Capítulo 16

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Perséfone

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Perséfone.

Es tarde.

Miro el reloj en mi muñeca notando que aún faltan algunos minutos, detalló lenta y cuidadosamente mi reflejo en el espejo, analizó que todo esté en su lugar, suelto un pequeño bufido cuando un mechón rebelde vuelve a molestarme.

¿Y si me ató el cabello?

Niego inmediatamente con la cabeza luego de imaginarme cómo me quedaría el cabello atado con este vestido, detalló por última vez el vestido rojo que cubre mi cuerpo, se ajusta perfectamente a cada una de mis curvas y sé de forma anticipada que esto será un problema, me preparo mentalmente para las miradas indeseadas que recibiré hoy.

Me coloco algunos accesorios, perfume y retoco mi lápiz labial, cuando siento que estoy lista salgo de la habitación a pasos apresurados cuando veo que voy tarde por cinco minutos, bajo las escaleras de forma rápida divisando a Zyan al final de estas mirando su reloj, cuando escucha mis pasos levanta su rostro, me repasa lentamente con la mirada, relame sus labios y extiende su mano en mi dirección.

Zyan: Creo que hoy tendré que sacar algunos ojos— tomó su mano mirándolo divertida, me acerca a su cuerpo y deja un beso en mi frente— vámonos antes de que te encierre en la habitación y te coma el coño hasta que pierdas el conocimiento.

Golpeó su pecho levemente cuando escucho sus palabras, mi rostro enrojece aún más cuando escucho un carraspeo detrás de nosotros, lo miro mal antes de voltear lentamente encontrándome con mis cuñados, arqueo una de mis cejas cuando veo sus cuerpos tensos y sus puños apretados.

Malik: ¿Saldrán?

Su voz sale más ronca de lo normal, la vena en su cuello parece palpitar, sus dientes se encuentran apretados en su boca y temo que los rompa.

Zyan: Si, mi mujer y yo tenemos una cita.

Suelta simple, toma mi mano y pasa por el lado de sus hermanos sin dedicarles otra palabra, salimos de la mansión y me abre la puerta de uno de sus deportivos, da la vuelta y empieza a manejar en completo silencio, llegamos a un lujoso restaurante, Zyan se baja del auto y me abre la puerta; entramos al lugar y frunzo el ceño cuando veo que todo está vacío, el restaurante se encuentra completamente solo.

Perséfone: ¿Qué hiciste?

Lo señalo con uno de mis dedos, toma mi mano y lentamente lleva mi dedo a sus labios mientras me mira con una sonrisa burlona cuando ve lo que su acción provoca en mi cuerpo.

Zyan: Te tengo una sorpresa— suelta tranquilo, entrelaza sus dedos con los míos y nos encamina a una de las mesas qué hay en el balcón, me ayuda a acomodarme en mi silla y desaparece rumbo a no sé dónde, los minutos pasan y empiezo a preocuparme, muerdo una de mis uñas y cuando voy a levantarme de mi asiento lo veo caminar hacia mi con dos bandejas en sus manos— hice esto para ti.

Dulce Deseo [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora