6/10.
Perséfone.
¿Es posible que me duele el coño con tan solo respirar?
Es la pregunta que mantiene mi mente distraída de la erecta polla de mi esposo clavada en mi espalda, la noche anterior lo habíamos hecho cuatro veces y en estos momentos estoy destruida.
La segunda vez que lo hicimos fue porque me desperté una hora después de la primera vez y quería seguir recuperando el tiempo perdido.
La tercera fue él quién tomó la iniciativa cuando se le pasó por la mente la idea de yo montándolo.
La cuarta fue un acuerdo mutuo... En mi defensa no me gustan los números impares.
Me estiro en la cama sintiendo como el agarre que implementa Zyan en mi cuerpo se intensifica, sonrió cuando deja un beso en mi nuca antes de acercarme más a su cuerpo desnudo, no quiero abrir los ojos y toparme con la intensa luz del sol.
Zyan: Creo que deberíamos volver a casa y comer algo.
Asiento de acuerdo con sus palabras.
Anoche lo único que cenamos fuimos a nosotros mismos.
Perséfone: Muero de hambre— murmuro aún sin abrir los ojos, mi rostro se sonroja de manera anticipada antes de decir— yo... yo creo que no puedo moverme.
Ya lo intenté.
Escucho su fuerte carcajada haciendo que mi rostro se caliente aún más, siento su cuerpo cernirse sobre el mío y abro mis ojos topándome con su hermosa sonrisa, sus ojos grises brillan de una forma que me acelera el corazón, su cabello despeinado me hace recordar todas las veces que tiré de él mientras me hacia suya.
Zyan: Creo que me pasé un poco— suelta con una sonrisa burlona, me sobresalto cuando siento dos de sus dedos en mi coño— ¿Lastime a mi pequeña esposa?
Trato de cerrar las piernas cuando el simple roce de sus dedos en mi coño sensible me pone a temblar, un pequeño espasmo me atraviesa pero el maldito aparta sus dedos de forma inmediata, me mira a los ojos con una estúpida sonrisa burlona antes de incorporarse en la cama con su amiguito orgullosamente erguido.
Perséfone: Desgraciado.
Murmuró mientras le extiendo mis brazos para que me ayude a levantarme, me coloca su camisa y me carga en brazos para llevarnos a la casa.
Zyan: Ninfómana.
[*🍎*]
Miro con mala cara a Zyan cuando me lleva en sus brazos hasta el comedor, él rueda los ojos y besa mi frente suavemente ignorando mis pedidos porque me baje.
Perséfone: ¿Acaso quieres que todo el mundo me vea el coño?
El maldito solo me puso un vestido floreado sin bragas, las putas bragas que deberían estar cubriendo mi coño se encuentran en uno de sus bolsillos.
Zyan: Mataré al que se atreva a mirar algo que no le pertenece.
Suelta tranquilo sacando una de las sillas del comedor, me coloca en ella suavemente antes de irse a la cocina a buscar el desayuno, juego con mis manos mientras lo espero pacientemente.
Perséfone: Una sólo quiere follar y unas bragas, pero al señorito no se le apetece.
Refunfuño enojada, levantó mi vista frunciendo el ceño cuando escucho el sonido de unos tacones, volteo mi cuello mirando hacia la sala viendo como la estúpida de Bernarda o como sea que se llame viene saliendo de la oficina de Malik, mi pecho se oprime cuando me doy cuenta que a ella si la deja entrar a ese lugar.
Malik es una persona fría y distante a la que no le gusta el contacto físico ni que invadan su espacio personal, aborrece el contacto físico y esa es una de las razones por las que siempre evitó tocarlo, no quiero hacerlo sentir incómodo o asqueado de mi toque.
Al parecer con ella es diferente, al parecer todo fue en vano.
Berenice: Me sorprende que todavía estés aquí.
Se acerca hasta donde estoy contoneando sus caderas como si tuviera hormigas en el vestido exageradamente corto y ajustado que carga, una mueca de desagrado se instala en mi rostro cuando la veo limpiar la comisura de sus labios mientras me mira con superioridad.
Perséfone: Deberías ir al médico; esos movimientos anormales que haces con tu cuerpo no parecen saludables.
La miró con una sonrisa como si lo que le estuviera diciendo fuera un consejo entre amigas.
Berenice: Bueno, a los Drakos les gustan estos movimientos anormales.
Relamo mis labios antes de mirarla de arriba abajo con asco, sus palabras hacen que mi pecho se oprima y mis puños se aprieten a mis costados pero no se lo demuestro.
Perséfone: Qué malos gustos tienen entonces.
Se acerca a mí con paso amenazante, no aparta su mirada de la mía mientras intenta de una manera inútil intimidarme.
Berenice: Te daré un consejo de amigas; no te quiero ver cerca de ellos, son míos y no me los vas a quitar, no eres más que una cazafortunas.
Intenta sujetar uno de mis brazos pero me le adelanto, tomó uno de los tenedores que hay en la mesa de forma rápida y lo clavó en su mano escuchando y deleitándome con el grito que sale de lo más profundo de su garganta.
Perséfone: ¿Por qué te describes, amiga?— retuerzo el tenedor en su mano sonriendo angelicalmente cuando veo su sangre correr por sus dedos hasta manchar el pulcro suelo— te dije una vez que no te metieras conmigo si no querías morir, al parecer no eres más que una estúpida suicida— la miro a los ojos, los suyos están rojos y llenos de lágrimas, su exagerado maquillaje se encuentra esparcido por sus mejillas haciéndome reír— payasito, no proclames como tuyo algo que nunca tuviste ni tendrás, no seas tan estúpida— saco el tenedor de su mano viendo como Bernarda cae al suelo de forma inmediata, escucho unos pasos que vienen en esta dirección y pongo mi mejor cara de ángel— ¿Te duele?
La miro retorciéndose en el suelo, su rostro contorsionado por el dolor. Con una mano temblorosa se aferra a la herida donde el cubierto ha perforado su piel alcanzando su nervio radial, cada movimiento parece intensificar su sufrimiento, puedo ver cómo la desesperación se apodera de sus ojos. La pérdida de función en su mano es evidente; no puede extender los dedos ni levantar la muñeca, sonrió satisfecha por lograr mi cometido.
Zyan: Parece que alguien se estaba divirtiendo un poco.
Miró con una sonrisa inocente en su dirección, extiendo mis manos como una niña pequeña cuando divisó un pastelito en la bandeja que trae con nuestro desayuno.
Perséfone: Solo le estaba enseñando a no tocar lo que no le pertenece.
Y menos lo que es mío.
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Dulce Deseo [+21]
RomanceEs frágil dicen. Puede salir lastimada afirman. Porque sí, Perséfone De Luca es la personificación de un Ángel, lo que ellos no saben es que ese Ángel oculta secretos. ¿Podrán mantenerse alejados de su cuñada a pesar de la evidente tensión entre ell...