Capítulo 36

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Perséfone

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Perséfone.

Joder, que pesada esta.

Arrastró el cuerpo sin vida de Martina intentando que no obstruya tanto el paso, la pongo en una esquina y sonrió cuando veo su rostro completamente pálido y sus labios siendo tapados por su implante mamario, miro mi vestido manchado con su sangre con una pequeña mueca de asco y con enojo terminó dándole una patada al cadáver. 

Perséfone: Era mi favorito, estúpida.

Me quejo, si pudiera la reviviría para volver a matarla. Salgo de la cocina y camino con las mejillas rojas del enojo hasta encerrarme en la habitación ignorando los llamados de los chicos, me quito el vestido y entró en la ducha tratando de sacar las manchas de sangre de mi piel, murmuró algunas maldiciones en italiano mientras lavo mi cuerpo, salgo de la ducha viendo con enojo mi vestido completamente inservible, muerdo mi labio inferior conteniendo las ganas de ir y rematarla, salgo del baño e ingreso a la habitación viendo a mis esposos esperándome allí.

Artemi: ¿Estás enojada, pastelito?

Pregunta suavemente mientras me sujeta de las caderas, quita la toalla que cubre mi desnudez y empieza a secar mi cuerpo de forma suave y delicada, asiento con mi cabeza respondiendo a su pregunta mientras un pequeño puchero involuntario se forma en mis labios.

Perséfone: Esa maldita ensució mi vestido.

Refunfuño, Zyan llega hasta nosotros y sujeta mis caderas mientras pega mi espalda a su pecho.

Zyan: Podemos comprarte todos los vestidos que quieras solecito, solo debes pedirlo.

Lo miro a los ojos, los chicos se acercan a mi cuerpo desnudo como depredadores apuntó de cazar a su presa.

Perséfone: Deje un mensaje en su cuerpo, quiero que lo hagan llegar a una dirección.

Pido mientras recuesto mi cabeza del pecho de Zyan cuando los chicos se colocan frente a mí mirando mi cuerpo desnudo con lujuria.

Malik: Todo lo que pidas, ahora tus esposos se encargarán de quitarte el estrés.

Y luego la ninfómana soy yo.

[*🍎*]

Dos semanas después.

Me remuevo incómoda en la cama tratando de ocultarme de la intensa luz del sol, suelto un pequeño quejido mientras estiro una de mis manos intentando tocar el cuerpo desnudo de alguno de mis esposos pero no encuentro a nadie a mi lado, abro mis ojos estirándome en la inmensa cama donde solo estoy yo, frunzo el ceño mirando por toda la habitación pero no veo a nadie, tomo mi teléfono de la mesita de noche notando que son las once del mediodía.

Jodida mierda.

Me levanto de forma rápida de la cama ignorando el leve mareo que me atraviesa, camino apresuradamente hasta el baño y me doy una ducha rápida, se supone que los chicos me despertarían temprano porque iríamos a una de sus empresas para ver cómo va el asunto del desvío de fondos pero los malditos no me despertaron, salgo del baño con una toalla envolviendo mi cuerpo y noto que en la mesita de noche reposa una pequeña nota, la tomo entre mis manos frunciendo el ceño cuando leo su contenido.

💬 Tuvimos que ir a una de las bodegas, te veías muy cansada y no quisimos despertarte.

Dejo la pequeña nota en la mesita e ingreso al clóset, me coloco unos jeans blancos y un top rojo y unos tacones del mismo color que el top, me pongo un poco de gloss y agarrando mi teléfono salgo de la habitación, texteo un mensaje a los chicos preguntando a qué bodega fueron, detengo mis pasos en seco cuando escuchó una voz al final del pasillo, volteo mi rostro viendo que Berenice sale de la habitación de Malik con unos papeles en su única mano servible.

Berenice: No creo que esto sirva mucho...

Sus palabras se ven interrumpidas cuando me ve al pie de las escaleras, su rostro se pone pálido y las hojas caen de su mano, aprieto el teléfono en mis dedos mientras una pequeña sonrisa se instala en mi rostro.

Perséfone: Siempre supe que eras una perra traidora— suelto tranquila, la verdad no es algo que me sorprenda, no viniendo de ella, trata de pasar por mi lado pero sujeto su brazo encargándome de clavar mis uñas en el mismo, la miro a los ojos y con una sonrisa inocente le preguntó— ¿Te llego el regalito que te envié?

Hace dos semanas, exactamente cuando llegamos a casa, me encargué de que a la mano de Bernarda llegara el cuerpo sin vida de su hermana, Martina, con un mensaje inscrito en su piel.

"Tus horas están contadas."

Berenice: ¡Fuiste tú!— enloquece cuando cae en cuenta del trasfondo de mis palabras— ¡Tú la mataste!

Asiento tranquila con mi cabeza, la estúpida intenta abalanzarse contra mi cuerpo pero me encargo de retenerla cuando sujeto duramente sus extensiones.

Perséfone: Tranquila, te verías muy fea calva— susurro mientras intento quitarle los papeles en sus manos, ella se niega mientras se remueve como loca haciendo que mi cuerpo se tambalee un poco— dame los papeles y quizá no sea tan mala contigo.

Niega con su cabeza mientras sigue moviéndose, suelto su cuerpo para evitar caerme pero ya es tarde, mi pie tropieza contra uno de los escalones, Berenice aprovecha la situación y me empuja fuertemente haciendo que mi cuerpo ruede por las escaleras, siento el golpe de cada uno de los escalones mientras mi cuerpo rueda hasta caer en el primer piso, un quejido de dolor sale de mis labios, mi vista se nubla y un dolor agudo se instala en mi vientre bajo, intentó incorporar mi cuerpo pero no lo logró.

Berenice: No se supone que las cosas terminarían así, él no lo quería así...

Logro escuchar su voz teñida de una pizca de angustia y miedo, intento abrir mis ojos cuando el dolor intenso en mi vientre bajo no cesa, llevo mis manos a mi pantalón cuando siento que algo húmedo lo cubre, levantó una de mis manos y la desesperación llena mi cuerpo cuando veo mis dedos teñidos de sangre, intentó nuevamente incorporarme pero eso solo hace que el dolor se intensifique, mis ojos se llenan de lágrimas a la misma vez que la oscuridad me va absorbiendo.

Joder no.

Joder no

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Dulce Deseo [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora