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AUTUMN
Las primeras cuatro horas logré dormir como una reina, tras saber que tenía a Charles a mi lado. Había decidido aplicar la de ignorar su existencia hasta que saliéramos de aquí, pero las horas pasan tan lento que empezaba a desesperarme. Charles estaba dormido a mi lado, intenté no verlo sabiendo que habían personas presente y podían mal interpretar la situación, sin embargo, no podía ignorar el hecho que se miraba algo diferente. Estaba más musculoso, la barba era más grande y se veía más relajado que hace unos años.
Volteé a ver hacía la ventana moviendo mi pie nerviosa, lo que menos esperaba era volver a encontrarme a mi ex novio en un vuelo de 12 horas ¿Tan salada estaba? Lo que más llama mi atención es el hecho que estaba en un avión normal, mientras que él podría ir perfectamente en el jet privado. No sabía cuál había sido la razón de esto, pero tampoco es como que fuera de mi incumbencia.
—Te teñiste el cabello. —su voz me asustó que di un pequeño salto en el asiento.— ¿Tan feo soy?
—Si y sí. —contesté ambas antes de volver a ver la ventana deseando tirarme de ella en ese momento.
—Te ves diferente, chéri. —mordí mi lengua no queriendo hablar pero él siguió.— Deja de morderte la lengua.
—No lo estaba haciendo. —frunci el ceño molesta.— Y ya te dije, deja de llamarme así. Soy señorita Laurent para ti. —contesté.
— ¿Señorita Laurent? —se río.— Recuerdo que solía decirte Brielle o chéri antes.
—Me podías llamar así, porque éramos cercanos. Ahora no me interesa ser cercana a ti, Leclerc. —se quedó callado unos segundos hasta que se levantó del asiento.
Suponía que iba hacia el baño por lo tanto tuve la oportunidad de soltar un suspiro, como pude llamé a una azafata con una seña para poder hablar con ella.
—Hola, ¿Será que hay alguna posibilidad de poder cambiar de puesto con alguien? —pregunté nerviosa.— Es que me siento incómoda aquí por mis piernas. —mentí.
—Lo siento, señorita Laurent. —hice una mueca.— Tenemos órdenes de no cambiar asientos a menos que no sea a inicios del vuelo, las personas están durmiendo y no les gusta ser llamados. —suspiré.— Además el señor Leclerc nos pidió si podía quedarse a su lado por su comodidad, ya sabe, es famoso y él se siente cómodo con él. —¿Charles dijo eso?
—¿Está segura que no puede hacer una excepción? —pregunté ansiosa.
—Lo siento. —me volví acomodar en mi asiento resignada.— Pero, si la hace sentir bien, algunas personas de aquí van a Mónaco a la inauguración de su galería. —eso me hizo sonreír inmediatamente.— Felicidades señorita Laurent.
—Gracias.
—¿De qué hablamos? —llegó el monagesco con una sonrisa que hizo sonrojar a la azafata, rodé los ojos sin hablar volviendo a ver hacía la ventana.— ¿Vio eso? Ella me rechaza, rechaza nuestro amor verdadero.
