Capítulo 26

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9/10.

Al día siguiente.

Perséfone.

Entró a la mansión con Rubí enrollada en uno de mis brazos, ayer tuve que llevarla a la veterinaria para que la bañaran por primera vez desde que la tengo en mi poder, le hicieron un par de revisiones y por eso tuve que dejarla por el día de ayer en la veterinaria especializada en reptiles, ahora Rubí tiene un lindo moño rojo que combina con sus ojos y la hace ver hermosamente peligrosa.

Perséfone: Te dejaron muy linda Rubí— los guardias me miran con terror cuando ven la serpiente en mi brazo, los ignoro y me encamino a la sala, se me hace raro que estén dentro de la casa pues siempre están por los alrededores— estás de muerte.

Literalmente.

Llegó hasta la sala y me encamino hacia las escaleras cuando no encuentro a nadie allí, subo hasta la habitación que comparto con Zyan y dejó a Rubí en su jaula luego de darle dos ratones, cierro su jaula cuando veo cómo se distrae con su comida, mi pequeña es toda una juguetona a la que le gusta jugar con su comida antes de comérsela.

A veces pienso que le gusta ver la desesperación de las ratas.

Somos tan similares.

Salgo de la habitación buscando a Zyan, desvío mis pasos cuando escuchó fuertes gritos por toda la casa, me encamino a paso rápido hacia las escaleras buscando el motivo de tanto alboroto.

Zyan: ¡Si no aparece en dos putos segundos la sucia sangre de ustedes cubrirá el suelo por donde piso!— frunzo mi ceño cuando lo veo  tan enojado, termino de bajar las escaleras haciéndome notar, Zyan se voltea con los hombros tensos en mi dirección y suelta un suspiro cuando ve que soy yo— déjennos solos.

Me acerco a él de forma rápida cuando veo un moretón en su pómulo derecho y otro en su ojo, ojo que está hinchado y rojo, su labio se encuentra partido y una de sus manos sujeta uno de sus costados con una expresión de dolor mal disimulada.

Perséfone: ¿Qué te pasó? ¿Estás bien?

Sujeto su rostro entre mis manos mientras lo examinó detalladamente con preocupación, sus manos van a las mías y me mira a los ojos fijamente.

Zyan: ¿Dónde estabas?

Su pregunta con un matiz de enojo en su voz me hacen apartar mis manos de su rostro de forma rápida, me alejo de él cuando su rostro se endurece y sus puños se aprietan a sus costados.

¿Qué mierda?

Perséfone: Estaba buscando a Rubí en la veterinaria.

Suelto con voz calmada intentando no iniciar una discusión, últimamente Zyan ha estado bastante extraño, sé que hay algo que no me dice, no soy tonta y sé cuando miente u oculta algo.

Zyan: Te dije que no salieras sin guardias, Perséfone— frunzo aún más el ceño cuando me llama por mi nombre, intentó decir algo pero él no me lo permite— recibí una puta amenaza de muerte y te pedí, no, te rogué que no salieras sin los putos guardias y ¿Qué hiciste?

Aprieto mis puños a mis costados sintiendo como mis ojos se oscurecen y mi cabeza empieza a punzar.

Perséfone: ¡No soy una jodida niña, maldita sea!— grito perdiendo los estribos y olvidándome por completo de que no quería discutir con él— si hubiese sabido que tú también te pondrías en ese plan no me hubiera casado contigo— lo miro con enojo, clavo mis uñas en mis palmas y cierro fuertemente mis ojos— me hubieras ahorrado la decepción de estar con alguien que no confía en mis capacidades.

Camino hacia la puerta ignorando sus palabras.

Zyan: Solecito, no te vayas así— sujeta mi brazos intentando detener mis pasos— debes entender que tu seguridad corre peligro y no quiero que nada te pase... no se que haría si algo te pasa.

Sus ojos se ponen llorosos, desvío mi mirada de la suya no queriendo que mis ojos se cristalicen.

Perséfone: Me duele que no confíes en mí— muerdo mi labio inferior cuando este tiembla ligeramente, pestañeo un par de veces no queriendo que las lágrimas abandonen mis ojos— yo... necesito pensar.

No me atrevo a mirarlo a los ojos, intento zafarme de su agarre pero no me deja.

Zyan: No te vayas...

Niego con mi cabeza suavemente, lo miro a los ojos viendo la desesperación en los suyos.

Perséfone: Necesito aire, no me pasará nada— le digo suavemente, llevo mi mano a su nuca y él entiende mi señal, se baja hasta estar a mi altura y dejo un suave beso en sus labios— por favor...

Le pido en un susurro aún sobre sus labios, deja otro pico en mi boca, un pequeño beso en mi frente y nariz para luego apartarse de mi cuerpo.

Zyan: Está bien, cualquier cosa no dudes en llamarme.

Asiento con mi cabeza y me encamino a pasos lentos hacia la puerta, salgo de la mansión y me subo en el deportivo que me regaló, John tiene el día libre porque pensé que hoy no saldría y si lo haría sería con Zyan.

Me equivoqué.

Manejo lejos de la mansión perdiéndome en mis pensamientos, me duele saber que en el fondo Zyan no me cree capaz de defenderme, no debería sorprenderme pues todos me subestiman, todos creen que soy una puta muñeca de cristal que es capaz de romperse por el más leve roce.

Manejo por las solitarias calles de Grecia de forma tranquila, miró por el retrovisor notando un camioneta que me sigue de cerca, frunzo el ceño y dobló en una calle para confirmar mis sospechas, mi corazón se acelera cuando veo a la camioneta dar el mismo giro que yo y acercarse a mi auto nuevamente, suelto una maldición y me desespero cuando mi auto se apaga de forma repentina, aprieto mis puños en torno al volante no sabiendo qué mierdas hacer.

Perséfone: ¡Maldita sea, enciéndete!

Grito desesperada, mi respiración se vuelve errática cuando las puertas del auto se abren por sí solas, miro hacia atrás viendo como salen unos hombres encapuchados de la camioneta y sin dudarlo ni un segundo me bajo del auto y empiezo a correr, corro tratando de perder a esos hombres que me siguen los pasos de cerca, siento un brazo sujetar mis caderas y elevarme del suelo, un trapo es puesto en mi nariz y boca, luchó por no respirar pero pasados los segundos se me hace imposible debido a lo agitada que me encuentro, la sustancia en el trapo entra por mis fosas nasales y mi vista se nubla rápidamente, trato con todas mis fuerzas de no cerrar mis ojos pero es algo inevitable.

No debí salir de casa.

Nota de la autora:

Los siento tensos.

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Dulce Deseo [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora