Capítulo 21

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Leonardo

La conversación con Lorenzo sobre el envío de una carga a Rusia se ha vuelto tediosa. Los detalles logísticos no parecen tener fin, y mi paciencia comienza a agotarse. Mientras Lorenzo me dice los detalles, mi mente divaga, deseando estar en otro lugar.

De repente, la puerta de mi despacho se abre de golpe. Sofía entra con una expresión de alarma que inmediatamente capta mi atención. Hay una urgencia en su rostro que no puedo ignorar.

—¡Leonardo! —su voz temblorosa me hace levantar la vista—. Alessandro está tirado en el suelo de la cocina. Hay sangre... ¡Ven rápido!

Sin esperar una segunda invitación, me levanto de mi silla y me dirijo a la cocina a pasos largos. La preocupación y el miedo se apoderan de mí mientras corro por los pasillos, mis pensamientos acelerados. Al llegar a la cocina, la escena que se despliega ante mí es alarmante.

Alessandro yace en el suelo, su cuerpo inerte y una mancha de sangre alrededor de su cabeza. Mi corazón se acelera al ver la herida, y un nudo se forma en mi estómago. Sin pensarlo dos veces, me arrodillo junto a él y lo levanto con cuidado en mis brazos, tratando de no moverlo demasiado para evitar agravar la herida. La preocupación me consume mientras lo traslado rápidamente a mi habitación.

—¡Sofía, llama al médico! —ordeno con urgencia mientras me apresuro a través de la mansión. Sofía asiente con rapidez y se aleja para seguir mis instrucciones.

Al llegar a mi habitación, coloco a Alessandro suavemente en la cama. Mi mente está nublada por la preocupación y el miedo. Mi primer impulso es quedarme a su lado, pero sé que el médico es lo más importante en este momento. Me siento a su lado, observando su rostro pálido y la sangre que ha comenzado a secarse en su piel.

Minutos parecen pasar como horas mientras espero la llegada del médico. Finalmente, escucho pasos apresurados y la voz de Sofía que le da instrucciones al médico para llegar hasta aquí. La puerta se abre y el doctor entra con una expresión profesional pero relajada. Se aproxima a Alessandro y empieza a examinarlo con cuidado.

—Déjenme ver —dice el doctor mientras se agacha junto a la cama. Examina la herida en la cabeza de Alessandro con un par de guantes y una linterna. Su mirada es concentrada, y sus movimientos son firmes pero cuidadosos.

El tiempo se estira mientras el doctor trabaja, cada segundo parece una eternidad. Finalmente, se levanta y me dirige una mirada tranquilizadora.

—No es nada grave —dice con voz calmada—. El chico se desmayó debido al estrés. La sangre en su cabeza es por el golpe que se dio cuando cayó. No es una herida profunda.

Un suspiro de alivio escapa de mis labios, y mi tensión disminuye de inmediato. La noticia de que no es nada grave me alivia enormemente. Mi mente empieza a despejarse, y la preocupación comienza a transformarse en una mezcla de alivio y remordimiento. Me doy cuenta de que, a pesar de todo, la seguridad de Alessandro es importante para mí.

—¿Qué debemos hacer ahora? —pregunto, tratando de recuperar el control de la situación.

—Lo mejor es que lo mantengamos bajo observación por un tiempo —responde el doctor—. Estará bien, pero el descanso es crucial. Además, le aplicaré un vendaje en la cabeza para proteger la herida. Solo asegúrese de que no se mueva mucho en las próximas horas.

Asiento con determinación y agradecimiento. Mientras el doctor trabaja en la cabeza de Alessandro, yo me quedo al lado de la cama, observando y sintiéndome más tranquilo al saber que está en buenas manos.

Sofía se acerca y me mira con una expresión de preocupación y alivio mezclados.

—¿Cómo te sientes, Leonardo? —pregunta con voz suave, sus ojos reflejan su propio malestar por la situación.

—Preocupado, pero aliviado de saber que no es nada grave —respondo sinceramente—. Gracias por alertarme a tiempo.

Sofía asiente y me da una ligera sonrisa. La atmósfera en la habitación es de tensa calma mientras el doctor termina de hacer el vendaje y da algunas indicaciones finales sobre el cuidado de la herida.

—Mantendré un ojo en él —dice el doctor antes de despedirse—. No dudes en llamarme si algo cambia.

Lo veo salir de la habitación y me quedo solo con Alessandro. La noche ha sido larga y agotadora, pero ahora, al ver que él está estable, mi mente comienza a relajarse. Me siento al borde de la cama, observando su rostro aún pálido, sintiendo una mezcla de emociones que son difíciles de describir.

La imagen de Alessandro herido se queda grabada en mi mente, y me doy cuenta de que a pesar de todo lo que ha sucedido, no puedo dejar de preocuparme por él. La situación ha cambiado de una manera inesperada, y la preocupación que siento por su bienestar es más profunda de lo que hubiera imaginado.

Me quedo allí en la penumbra de la habitación, contemplando el silencio que rodea a Alessandro mientras duerme. El peso de la preocupación y el alivio se mezclan en mi pecho, y la noche continúa su curso mientras espero que la calma regrese a nuestras vidas.

Sombras De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora