Alessandro
Han pasado dos días desde que Leonardo prometió regresar a Milán, y la ansiedad me consume mientras espero su llegada. La casa de los Greco está silenciosa, el bullicio habitual de la mansión ha disminuido y sólo queda la soledad de las noches interminables. Cada momento que pasa sin noticias de él aumenta mi preocupación. Me doy cuenta de cuánto dependo de su presencia, de cómo su ausencia me hace sentir tan perdido.
La noche cae, y me encuentro sentado junto a la ventana de mi habitación, el anillo de compromiso que me dio brilla débilmente a la luz de la luna. Lo sostengo en mi mano, girándolo lentamente, recordando el momento en que me lo puso en el dedo, su promesa de amor eterno y la emoción en sus ojos. ¿Qué podría estar retrasándolo? Me pregunto, sintiendo una ola de preocupación que no puedo controlar.
Finalmente, me rindo al cansancio y me acuesto en la cama. Mis pensamientos siguen girando en torno a Leonardo mientras cierro los ojos, esperando que mañana traiga noticias de su regreso.
En medio de mi sueño inquieto, siento un abrazo cálido envolviéndome por la espalda. Mis ojos se abren de golpe, y el familiar aroma de Leonardo me envuelve. Me doy la vuelta lentamente, y allí está él, recostado a mi lado en la cama, mirándome con una sonrisa suave y llena de amor.
—Te ves como un ángel durmiendo —susurra su voz, llena de ternura.
La sonrisa se dibuja en mi rostro al escuchar sus palabras. Me siento aliviado al verlo aquí, a mi lado. Siento cómo el peso de la preocupación se disuelve al instante. Me doy la vuelta completamente para enfrentar a Leonardo, y el alivio en mis ojos se encuentra con el brillo en los suyos.
—Me tenías preocupado —le digo, mi voz aún llena de un eco de ansiedad.
Leonardo se inclina hacia mí, su mano acariciando mi rostro con suavidad.
—Lo siento —dice, su tono es una mezcla de disculpa y cariño—. Estaba ocupado con algunos asuntos, pero aquí estoy ahora.
Lo miro fijamente, mi corazón se acelera al ver lo hermoso que se ve a la luz tenue de la habitación. La tristeza de su ausencia se desvanece, reemplazada por una calidez reconfortante.
—Eres hermoso —le digo con sinceridad—. Eres el verdadero ángel.
Leonardo sonríe, una chispa traviesa en sus ojos. Se inclina un poco más cerca y susurra:
—No soy un ángel, Alessandro. Soy más bien un demonio... pero si quieres, puedo quitarte el pantalón y el bóxer, y hacerte ver el cielo.
Me siento sonrojar de inmediato, la calidez de su cercanía y sus palabras atrevidas me envuelven. Mi respiración se acelera un poco, y me ruborizo por la propuesta audaz.
Leonardo empieza a reír suavemente, una risa que es a la vez juguetona y profundamente amorosa. Su risa llena la habitación, rompiendo la tensión y trayendo una sensación de alivio.
—No es justo —le digo, tratando de ocultar mi sonrojo—. Siempre sabes cómo hacerme sentir de mil maneras a la vez.
—Eso es porque te amo —responde Leonardo, su risa suavizándose mientras me mira con una ternura inconfundible—. Y no hay nada en el mundo que quiera más que hacerte feliz.
Nos abrazamos, y la calidez de su cuerpo contra el mío me recuerda todo lo que hemos pasado juntos. Nos tomamos un momento para disfrutar de la cercanía, de la tranquilidad que trae su presencia.
—Estoy tan feliz de tenerte aquí —le susurro, cerrando los ojos mientras dejo que la sensación de seguridad me envuelva.
—Y yo estoy feliz de estar aquí contigo —responde Leonardo, su voz un susurro cercano a mi oído—. Ahora que estamos juntos, nada más importa.
Nos quedamos así, abrazados, disfrutando del momento de calma y conexión. Las preocupaciones de los últimos días parecen desvanecerse, reemplazadas por una profunda sensación de amor y gratitud.
—Dime que no volverás a desaparecer así —le pido suavemente, aferrándome a él con fuerza.
—Nunca más —promete Leonardo, su voz firme y llena de convicción—. Te tengo aquí conmigo, y así será siempre.
Nos besamos con ternura, y en ese beso siento la promesa de un futuro juntos, de la fuerza de nuestro amor que supera cualquier obstáculo. La noche avanza en un cálido abrazo, y por fin, puedo dejarme llevar por el sueño, sabiendo que Leonardo está a mi lado y que, juntos, enfrentaremos todo lo que venga.
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Sombras De Pasión
RomanceAlessandro Ferrara ha pasado su vida en la sombra de la desesperación. Hijo de un padre alcohólico y con una madre fallecida, ha trabajado incansablemente para mantener a su familia a flote. Cada día es una lucha por sobrevivir, y sus esperanzas est...