Alessandro
La noche es especialmente silenciosa, y el aire fresco del jardín me envuelve en un abrazo helado. No tengo un rumbo fijo, solo necesito escapar de las cuatro paredes de mi habitación, aunque sea por un breve momento. Mis pasos son cautelosos mientras avanzo hacia el jardín, el sonido de mis pisadas apenas audible sobre el césped. Mi mente está en un torbellino, atormentada por el miedo y la desesperación.
Decido dirigirme a la piscina. La idea de encontrar un rincón tranquilo al borde del agua parece un consuelo, una forma de escapar momentáneamente del tormento que siento. Me acerco a la piscina con cuidado, tratando de no hacer ruido. La luz de la luna se refleja en el agua, creando destellos plateados que añaden un toque de calma a la noche.
Al llegar, me detengo en seco. Leonardo está allí, nadando con una gracia inesperada. El agua se mueve a su alrededor como si obedeciera a sus movimientos, y él se desliza a través de ella con una habilidad innata. Me quedo allí, paralizado por la sorpresa. El espectáculo es hipnótico. No puedo apartar la vista.
Leonardo emerge del agua, sus músculos brillando con el reflejo de la luna. El agua escurre de su cuerpo, y aunque la cicatriz en su pecho es un recordatorio de lo que realmente es, no puedo evitar admirar la perfección de su forma física. Cada movimiento es calculado y elegante, un contraste con la imagen de brutalidad que normalmente asocio con él.
Me encuentro atrapado en un trance, mis ojos recorriendo cada contorno de su cuerpo. La cicatriz en su pecho es prominente, pero incluso ella no puede desviar mi atención de la belleza que posee su figura. A pesar de todo, hay algo magnético en él que me atrae y me intimida al mismo tiempo.
Leonardo se acerca al borde de la piscina y sale del agua con una rapidez que desafía la gravedad. Sus movimientos son fluidos y seguros, y el vapor del agua caliente se eleva a su alrededor en un halo etéreo. La imagen es tan imponente que me encuentro sin aliento, incapaz de moverme. Mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras sigo observando, mi mente llena de confusión y asombro.
Leonardo se seca con una toalla, y su mirada se cruza con la mía. Hay una intensidad en sus ojos que es difícil de describir. No dice una palabra, pero su expresión es todo un mensaje en sí misma. La tensión entre nosotros es palpable. Me siento como si estuviera atrapado en una tela de araña, incapaz de escapar de la mirada que me atraviesa.
—¿Qué haces aquí? —su voz es grave, pero hay una curiosidad en ella que no puedo ignorar. Se acerca a mí con pasos firmes, y yo me encuentro retrocediendo involuntariamente. Cada paso que da es como una oleada de poder y presencia.
—Yo... yo solo quería salir un rato —mi voz es temblorosa, y no puedo evitar que el miedo se note en mis palabras. Mi mirada se mantiene en el suelo, incapaz de enfrentar la intensidad de su mirada.
Leonardo se detiene frente a mí, su expresión se suaviza un poco. Parece contemplativo, casi pensativo. Hay algo en sus ojos que no puedo descifrar, una mezcla de emociones que no logro entender.
—No tienes que tener miedo de mí —dice finalmente, su tono más suave de lo que esperaba. Su mano se extiende hacia mi rostro, y la sensación de su contacto es sorprendentemente cálida—. No estoy aquí para hacerte daño.
No puedo evitar estremecerme al sentir su toque. Sus dedos son firmes, pero su toque es sorprendentemente suave. Mi cuerpo responde de manera involuntaria, y me siento atrapado en un torbellino de emociones. La cercanía de Leonardo es inquietante y fascinante al mismo tiempo.
—Te veo como una pieza de un rompecabezas que aún no está completo —continúa, su voz es casi un susurro. Hay una sinceridad en sus palabras que no puedo ignorar, aunque la tensión sigue en el aire—. No quiero que tengas miedo de mí, pero también quiero que entiendas la gravedad de nuestra situación.
Mis labios se mueven para responder, pero no encuentro las palabras. Me encuentro inmóvil, el miedo y la fascinación luchando por controlar mis emociones. La presencia de Leonardo es abrumadora, y cada palabra que dice parece llevar un peso considerable.
Finalmente, Leonardo retira su mano y da un paso atrás, la distancia entre nosotros se restablece. Sus ojos siguen fijos en los míos, y puedo sentir la carga emocional de su mirada. Es un momento de silencio en el que todo parece detenerse.
—Regresa a tu habitación —ordena con firmeza—. No quiero que vuelvas a salir sin permiso. Necesitas comprender que tus acciones tienen consecuencias.
Asiento lentamente, mi mente todavía enredada en la confusión. Me doy la vuelta y empiezo a caminar de regreso hacia la mansión, sintiendo el peso de sus palabras y la intensidad de su mirada. La noche es fría, y el camino hacia mi habitación parece más largo que nunca. Mientras avanzo, no puedo evitar preguntarme qué significa realmente todo esto, y si alguna vez lograré entender a Leonardo por completo.
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Sombras De Pasión
RomansaAlessandro Ferrara ha pasado su vida en la sombra de la desesperación. Hijo de un padre alcohólico y con una madre fallecida, ha trabajado incansablemente para mantener a su familia a flote. Cada día es una lucha por sobrevivir, y sus esperanzas est...