Leonardo
—Leonardo, lo encontramos —dice Lorenzo, su voz firme pero cargada de una ligera tensión. Lo miro sin parpadear, incapaz de procesar cualquier otra cosa que no sea su siguiente frase—. Hay una casa a las afueras de la ciudad. Movimientos extraños. Puede ser el lugar.
Mi corazón se detiene por un segundo, luego late con una furia renovada. No necesito más detalles, no necesito un plan. Solo necesito estar ahí.
—Vamos —digo en un tono que no admite discusión.
Mis hombres y yo nos movemos rápidamente. No me importa lo que pueda esperarnos. Lo único que importa es Alessandro. Han pasado días desde que lo vi por última vez, y cada segundo que pasa sin él se siente como una eternidad. La desesperación y el miedo, mezclados con la ira, se han apoderado de mí. El único pensamiento en mi mente es sacarlo de donde sea que lo tengan. Gabrielle me quitó algo precioso, y no me detendré hasta destruirlo.
El viaje es un borrón. Mis manos están apretadas sobre el volante, mi mente fija en un solo objetivo. Cuando llegamos al lugar, me detengo en seco. La casa parece vieja, decrépita, pero hay un aire de peligro evidente alrededor. Mis ojos recorren el perímetro y veo a los guardias. La seguridad es pesada, pero no lo suficiente para detenerme.
—Leo, está muy vigilado, debemos...
—No hay tiempo, Lorenzo —lo interrumpo—. No esperaré.
Mis palabras son definitivas. Sé que mi equipo me sigue de cerca, pero no pueden entender completamente lo que siento. No saben lo que es perder a alguien como Alessandro. Sus vidas están dedicadas al trabajo, a la lealtad hacia mí, pero no a ese tipo de amor.
Nos movemos entre las sombras. Me acerco al primer guardia sin pensarlo. En cuestión de segundos, su cuerpo cae al suelo, silencioso. Lorenzo y los otros siguen eliminando a los que patrullan el área. Es un trabajo limpio, rápido. No tengo paciencia para sutilezas hoy.
Al llegar a la entrada, respiro profundo. La puerta cede bajo la fuerza de mis hombres, y entramos. Dentro de la casa todo está inquietantemente tranquilo. El silencio es espeso, como si algo en el aire anunciara el caos que está por venir.
Doy unos pasos más y entonces ocurre. El sonido de balas llenando el espacio es ensordecedor, pero no me detengo. Mi equipo responde, las armas rugen, pero mi objetivo está más allá de esto. Las balas pasan cerca, pero no siento miedo. Solo quiero llegar a Alessandro.
Mis pies me llevan rápidamente por el pasillo. Cada esquina me acerca a él, lo sé. La ira bulle dentro de mí, alimentada por el miedo que trato de ignorar. ¿Qué si no llego a tiempo? ¿Qué si Gabrielle ya le ha hecho algo? No puedo ni pensar en eso. No lo permitiré.
Finalmente, llego al final del pasillo. Hay una puerta de metal que bloquea mi camino. Sin detenerme, la derribo con una patada.
Y ahí está.
Alessandro.
Está atado a una silla, su cabeza baja. La sangre me hierve al verlo en ese estado. No debería estar así. Debería estar a salvo, en mi casa, lejos de este infierno. Me acerco a él rápidamente.
—Alessandro... —susurro su nombre, sintiendo una mezcla de alivio y angustia al verlo con vida. Pero cuando sus ojos se levantan para mirarme, veo el terror en ellos.
—Tienes que irte, Leonardo... —dice con una voz que apenas sale de sus labios, débil pero firme—. Esto es lo que Gabrielle quiere. Que estés aquí...
Un segundo después, siento el golpe en la parte trasera de mi cabeza. El dolor me ciega momentáneamente y caigo de rodillas. Gabrielle.
—Leonardo, Leonardo... —su voz suena sarcástica, burlona—. Siempre tan predecible. Sabía que vendrías. El amor, después de todo, te hace débil.
Levanto la vista y lo veo, sosteniendo mi arma, su sonrisa es perversa. Mis puños se aprietan, pero el dolor en mi cabeza es secundario frente a la furia que me consume.
—Gabrielle... —gruño, poniéndome de pie lentamente—. Sabía que esto era tu obra. No has cambiado en nada, ¿verdad? Usando a otros para tus juegos enfermizos.
Él ríe, pero en sus ojos hay un destello de odio.
—¿Usar a otros? —pregunta con una sonrisa maliciosa—. Tú lo sabes mejor que nadie. Mataste a la persona que más amaba, Leonardo. Justo delante de mis ojos. ¿Recuerdas? Yo solo estoy devolviéndote el favor.
—¡Cállate! —le grito, avanzando hacia él.
Antes de que pueda reaccionar, uno de mis hombres aparece en la puerta. Gabrielle, sin dudarlo, levanta el arma y le dispara en el pecho. El hombre cae muerto en un segundo.
La furia me consume por completo. Aprovecho la distracción y me lanzo contra Gabrielle. El impacto lo arroja al suelo, y ambos comenzamos a luchar. Mis puños se estrellan contra su rostro, y él responde con la misma violencia. Rodamos por el suelo, un amasijo de golpes y odio. La pistola cae de sus manos, deslizándose hasta el suelo.
—Te voy a matar —gruño entre dientes, mis manos rodeando su cuello.
Gabrielle se ríe, incluso mientras lucha por respirar.
—Ya lo intentaste una vez, ¿recuerdas? —responde con burla, mientras me golpea en las costillas.
Ambos nos lanzamos hacia el arma, forcejeando por ella. La lucha es caótica, brutal. Mis dedos tocan el metal frío, pero Gabrielle también está cerca. En el forcejeo, el gatillo se acciona.
El sonido del disparo llena la habitación.
El silencio que sigue es más devastador que el propio estruendo del arma. Gabrielle y yo nos detenemos, respirando pesadamente, nuestras miradas se encuentran por un breve segundo, pero luego, nuestros ojos se dirigen hacia Alessandro.
Lo veo. Su cuerpo está inclinado en la silla, y una mancha roja se extiende en su camisa.
—No... —mi voz es apenas un susurro mientras el terror se apodera de mí.
Corro hacia él, mis manos temblorosas al tocar su rostro pálido. Siento la vida desvaneciéndose de él, y en ese momento, el mundo deja de tener sentido. Gabrielle aprovecha mi distracción y escapa, pero no me importa. Todo lo que puedo ver es a Alessandro, herido, sufriendo, por mi culpa.
—¡Alessandro! —grito, cayendo de rodillas, mi corazón desgarrándose.
Sus ojos me miran, llenos de dolor. Me aferro a él con desesperación, incapaz de aceptar lo que está sucediendo.
—No... No te vayas, Alessandro.
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Sombras De Pasión
RomanceAlessandro Ferrara ha pasado su vida en la sombra de la desesperación. Hijo de un padre alcohólico y con una madre fallecida, ha trabajado incansablemente para mantener a su familia a flote. Cada día es una lucha por sobrevivir, y sus esperanzas est...