Llegué al campo de entrenamiento temprano, como de costumbre. No me gustaba hacerlo con prisas y prefería evitar las miradas curiosas de los compañeros mientras me preparaba. Además, tenía una responsabilidad extra esa mañana: recoger a Arthur Vermeeren y ayudarlo a instalarse mejor en el equipo. Sabía lo que era ser el extranjero, el que llega a un vestuario lleno de caras desconocidas y un idioma que no se domina. Nadie lo había hecho por mí cuando llegué, y no iba a dejar que él pasara por lo mismo.
Mientras conducía, Arthur se sentó en el asiento del copiloto en silencio al principio, pero luego comenzó a hacer preguntas tímidas sobre el entrenamiento y las tácticas. Me esforcé por responderle en francés, su lengua materna. No me importaba hablar francés, me resultaba natural, y ver cómo su rostro se relajaba al escuchar su propio idioma me hizo recordar lo desconcertante que es estar en un entorno donde todo parece extraño.
Al llegar al campo, vimos que estaba casi vacío, solo los empleados del club dando los últimos toques para la sesión. Aún no había rastro de los demás jugadores, así que pensé que tendríamos un momento de tranquilidad para hablar. Caminamos hacia el campo de entrenamiento, y Arthur se mostró más relajado, riendo por alguna broma que le había contado. No pensé que alguien estuviera observándonos.
Comenzamos a calentar mientras yo seguía ayudándole con algunos términos tácticos en francés. Todo parecía estar bien, hasta que vi una figura familiar a lo lejos. Julián. Se me tensaron los músculos sin querer. No sabía cuánto había escuchado o cuánto había visto, pero su presencia allí me hizo sentir como si hubiera sido descubierto en un momento de vulnerabilidad.
El entrenamiento empezó, y traté de comportarme como siempre lo hacía: concentrado, firme, manteniendo las distancias. Julián no podía entender lo que estaba pasando, y quería mantenerlo así. Pero no podía evitar notar sus miradas, cómo parecía estar observándome más de lo habitual. Intenté ignorarlo, centrándome en ayudar a Arthur, corrigiéndole en francés, traduciéndole lo que Simeone le indicaba. No obstante, una parte de mí se sentía expuesta.
Durante uno de los descansos, Julián se acercó. Lo vi aproximarse y una pequeña parte de mí se preparó para alguna confrontación, pero en lugar de eso, se quedó allí, observándonos con una expresión que no supe leer. Arthur me agradeció en francés, como solía hacerlo, y noté la mirada confusa de Julián. No tenía intención de explicar nada, pero sentí que debía decir algo, así que me giré hacia él.
—Le estoy ayudando con el idioma —le dije, manteniendo la voz tranquila—. Sé lo difícil que puede ser adaptarse cuando no entiendes todo lo que sucede a tu alrededor.
Noté su sorpresa, su intento de procesar lo que acababa de ver. Nunca me había mostrado así frente a él, ni frente a nadie del equipo. Había algo en su mirada, algo que no era juicio, sino curiosidad, tal vez incluso algo más. Su respuesta fue torpe, algo que me hizo sentir un poco menos incómodo.
—Eso es... genial de tu parte —murmuró, como si aún no pudiera creer lo que estaba viendo.Intenté restarle importancia encogiéndome de hombros, pero sentí ese brillo en mis ojos, una calidez que rara vez dejaba ver. Sabía que ya no podía retroceder, que había bajado mi guardia, y eso me preocupaba. Había estado años perfeccionando estas barreras, manteniendo a los demás a distancia por una razón. Dejar que alguien viera más allá de ellas, incluso por un momento, era peligroso.
La llegada del resto del equipo fue como una llamada de atención. Volví a ponerme la máscara, cerrándome de nuevo. No podía permitirme que los demás pensaran que era blando o demasiado cercano. Mis compañeros me conocían como el defensor serio, implacable, y necesitaba seguir siendo eso. Arthur parecía entenderlo. Se adaptó al cambio, acatando las órdenes con la misma reserva que yo adoptaba frente a los demás. Sabía que no le gustaba, pero también sabía que lo comprendía.
Durante el entrenamiento, hice lo posible por evitar la mirada de Julián. No quería que viera más de lo que ya había visto. Sin embargo, sentía sus ojos sobre mí, como si tratara de descifrar lo que estaba sucediendo, como si estuviera tratando de entenderme. Y esa idea me inquietaba. Julián tenía una forma de ver a través de mí que me resultaba inquietante, porque no era solo una mirada superficial. No, él realmente quería entender.
Cuando terminó el entrenamiento, me marché hacia los vestuarios sin mirar atrás. Necesitaba ese momento para recomponerme, para reconstruir las barreras que se habían tambaleado. Mientras caminaba, oí a Julián hablando con Arthur. Intenté no escuchar, pero algunas palabras llegaron a mis oídos.
Arthur le explicaba mi comportamiento, y me sorprendió lo bien que lo entendía para ser alguien tan joven. Él sabía que lo hacía para protegerme, que la distancia que mantenía era una especie de defensa. Me pregunté qué pensaría Julián al respecto. ¿Cambiaría su opinión sobre mí? ¿O simplemente seguiría viendo la versión de mí que le convenía?
Esa noche, en la soledad de mi casa, no pude dejar de pensar en cómo Julián me había sorprendido ese día. Había visto un lado de mí que pocos conocían, y eso me hacía sentir incómodo y expuesto. No sabía qué haría con esa información, si intentaría acercarse más o si simplemente me dejaría ser. Pero algo me decía que no se rendiría fácilmente. Lo conocía lo suficiente para saber que la curiosidad era uno de sus motores.
No podía negar que una parte de mí deseaba que se acercara, que intentara comprenderme. Había algo en Julián que me hacía querer bajar las barreras, aunque fuera un poco. Pero había pasado tanto tiempo construyendo esas defensas que no sabía si podría permitirme derribarlas, siquiera por un momento.
![](https://img.wattpad.com/cover/376786477-288-k314684.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El arte de defender(te) // Robin Le Normand y Julián Álvarez
FanfictionRobin Le Normand y Julián Álvarez llegan al Atlético de Madrid con expectativas altas y una rivalidad inesperada. Robin, un defensor imponente, es conocido por su frialdad y dedicación al equipo, mientras que Julián, un delantero apasionado, trae co...