Alessandro
El suave resplandor del sol se cuela por las cortinas de la habitación, llenando el espacio de una calidez reconfortante. Estoy sentado en la cama, mi mente flotando entre pensamientos tranquilos mientras miro alrededor. Es curioso cómo este lugar, que alguna vez me parecía tan extraño, ahora se siente más como un hogar. Todo ha cambiado en estos días: mi vida, mis sentimientos, mi manera de ver las cosas... pero, sobre todo, yo he cambiado.
El tener a Clara aquí conmigo ha sido como un bálsamo para mi alma. Su presencia me ha recordado que aún hay partes de mi vida que pertenecen a un mundo diferente, a un pasado que no quiero olvidar. A veces, el caos de todo lo que me rodea me hace sentir como si estuviera en una tormenta, pero saber que Clara está aquí, que tengo a alguien con quien compartí mi vida antes de que todo esto ocurriera, me trae paz.
Sonrío, perdido en mis pensamientos, cuando escucho la puerta abrirse suavemente detrás de mí. No necesito mirar para saber quién es. Puedo sentir la energía que siempre llena la habitación cuando él está cerca. Leonardo.
Su presencia es imponente, siempre lo ha sido. Pero hay algo más cuando estamos a solas, algo que hace que el ambiente cambie por completo. Lo siento antes de que siquiera lo vea: su intensidad, su calor.
Antes de que pueda decir algo, siento sus brazos envolviendo mi cintura desde atrás, atrayéndome suavemente hacia él. Mi cuerpo reacciona de inmediato a su toque, mi respiración se acelera mientras su pecho fuerte presiona contra mi espalda.
—Gracias —le digo en voz baja, mi cabeza inclinándose hacia atrás para sentir más de su cercanía—. Gracias por traer a Clara conmigo.
Leonardo no dice nada al principio. En lugar de eso, sus labios encuentran mi cuello, dejando un rastro de besos suaves y cálidos que envían una descarga eléctrica por mi columna. Cierro los ojos y me dejo llevar por el momento, sintiendo cómo mis músculos se relajan bajo su toque, pero al mismo tiempo, una parte de mí se mantiene en alerta. Sé lo que viene.
—Sabes que haría cualquier cosa por ti —murmura contra mi piel, su voz profunda y cargada de deseo—. Y que no puedo resistirme cuando te veo así, tan agradecido.
Sus manos comienzan a deslizarse lentamente por mi abdomen, sus dedos rozando mi piel a través de la tela de mi camisa, enviando escalofríos por todo mi cuerpo. Siento su respiración caliente contra mi oído, y antes de darme cuenta, sus labios vuelven a mi cuello, esta vez con más intensidad, besando, mordiendo suavemente, como si quisiera marcarme de alguna manera.
Mi respiración se vuelve errática, pero trato de mantenerme firme. No es que no quiera, pero... hay algo dentro de mí que aún necesita tiempo. Algo que no estoy listo para dejar ir del todo.
—Leonardo... —susurro, mi voz más débil de lo que esperaba, mientras su boca continúa explorando mi piel.
—Mmm... —él no responde con palabras, solo un murmullo bajo y seductor mientras sus manos comienzan a juguetear con los botones de mi camisa.
Cierro los ojos, tratando de concentrarme, de encontrar las palabras correctas. No quiero herirlo, no quiero que piense que no lo deseo, porque lo hago, más de lo que debería. Pero hay una parte de mí que aún no está lista para esto. Todo ha sido tan rápido, tan intenso, y aunque lo amo, necesito que comprenda que aún tengo límites.
—No puedo resistirme cuando estás tan cerca, Alessandro —dice, su voz ronca y cargada de lujuria—. ¿Por qué no nos damos una ducha juntos? —sugiere, mientras su boca sigue el camino de mi cuello hacia mi clavícula, sus manos ahora desabotonando mi camisa con más urgencia.
Sus palabras me hacen estremecer, pero sé que tengo que detener esto antes de que avance más. Coloco suavemente mis manos sobre las suyas, deteniéndolo. Respiro hondo, tratando de aclarar mi mente antes de hablar.
—Leonardo, espera —susurro, girando un poco la cabeza para mirarlo. Sus ojos oscuros me observan con una intensidad que hace que mi corazón lata con fuerza, pero me mantengo firme—. Aún no es el momento.
Veo cómo sus ojos se oscurecen aún más, y por un momento, temo haber dicho algo que lo aleje, que lo haga sentir rechazado. Pero entonces, la expresión de su rostro cambia. La pasión que antes lo consumía se suaviza, y aunque aún hay deseo en sus ojos, también veo comprensión.
Él suspira, soltando lentamente los botones de mi camisa y retrocediendo solo un poco. Sus manos aún descansan en mi cintura, pero ya no hay esa urgencia en su toque. Ahora es más suave, más calmado.
—Lo siento, Alessandro —dice en voz baja, su frente apoyándose en mi hombro—. A veces me dejo llevar. Es difícil cuando te tengo tan cerca y no quiero presionarte. Te amo, y esperaré lo que haga falta.
Una parte de mí se siente aliviada al escucharlo, pero también hay una pequeña punzada de culpa. No quiero que piense que lo estoy apartando. No es eso. Solo necesito más tiempo para procesar todo lo que ha pasado, para sentirme completamente seguro en este nuevo espacio que hemos creado juntos.
—Yo también te amo, Leonardo —respondo, girando un poco en sus brazos para poder verlo mejor—. Solo... necesito un poco más de tiempo. Todo ha sido tan rápido, y aunque te deseo, quiero estar completamente listo cuando lo hagamos.
Leonardo asiente, su mirada se suaviza aún más, y me regala una de esas sonrisas raras, las que solo yo tengo el privilegio de ver. Coloca una mano en mi rostro, acariciando mi mejilla con el pulgar.
—Lo entiendo —responde—. Y no te preocupes, Alessandro. Nunca haría nada que no quisieras. Esperaré el tiempo que necesites.
Sonrío ante sus palabras, sintiendo cómo una calidez indescriptible llena mi pecho. Me acerco a él, apoyando mi cabeza en su hombro mientras sus brazos vuelven a rodearme, esta vez de manera protectora, no posesiva. Es en estos momentos cuando recuerdo por qué lo amo tanto. A pesar de todo su poder, su intensidad, su naturaleza a veces dominante, Leonardo siempre ha sabido respetar mis límites, y eso es algo que valoro más que cualquier otra cosa.
Nos quedamos así en silencio durante un rato, disfrutando simplemente de la presencia del otro, sin necesidad de más. Y mientras me recuesto contra él, siento que, aunque aún no estamos listos para avanzar en algunos aspectos, nuestro amor sigue creciendo y fortaleciéndose cada día. Y eso, para mí, es más que suficiente por ahora.
ESTÁS LEYENDO
Sombras De Pasión
RomansaAlessandro Ferrara ha pasado su vida en la sombra de la desesperación. Hijo de un padre alcohólico y con una madre fallecida, ha trabajado incansablemente para mantener a su familia a flote. Cada día es una lucha por sobrevivir, y sus esperanzas est...