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Portofino, Italia, 16 de Julio del 2024.
AUTUMN
Con cuidado y ayuda de Charles bajamos del yate, el monagesco había querido ir a comer a un lugar fuera. Estaba algo nerviosa porqué íbamos sin usar las pelucas pero a diferencia de las veces anteriores, el lugar estaba con pocas personas que suponía que no sabían quienes éramos. Íbamos tomados de la mano viendo como él lugar se iluminaba por las luces decorativas, aunque ya conocía algo de aquí siempre lograba sorprender como iban innovando hasta verse mucho mejor que la vez anterior.
Realmente no sabía a dónde íbamos, creí que íbamos a ir al restaurante que íbamos siempre pero hoy había tomado otro camino. Me dejé guiar sin preguntar, conocía tan bien a Charles para saber que quería darme una sorpresa. En algún punto me había acostumbrado a ellas, se sentían tan naturales y tan detalladas que realmente no me gustaba pensar que no le estaba dando lo mismo. Ahora siento que me cuesta mucho ser más expresiva en el área de detalles. Si bien, lo llevé a él parque de diversiones se que él ha triplicado ese regalo con todo lo que ha hecho.
Así es como caminamos por un rato más hasta llegar a un tipo de ¿playa? No sabía como describirlo, vi como él lugar estaba vacio sólo teniendo una mesa ahí con mucha comida. Estaba decorada con pétalos rojos de flores, lo miré desde mi lado viendo que estaba concentrado en llegar frente de mí. Me había dicho que no usará nada extraordinario y él también estaba vestido casual, supongo que era una cita más pero el que se haya tomado el tiempo de hacerlo especial me hacía feliz.
Se detuvo frente de mí dándome la espalda, paso unos segundos hasta que se dio la vuelta sonriente. Lo miré mejor sólo teniendo la luz de la luna siendo testigos de nosotros, no pude despegar mis ojos de suyos quedando hipnotizada con ellos. No sé qué había ésta noche, pero, me sentía más enamorada de él.
—¿Tú hiciste todo esto?
—Tuve algo de ayuda. —sonreí.— Estuve pensando en la mañana luego de nuestra conversación sobre nosotros, se que hemos tenido citas variadas pero no hemos tenido una donde podemos simplemente sentarnos a hablar y conocernos aun más. —acaricio mi mejilla.— Es la idea más romántica que se me ocurrió.
—Es perfecta. —uní nuestros labios rápidamente.— Tengo hambre y quiero ver que comeremos. —toqué mi estómago lo cual río.
—Está bien.
Tomados de la mano caminamos hasta la mesa donde el me ayudó a sentarme, así después él hacerlo quedando frente de mí. Empezó a destapar la comida dejando ver primero un poco de pasta que olía delicioso, en otro plato habían unos croissant a lo que me reí, y luego estaban las copas y el vino. Olía demasiado rico, algo que me encantaba de Italia siempre será la gastronomía.
—Antes. —se colocó nervioso y suspiró.— Bueno, antes de todo quiero decir que se que todavía no estamos listos para ser novios oficiales y lo respeto. —sonreímos.— Hay una razón por la que quería hacer esto, probablemente no dejé de pensar en lo que hablamos hoy y me di cuenta que nuestro mayor error antes fue que nunca nos comunicabamos. —asentí de acuerdo.— Me di cuenta que de alguna manera te sorprendió que haya empezado a contar como me sentía y entendí que todo el tiempo eso es lo único que querías de mi antes. —movió sus manos nervioso.— La razón por la que nunca pude hacerlo abiertamente era porqué has sido la primera persona que me sentí seguro. —pude ver como se removió algo ansioso como si le costará encontrar las palabras.— Creo que nunca me había sentido así con alguien, habías conocido mi versión feliz y algo triste pero jamas cuando perdía el control sobre algo o en si mi vida.
