Capítulo 8

4.6K 395 24
                                    

Un mes después

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un mes después.

Perséfone.

Miro con pena a mis hermanos parados en el altar desde hace ya bastante tiempo, sus posturas rígidas y sus miradas perdidas solo me hacen darme cuenta del jodido error que están cometiendo.

Detalló mi vestido azul marino, la tela tiene un sutil brillo que añade un toque de sofisticación sin ser demasiado llamativo, es un vestido largo ajustado justo debajo del busto y luego cae suavemente hasta el suelo con una abertura en la pierna izquierda, tiene un pequeño y sutil escote V en el pecho y la espalda está totalmente descubierta.

Zyan: ¿Seguirás sin hablarme?

Volteo a verlo tragando saliva cuando lo veo enfundado en un traje completamente negro, desvío mi mirada de la suya cuando nota que prácticamente me lo estoy follando con los ojos, frunzo el ceño y aprieto mis puños cuando veo a esa estúpida volver a mirar lo que es mío con deseo.

Perséfone: Ajá.

Respondo sin mirarlo, aprieto mis puños a mis costados cuando veo como esa mujer se acerca a nosotros.

Zyan: ¿Estás celosa?

Lo miro a los ojos con una ceja arqueada.

Uno, dos, tres.

Respira.

Perséfone: ¿Debería?— lo miró directamente a los ojos viéndolo tragar saliva, los tacones de esa mujer empiezan a inundar mis oídos y cierro los ojos por un breve momento forzando una sonrisa— si llegara a sentirme celosa ya no tuvieras a tu amiguito aquí.

Me acerco a él y tomó su polla sobre su pantalón de vestir, la aprieto entre mis manos encargándome de que la estúpida esa nos vea, sonrió cuando siento la dureza de su polla contra mi palma de forma inmediata.

Zyan: No tienes porque sentir celos, solo tengo y tendré ojos para mi solecito— su respiración se encuentra agitada, suelto su polla luego de acariciarla suavemente y le regalo una sonrisa, Zyan cierra los ojos fuertemente y cuando me mira nuevamente siento mis piernas temblar, sus pupilas se encuentran dilatadas de tal forma que sus ojos grises como la plata se encuentran negros, su sonrisa ladeada me causa escalofrío y la forma en la que sujeta mi cuello me descontrola— no aguanto más.

Suelta antes de tomar mi mano y sin emitir ninguna otra palabra empieza a caminar conmigo de la mano, le sigo el paso sin saber a dónde me lleva, un jadeo tembloroso escapa de mis labios cuando divisó el rumbo de nuestros pasos.

Mis padres.

Perséfone: ¿Qué haces?

Le pregunto asustada.

Zyan: Me canse de no poder besarte cuando quiera y donde quiera— llegamos hasta donde están mis padres, los tres nos miran con una ceja arqueada esperando que hablemos, la vista de mis padres está fija en mi mano entrelazada con la de Zyan— su hija y yo tenemos una relación desde hace tres meses.

Dulce Deseo [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora