Últimamente me siento como una sombra de lo que solía ser en el campo. Cada vez que juego, es como si mis pies no respondieran, como si mi cabeza estuviera atrapada en otro lugar. Los minutos en los partidos se están reduciendo, y aunque no me lo han dicho directamente, sé que es porque no estoy rindiendo como antes. Hoy mismo, en el partido, cometí un error que nunca hubiera cometido hace unos meses. Perdí la marca, y eso nos costó un gol. Puedo sentir la frustración en la mirada del míster cada vez que fallo, pero por más que lo intente, no logro concentrarme.
Todo esto está pasando porque mi cabeza no está en el fútbol. Está en otra parte, siempre en el mismo sitio: Julián. Desde que se lesionó, he estado con él durante su rehabilitación, ayudándole a hacer ejercicios, acompañándole en casa. Y al principio pensé que solo lo hacía porque era lo correcto, porque somos compañeros, amigos. Pero ahora... ahora sé que es mucho más que eso. No quiero admitirlo, pero es la verdad. Julián significa algo más para mí, algo que ni siquiera sé cómo poner en palabras.
Y desde que vi a Enzo con él, ayudándole en su recuperación, siento que he sido reemplazado. Verles juntos, riendo, compartiendo algo que solíamos tener él y yo... me está matando por dentro. ¿Qué está haciendo Enzo en su casa? No lo sé, pero cada vez que los veo, siento una mezcla de celos y rabia que no sé manejar.
En el descanso del partido, Axel y Antoine se dieron cuenta de que algo no estaba bien. No soy tonto, sé que mis errores son más evidentes que nunca, y ellos se preocupan por mí. Me preguntaron en francés, en medio del vestuario, qué me pasaba, y supe que no podía seguir callado. No puedo con esto yo solo, no puedo seguir ignorando lo que siento. Les pedí que vinieran a casa después del partido. Necesitaba hablar.
Cuando estábamos los tres en mi casa, fue un alivio, en parte. Les conté todo, lo que estaba pasando con Julián, cómo me estaba afectando ver a Enzo con él. Antoine me escuchaba con esa calma suya, y Axel, siempre más directo, me miraba como si supiera exactamente lo que sentía. Decirlo en voz alta fue un alivio, como si me hubiera quitado un peso de encima, pero al mismo tiempo me sentía más perdido que nunca.
Lo peor de todo es que no sé qué siento realmente. ¿Estoy enfadado con Julián? ¿O es que lo que realmente quiero es estar con él y me asusta admitirlo? No tengo ni idea. Hay momentos en los que quiero ir corriendo a su casa, decirle todo lo que siento, pedirle que me escuche. Pero después, cuando lo pienso, me entra el miedo. ¿Qué pasa si no siente lo mismo? ¿Qué pasa si arruino todo?
Witsel y Griezmann me dijeron que sea honesto conmigo mismo, que si no hablo con Julián, no podré seguir adelante, ni con él ni con mi juego. Y tienen razón, lo sé. Pero, ¿cómo se supone que lo haga? Estoy atrapado entre el miedo y el deseo, y mientras tanto, mi carrera se está desmoronando.
No sé qué hacer.
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El arte de defender(te) // Robin Le Normand y Julián Álvarez
FanfictionRobin Le Normand y Julián Álvarez llegan al Atlético de Madrid con expectativas altas y una rivalidad inesperada. Robin, un defensor imponente, es conocido por su frialdad y dedicación al equipo, mientras que Julián, un delantero apasionado, trae co...