Capítulo 10: Decisiones y desencuentros

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Robin sabía que había llegado el momento de enfrentar la realidad con María. Aunque al principio la relación con ella había sido un respiro, una distracción que aliviaba la presión que sentía, ahora se había convertido en una sombra, algo que ya no podía sostener. Cada vez que estaban juntos, su mente vagaba en otra dirección, siempre volviendo al mismo punto: Julián. No era justo para ella ni para él continuar con esa farsa, así que esa mañana decidió que lo mejor era terminar las cosas.

Se encontraron en el mismo café donde se habían conocido. María lo recibió con una sonrisa tranquila, la que solía ser su refugio, pero esta vez no le provocó nada. Se sentaron y, antes de que ella pudiera preguntarle qué ocurría, él soltó las palabras que había estado repitiendo en su mente durante días.

—María, tenemos que hablar —comenzó Robin, sin rodeos—. No puedo seguir con esto.

Ella lo miró confundida, aunque algo en sus ojos revelaba que ya lo había intuido. Desde hacía tiempo, había sentido que algo no estaba bien, pero no le había presionado. Esa fue una de las cosas que Robin había apreciado de ella: la libertad que le otorgaba.

—¿Es por Julián? —preguntó con una calma sorprendente.

Su silencio fue suficiente respuesta. María asintió lentamente.

—Lo sabía. Desde el principio lo sentí, Robin. Solo... esperaba que lo superarías.

La conversación terminó con un adiós respetuoso, sin dramatismos, pero ambos eran conscientes de que era lo mejor para los dos. Sin embargo, aunque esa ruptura debería haber traído alivio, lo único que sintió fue un peso aún más grande.

El partido de ese día fue complicado. Su mente estaba dividida entre la sensación de haber dejado una relación atrás y la incertidumbre de lo que vendría después. Sabía que las preguntas sobre su celebración estaban al caer. La "J" que había trazado en el aire no había pasado desapercibida, y los rumores ya comenzaban a ocupar portadas de revistas del corazón, cosa que Robin detestaba con toda su alma.

—Robin, sobre tu celebración en el último partido, trazaste una "J" en el aire. Muchos han especulado sobre el significado, ¿puedes aclararlo?

Sintió la presión de las miradas de todos los periodistas en la sala. Aunque había planeado este momento, la simple idea de tener que explicarlo le molestaba. No quería dar más vueltas al asunto, así que respondió de manera seca y borde, con más dureza de la que probablemente era necesaria.

—Era para Julián —afirmó con firmeza—. Está recuperándose de su lesión. Es mi compañero de equipo. Nada más.

Los murmullos entre los periodistas se hicieron notar, pero a él no le importaba. No estaba dispuesto a dar más explicaciones. Agradeció a todos de manera cortante y se levantó, terminando la rueda de prensa antes de que pudieran seguir indagando. Sin embargo, mientras salía del estadio, algo dentro de él le decía que, por más que lo negara, esa "J" significaba mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Decidió ir a casa de Julián al día siguiente. Necesitaba verlo, hablar con él, tal vez incluso explicarle lo que realmente había detrás de la celebración. Pero al llegar, algo lo detuvo. Mientras se acercaba a la entrada, lo vio desde lejos, a través de la ventana del salón.

No estaba solo. Enzo Fernández estaba allí, sentado en el sofá, riéndose con Julián como si fuera lo más natural del mundo. Robin se quedó helado en su lugar, incapaz de procesar lo que sentía. ¿Por qué estaba Enzo allí? Julián, que en las últimas semanas había estado distanciándose de él, ahora parecía relajado, como si la tensión que habían compartido se hubiera desvanecido, reemplazada por algo más ligero con la llegada de Enzo.

Mientras observaba la escena, una sensación de celos y confusión se apoderó de él sin que Robin pudiera hacer nada al respecto, más que asumir sus emociones y digerirlas lo mejor posible. Enzo estaba ayudando a Julián en su recuperación, realizando los ejercicios que antes hacían juntos. Cada sonrisa y cada palabra intercambiada entre ellos le hacía sentir más fuera de lugar.

Robin no se atrevió a acercarse. Se quedó observando, sintiendo que estaba siendo reemplazado no solo en los entrenamientos, sino también en la intimidad que había compartido con Julián.

Mientras se alejaba lentamente, se preguntaba si se había distanciado tanto que ya no había lugar para él en la vida de Julián. La idea de que Enzo pudiera ser más que un simple amigo empezó a formar una sombra en su mente. Sabía que había evitado enfrentar lo que sentía por Julián durante demasiado tiempo, y ahora estaba pagando el precio.

El arte de defender(te) // Robin Le Normand y Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora