Capítulo 5

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Un mes después

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Un mes después.

Perséfone.

Termino de acomodar las ondas de mi cabello luego de atar un lazo en el mismo, aliso mi traje rosa pálido y acomodo mi corset con una sonrisa en mi rostro, tomo mi pequeña cartera y salgo de mi habitación sabiendo que Zyan me está esperando abajo, bajo por las escaleras evitando a toda costa el ascensor.

Hoy es la gala benéfica y la temática es el arte por la esperanza, se supone que los niños fueron avisados hace un mes de dicha actividad y hoy tendrían que llegar a la gala sus obras de arte, obras que serán subastadas con el fin de obtener más donaciones, el salón de eventos tendrá varios talleres creativos donde los niños podrán entretenerse aprendiendo nuevas cosas con relación al arte.

Termino de bajar las escaleras y salgo del edificio sonriendo enormemente cuando veo el deportivo rojo de Zyan.

Tiene una pequeña obsesión con los autos.

Perséfone: Hola— le doy un pequeño beso en los labios cuando ingresó al auto— estás muy guapo.

Este último mes hemos mantenido nuestra relación en secreto, nadie sabe que entre nosotros pasa algo a excepción de John quien un día nos vio besándonos en mi consultorio.

Zyan: No más que tú, solecito.

Besa mi frente, toma mi mano y pone en marcha el auto, recorremos todo el camino al salón donde se realizará la gala en un silencio cómodo, cuando llegamos al lugar el se baja del auto y me abre la puerta, toma mi mano y ambos entramos al lugar tomados de la mano, en realidad no me preocupa lo que la prensa diga sobre este acontecimiento, no cuando las únicas opiniones que me importan son las de mis padres y mis hermanos. A medida que nos adentramos más al lugar somos recibidos por una exhibición de arte cuidadosamente dispuesta en caballetes elegantes y paneles, iluminados para resaltar cada obra. Los centros de mesa son creativos, incorporando pequeñas esculturas hechas por los niños y arreglos florales junto a pinceles y paletas artísticas.

Las guirnaldas de luces cálidas cuelgan del techo, creando un ambiente lindo y acogedor. En una esquina, un mural interactivo nos invita a dejar mensajes de esperanza o contribuir con pequeñas obras de arte. Logró divisar zonas de descanso con cómodos asientos decorados con cojines coloridos que ofrecen un lugar para relajarse y conversar. Elementos naturales como plantas y flores frescas añaden un toque refrescante al espacio.

Todo aquí grita paz.

Zyan: Todo te quedó muy hermoso— dice mientras me mira a los ojos— mira nada más quienes están allá.

Me dice antes de señalarme hacia una esquina, volteo viendo a mis padres y una pequeña mueca de tristeza se instala en mi rostro al notar que mis hermanos no vinieron, los entiendo, no han estado muy bien últimamente, caminamos hacia mis padres y no pasó desapercibida la mirada pícara de mi madre puesta en nosotros.

Ella sabe, solo espera que se lo confirmemos.

Perséfone: Padres— abrazo a mis papás, ellos dejan un beso en mi cabeza antes de permitirme saludar a mi mamá— mamá.

Esta me mira de brazos cruzados, tengo algunos días que no voy a casa pero en mi defensa la organización para los detalles y la realización de esta gala me tenían un poco atareada, al final las secretarias no pudieron llegar a un acuerdo para la temática del evento y tuve que meterme de lleno si quería que esto se realizará en la fecha pautada para esta y todas las futuras galas desde hace dos años.

Isabella: Te la dejare pasar solo porque el evento quedó perfecto, mira que dejar a tu madre sola con estos cavernícolas por casi una semana no tiene perdón.

Señala a mis padres.

Perséfone: ¿Qué hiciste esta vez?

Le pregunto y me mira indignada, mis padres deciden tomar la palabra por ella cuando ven que se queda en silencio.

Marco: Fue dos días seguidos al spa.

Oh, ya entiendo.

Suelto una carcajada y antes de que Zyan decida preguntar lo tomó de la mano y nos sacó de ese lugar luego de despedirnos, caminamos por todo el salón supervisando que todo esté en orden, los minutos y horas pasan de forma rápida mientras las subastas de las obras de los niños inician, sonrió cuando todas las obras fueron vendidas, miro a Zyan con una sonrisa cuando esté me entrega una pintura hecha por un niño con síndrome de Down, divisó la pintura sonriendo aún más cuando veo los blancos cabellos de la muñeca en el centro de un enorme y vasto jardín, por sus ojos bicolor se que quien está retratada en este pequeño cuadro soy yo.

Perséfone: Gracias.

Lo hago agacharse mientras me alzo en las puntas de mis tacones para besar su mejilla, este me mira con una ceja arqueada mientras relame sus labios.

Zyan: Te equivocaste de lugar— arquea una de sus cejas— lo quiero aquí— señala sus labios— ¿Qué esperas?

Me pregunta, miro hacia mis lados notando que nadie tiene su vista puesta en nosotros y que estamos lo suficientemente alejados del foco de la sociedad, tiro de su corbata guiándolo a un pasillo oscuro, impacto su cuerpo contra una de las paredes y este me mira con una sonrisa burlona en su rostro.

Perséfone: Bájate— le pido con el ceño fruncido, no hace lo que le pido y lo miro mal— entonces no te doy nada.

Refunfuño enojada, me intento dar la vuelta pero sus manos en mi cintura me detienen, nos da la vuelta e impacta sus labios contra los míos sin dejarme procesarlo, levanta mi cuerpo haciendo que enrolle mis piernas en su cintura y devora mi boca con hambre, muerdo su labio inferior sacándole un gruñido que logra hacerme sonreír, siento una profunda mirada puesta en nosotros que me hace separarme rápidamente de Zyan.

Zyan: ¿Qué pasa?

Besa mi mandíbula.

Perséfone: Creo que alguien nos está viendo.

Le digo en un susurro, miro hacia los lados intentando encontrar a la persona que nos está mirando, logró divisar a la distancia como cuatro siluetas desaparecen en la oscuridad del pasillo.

Mierda.

Mierda

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Dulce Deseo [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora