Leonardo
Estoy en mi habitación, sentado al borde de la cama, mi mente revuelta con la última serie de eventos que se ha desenvuelto en mis territorios. El silencio en la habitación es interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose bruscamente. Lorenzo entra, su expresión grave y cargada de preocupación.
—Tenemos problemas —dice, su tono serio y su cuerpo tenso—. Uno de nuestros territorios ha sido tomado por los rivales.
Las palabras de Lorenzo resuenan en mi mente, y una ola de furia se apodera de mí. Mi corazón late con intensidad, y me levanto de un salto. Me acerco a Lorenzo, mi mirada fría y decidida.
—¿Qué? ¿Cómo pudo suceder esto? —mi voz es un susurro cargado de ira.
Lorenzo no dice nada más, solo observa mientras me recupero de la sorpresa. Mi control comienza a desmoronarse, y un rugido de frustración escapa de mis labios. La pérdida de un territorio es una amenaza directa a mi autoridad y a mi dominio, algo que no puedo tolerar.
—Recupérenlo a como dé lugar —ordeno con firmeza—. Quiero que maten a todos los que se encuentren allí. No quiero dejar ni un sobreviviente. Que paguen por atreverse a desafiarme.
Lorenzo asiente rápidamente, y con una última mirada, se da la vuelta y se dirige a resolver la situación. Estoy solo ahora, el peso de la responsabilidad y la ira sobre mis hombros.
Salgo de la habitación y me dirijo a la sala. La casa está en silencio, pero el ambiente está cargado con mi furia. Entro en la sala y me acerco a la barra, donde tomo una copa de vino. El líquido rojo y oscuro llena el cristal, y lo levanto a mis labios, pero en lugar de saborear el vino, simplemente lo sostengo mientras mi mente sigue agitada.
Me acerco a la chimenea, donde el fuego crepita y proyecta sombras danzantes en las paredes. La luz del fuego refleja mi estado interno: ardiente y tumultuoso. Mientras observo las llamas, mi mente sigue regresando a la traición y al desafío que enfrentamos. La furia en mi interior parece alimentarse del calor del fuego, intensificándose con cada parpadeo de las llamas.
De repente, oigo un ruido detrás de mí. Me vuelvo para encontrar a Alessandro en la entrada de la sala. Su expresión es una mezcla de miedo y curiosidad, y al verme, su miedo se intensifica. Los recuerdos de su situación y su actitud reservada llegan a mi mente, y una parte de mí reconoce el impacto que mi ira puede tener sobre él.
Alessandro avanza lentamente, sus pasos son vacilantes, y sus ojos se desvían entre el fuego y yo. Su cuerpo se estremece ligeramente mientras se acerca, y puedo ver la lucha interna en su rostro. El temor está claramente visible en sus ojos, y no puedo evitar sentir una mezcla de frustración y compasión hacia él.
—¿Por qué estás aquí? —mi voz es dura, pero intento mantenerla bajo control—. ¿Acaso quieres algo?
Alessandro se detiene a unos pasos de distancia, su voz temblando cuando responde.
—Solo... solo quería ver qué estaba pasando —dice, sus palabras son susurros—. ¿Estás... estás bien?
Su preocupación suena sincera, pero en este momento, mi paciencia está al límite. No estoy dispuesto a enfrentar su vulnerabilidad ahora. La tensión en el aire es palpable, y Alessandro parece sentirlo, su postura se vuelve aún más temerosa.
—No es el momento para tus preguntas —respondo, mi tono tajante—. No debes estar aquí. Regresa a tu habitación.
Alessandro asiente, pero antes de dar un paso atrás, su mirada se encuentra con la mía. Hay un destello de comprensión en sus ojos, un reconocimiento de la tensión y la ira que me consumen. Luego, se da la vuelta y se aleja, sus pasos apresurados y vacilantes.
Mientras lo veo alejarse, me doy cuenta de la intensidad de mi propio estado. La furia y el estrés están tomando el control, y la imagen de Alessandro, temeroso y preocupado, solo sirve para recordarme la complejidad de mi situación actual.
Me vuelvo hacia el fuego, el calor y la luz parecen intensificarse en mis ojos. El desafío de recuperar mi territorio y mantener mi poder está presente en cada pensamiento. Mientras me sumerjo en el silencio de la sala, intento centrarme en las acciones que debo tomar, preparándome para lo que está por venir.
El sonido de los crujidos del fuego es lo único que acompaña mis pensamientos. La sala, aunque llena de calor, está fría y distante, y el peso de las decisiones que he tomado y las consecuencias que enfrentamos se siente más pesado que nunca. La situación es crítica, y la necesidad de actuar con rapidez y eficacia nunca ha sido tan urgente.
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Sombras De Pasión
RomansaAlessandro Ferrara ha pasado su vida en la sombra de la desesperación. Hijo de un padre alcohólico y con una madre fallecida, ha trabajado incansablemente para mantener a su familia a flote. Cada día es una lucha por sobrevivir, y sus esperanzas est...