue una decisión conjunta y cuidadosa. Finalmente, optamos por un azul suave con detalles en blanco que, esperamos, cree un ambiente tranquilo y acogedor para nuestro pequeño.

Mientras tanto, yo estoy sentado en una esquina de la habitación con Maximus en brazos. Mi hijo duerme plácidamente, envuelto en una manta que Leonardo y yo elegimos con tanto cariño. Lo miro con ternura, observando cómo sus pequeños labios se mueven en un sueño tranquilo. No puedo evitar sentirme abrumado por una mezcla de orgullo y amor.

Leonardo está concentrado en su trabajo, con una brocha en la mano y una expresión de concentración en su rostro. La habitación está comenzando a tomar forma, y cada brochazo es un paso más cerca de hacer de este espacio un lugar especial para Maximus.

—¿Sabes, cariño? —le digo a Leonardo con una sonrisa—. No puedo creer que además de mafioso, ahora seas también pintor.

Leonardo se echa a reír, sin dejar de mover la brocha con destreza.

—Ah, sí. La vida de mafioso definitivamente tiene sus momentos interesantes, pero parece que también estoy descubriendo un talento oculto. —Hace una pausa para mirar la pared—. ¿Te gusta cómo está quedando?

Miro la pared, que ahora presenta un patrón suave y uniforme.

—Me encanta. —Contesto sinceramente—. Aunque nunca pensé que acabaríamos haciendo esto tú y yo. Es curioso cómo la vida cambia.

Leonardo se acerca a mí, aún con la brocha en la mano, y se inclina para darme un beso en la mejilla.

—Y lo mejor es que estamos haciendo todo esto por Maximus. —Dice con una sonrisa—. Quiere decir que estamos construyendo algo más que una simple habitación. Estamos construyendo un hogar.

Siento un nudo de emoción en la garganta mientras lo escucho. Asiento con la cabeza, acariciando suavemente la cabeza de Maximus que descansa en mis brazos.

—Lo sé. —Le respondo—. Este es su primer espacio propio. Quiero que sienta que está rodeado de amor y cuidado desde el primer día.

Leonardo se aleja un poco y vuelve a concentrarse en su pintura. Observando su dedicación y cuidado, me siento aún más agradecido por tenerlo a mi lado.

—¿Recuerdas cuando encontramos a Maximus en Roma? —le pregunto—. A veces, parece un sueño. No puedo creer cuánto ha cambiado nuestra vida en tan poco tiempo.

Leonardo deja la brocha en un cubo y se seca las manos con un trapo. Luego se sienta a mi lado, mirando a Maximus con una expresión de amor y admiración.

—Sí... —Dice—. Fue un momento difícil, pero también uno de los más importantes de nuestras vidas. A veces me pregunto cómo sería nuestra vida si no lo hubiéramos encontrado.

—Seguramente sería muy diferente. —Le respondo—. Pero ahora, aquí estamos. —Miro a Maximus—. Y no podría estar más feliz con cómo ha resultado todo.

Leonardo me da un cálido abrazo, y me doy cuenta de cuán afortunados somos por tenernos el uno al otro y a nuestro hijo.

—Estoy ansioso por ver cómo crecerá Maximus en este espacio. —Dice Leonardo—. Vamos a darle todo el amor y la atención que necesita.

—Y estoy seguro de que será un niño increíble. —Contesto—. A veces me sorprende cuánto hemos cambiado desde que llegó a nuestras vidas. Es como si todo tuviera más sentido ahora.

Mientras hablamos, Maximus se despierta y se estira en mis brazos, y Leonardo lo observa con una sonrisa tierna.

—Creo que ha llegado el momento de añadir algunos detalles decorativos. —Dice Leonardo—. Algo que le dé un toque personal a su habitación.

—Definitivamente. —Asiento—. ¿Qué tienes en mente?

Leonardo se pone de pie, y comienza a caminar por la habitación, mirando alrededor.

—Pensaba en algunas imágenes de animales y estrellas en la pared. Algo que sea tranquilo y estimulante al mismo tiempo. —Dice—. Y, por supuesto, una pequeña estantería para sus libros y juguetes.

—Me parece perfecto. —Le digo—. No puedo esperar a verlo todo terminado.

Mientras seguimos trabajando en la habitación de Maximus, los minutos se convierten en horas, pero cada segundo vale la pena. El amor y la dedicación que estamos invirtiendo en este espacio reflejan el amor y la devoción que sentimos por nuestro hijo.

A medida que la habitación va tomando forma, me doy cuenta de que no solo estamos creando un lugar para Maximus, sino también construyendo un futuro lleno de promesas y sueños. Este es un nuevo capítulo en nuestras vidas, y no puedo esperar a ver qué nos depara el futuro mientras continuamos creciendo como familia.

Sombras De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora