Capítulo 12

1K 114 10
                                    

Tres años después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tres años después.

Perséfone, 23 años.

Perséfone.

Muevo una de mis piernas de forma ansiosa mientras escucho por los altavoces como el piloto indica que estamos a punto de aterrizar, aprieto el cinturón de seguridad y suelto un suspiro tembloroso cuando mis manos comienzan a temblar, muerdo mi labio inferior hasta sacarle sangre cuando siento que el jet privado empieza a descender, mis ojos se cristalizan presa del pánico, mi respiración agitada hace que mi pecho se mueva de forma incontrolable, cierro fuertemente mis ojos mientras me aferro aún más fuerte al cinturón, cuento hasta diez en mi cabeza para intentar calmar mi respiración.

Joder, lo que una hace por amor.

Siento que vuelvo a la vida cuando el jet deja de moverse, abro uno de mis ojos y volteo mi rostro viendo por la ventanilla, suelto mi labio inferior sintiendo el sabor metálico de la sangre en mi boca cuando veo que ya estamos en la pista de aterrizaje de los Drakos.

Estoy viva.

Me quito el cinturón de seguridad de manera rápida, mi manos tiemblan ligeramente pero eso no evita que me quite aquellas cadenas que me atan al asiento donde pude haber muerto si algo fallaba.

Pudo haber una falla mecánica que nos matara.

El piloto pudo no haber dormido bien la noche anterior, el sueño pudo haberle ganado y ahora mismo estaríamos todos muertos.

Pudo haber una turbulencia severa, una tormenta o el piloto pudo no habernos informado de algún fallo en su vista.

Pudimos habernos quedado sin combustible y caer de una manera mortal donde ninguno de nosotros podría hacer nada más que esperar su propia muerte.

Siento unos brazos rodear mi cuerpo y sacarme de mis pensamientos, hago un puchero cuando la fragancia masculina de mi novio impacta contra mis fosas nasales calmandome de forma inmediata.

Zyan: Estás bien, yo estoy aquí solecito, no dejaré que nada te pase.

No supe en qué momento las puertas del jet se abrieron, no escuche sus pasos al acercarse a mi y mucho menos sus palabras para que salga de mis tormentosos pensamientos.

Perséfone: Creí que moriría.

Si, mi claustrofobia y mi miedo a volar son muy graves.

Zyan: Te dije que yo iría a ti ¿Por que eres tan testaruda?

Pregunta mientras me estrecha entre sus fuertes brazos, me levanta de mi asiento y hace que envuelva mis piernas alrededor de sus caderas para poder sacarme del jet, escondo mi rostro en su cuello e inhalo profundo.

Perséfone: Te extrañaba y quería verte.

Suelto con un pechero a pesar de que sé que no me está viendo, camina conmigo envolviendo su cuerpo como un koala hasta que ingresamos en una de las camionetas que están esparcidas por toda la pista de aterrizaje, veo como John se sube en una camioneta atrás de la nuestra sin perdernos de vista, Zyan le indica al chofer que arranque mientras acaricia mi espalda, besa mi cabello y me estrecha aún más contra su cuerpo.

Zyan: Yo también te extrañe como no tienes idea.

Susurra contra mi cabello, teníamos seis meses que no nos veíamos, él no podía viajar a Italia por problemas con su mafia y yo no tenía el valor de subir en esa caja metálica, hace una semana planeé esto y se lo informé a mi novio justo antes de subir al jet para que no se negara porque él sabe de mi miedo a volar y mi claustrofobia y como ya estaría en el jet rumbo a su país natal él no podría hacer nada para impedirlo ni adelantarse a mi.

Para poder ingresar al jet sin que me diera un ataque de pánico, me tuvieron que dar un zaleplon. Es un somnífero de corta duración que, al parecer, me duró muy poco, pues se suponía que debería despertar cuando estuviéramos en la pista de aterrizaje, no cuando el avión recién empezaba a descender.

Perséfone: Tengo hambre.

Suelto contra la piel de su cuello haciendo que se erice de forma instantánea, estos tres años junto a él han sido uno de los mejores en mis 23 años de vida.

Zyan: Iremos a mi casa, te deben estar preparando tu comida favorita en estos momentos.

Sonrió cuando lo escucho pero no puedo evitar que mi cuerpo se tense al saber que los volveré a ver, luego de aquella noche en la que supieron de mi relación con su hermano no los he vuelto a ver, ni siquiera he hablado con ellos, siempre que Zyan iba a Italia solo duraba como máximo dos meses porque las cosas con su mafia tienen años de forma crítica, alguien los está atacando desde adentro, están robando parte de sus mercancías y han asesinado a algunos de sus mejores y más leales hombres.

Perséfone: No quiero ser una molestia.

En mi mente aún se proyecta el recuerdo de aquella noche en la boda de mis hermanos cuando mis cuñados demostraron su desagrado a esta relación y no lo entiendo, antes de todo esto, cuando yo era una adolescente ellos me trataban bien, demasiado bien para mi propio bien.

Tanto que se colaron sin permiso en lugares donde no deberían estar.

No cuando son mis cuñados.

No cuando piensan que soy una niña.

Zyan: Nunca serás una molestia para ninguno de nosotros— sacó mi rostro de su cuello y lo miró con una ceja arqueada— es algo difícil, solo temen que algo pueda ocurrirte y por eso actúan de esa manera.

Eso solo me duele más, el saber que me creen indefensa como todo el mundo asume con solo verme solo me hace darme cuenta que las cosas son mejor así como están.

Es lo más sano.

Perséfone: Soy una persona vengativa, Zyan.

Le digo de forma seria, me encargaré de que sus estúpidos hermanos se arrepientan de sus palabras.

Zyan: Lo sé— acerca su rostro al mío y muerde mi labio inferior herido— y eso solo hace que mi polla se ponga aún más dura— lame mis labios cuando la sangre vuelve a brotar de mi labio inferior, atrapa mi labio entre sus dientes y lo succiona con los ojos oscurecidos— no me gusta que te hagas daño.

Murmura contra mi boca antes de pasar su lengua por la misma recogiendo mi sangre.

Perséfone: Pero si te encanta hacerme esto.

Le digo burlona.

Zyan: Si, pero es porque a ti te encanta igual o más que a mi que te lo haga.

Suelta burló y yo guardo silencio sintiendo mis mejillas calientes.

No contradigo verdades.

No contradigo verdades

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dulce Deseo [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora