Capítulo 24

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Alessandro

La noche ha caído y, para mi sorpresa, Leonardo se presenta en mi habitación con una expresión decidida. Me dice que lo acompañe a un lugar. No hay margen para discusiones; su tono es firme y autoritario, dejándome claro que no tengo opciones. Mientras salimos, el silencio se cierne sobre nosotros, cargado de una tensión inusual.

Leonardo conduce el auto con habilidad y precisión, atravesando las calles de Florencia con una calma que contrasta con la preocupación que siento. La ciudad brilla con luces vibrantes y la vida nocturna parece bullente, pero el viaje en sí es un misterio para mí. La ansiedad crece en mi pecho mientras nos dirigimos a un destino desconocido.

Finalmente, llegamos a un restaurante elegante, uno que definitivamente no se ajusta a mi idea de una simple "salida". La fachada es majestuosa y el ambiente dentro es lujoso, con candelabros brillando y un murmullo sofisticado que llena el aire. Mientras entramos, mi mente sigue dando vueltas en torno a la razón de esta visita.

Nos sentamos en una mesa apartada, rodeados de un entorno de opulencia. Leonardo, con una sonrisa que parece casi natural en este entorno, me informa que este es el mejor restaurante de Florencia. La comida es exquisita, pero mi mente sigue centrada en la pregunta que no puedo evitar hacer.

—¿Por qué me has traído aquí? —pregunto en voz baja, asegurándome de que solo él pueda oírme—. Se supone que soy tu mascota, ¿no?

Leonardo me observa con una mezcla de sorpresa y diversión. Hay algo en su mirada que no puedo descifrar, una profundidad oculta que parece estar tratando de comunicar algo más allá de sus palabras.

—No eres solo una mascota, Alessandro. A veces, es necesario mostrar que la vida no se limita a lo que ves todos los días. Esta noche es una oportunidad para que veas el mundo desde otra perspectiva.

A pesar de las palabras de Leonardo, la cena transcurre con un aire de normalidad que resulta casi irreal dado nuestro reciente conflicto. Los platos se sirven con cuidado, y aunque trato de mantener una conversación ligera, mi mente sigue en alerta.

Una vez que hemos terminado, volvemos al auto y nos dirigimos de regreso a la mansión. Sin embargo, el trayecto se torna inquietante. Mientras atravesamos una calle poco iluminada, un coche aparece de la nada, bloqueando nuestro camino. De él descienden tres hombres armados, sus miradas amenazantes y sus movimientos decididos.

El pánico se apodera de mí mientras Leonardo toma el control de la situación con una confianza fría. Sin dudarlo, acelera el auto y choca contra el vehículo de los atacantes. La colisión es brutal, y el impacto me lanza contra el asiento, pero Leonardo no se detiene. La persecución comienza, y el sonido de los motores y los disparos llena el aire.

El auto de Leonardo se desplaza con agilidad, esquivando balas y maniobrando con precisión mientras nos adentramos en el campo. La vegetación pasa a nuestro alrededor a gran velocidad, y la adrenalina en mi cuerpo alcanza niveles extremos. Los disparos continúan y el caos se convierte en una realidad palpable.

De repente, Leonardo toma una decisión y nos hace bajar del coche en medio de la oscuridad. El campo es irregular y peligroso, pero no hay tiempo para dudar. Leonardo saca su arma con una determinación implacable y comienza a disparar contra los hombres que nos siguen. La batalla se desarrolla con una intensidad frenética, y el miedo se mezcla con la sorpresa mientras la situación se vuelve aún más peligrosa.

En un momento crítico, uno de los atacantes logra herir a Leonardo en el brazo derecho. La visión de la sangre y la herida me hace sentir una desesperación abrumadora. Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y mi mente busca desesperadamente una solución. Sin saber qué más hacer, arranco un pedazo de mi ropa y me apresuro a atender la herida de Leonardo.

Sombras De PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora