Ver a Robin fallar así en el campo me hace sentir como si alguien estuviera apretándome el pecho. Cada vez que se equivoca, cada vez que pierde un balón, siento una culpa que me consume por dentro. No puedo apartar los ojos de él, y es como si lo que está pasando fuera en parte mi culpa. No, en realidad sé que lo es.
Robin nunca fue así. Siempre ha sido el tipo calmado, seguro de sí mismo, el que sostiene la defensa con esa tranquilidad que hace que todo parezca fácil. Pero ahora está lejos de ser el jugador que conocí. Lo veo correr, pero es como si no estuviera presente, como si algo dentro de él lo estuviera frenando. Y no puedo evitar pensar que yo soy parte de eso. Desde que nos distanciamos, desde que me acerqué más a Enzo, todo se ha ido torciendo.
No quería que las cosas salieran así. Nunca quise esto. Pero aquí estoy, viendo cómo Robin se hunde, y todo por algo que ni siquiera sé cómo manejar.Llevo días con esta sensación, como si todo se estuviera derrumbando alrededor mío, y no sé qué hacer. Intento concentrarme en mi recuperación, en volver al cien por cien, pero mi mente siempre acaba regresando a lo mismo. A Robin. Y mientras tanto, Enzo sigue aquí, como una constante que se ha vuelto demasiado difícil de ignorar.
No es que no agradezca su compañía, porque lo hago. Al principio, tenerlo cerca fue un alivio. Con Robin alejándose, necesitaba a alguien, y Enzo siempre ha sido alguien en quien podía confiar. Pero ahora es diferente. Ahora, su presencia empieza a pesarme de una manera que no sé cómo explicar. Es como si su ayuda viniera con algo más, algo que no quiero enfrentar.
Llevo días dándole vueltas al tema, intentando encontrar la forma de decirle que ya no lo necesito aquí. Que tiene su vida, su carrera, y que no puede seguir dejándolo todo por mí. Pero cada vez que intento hablar con él, me encuentro con una pared. Hoy, por fin, me armé de valor y lo intenté de nuevo.
—Enzo, de verdad, estoy mejor. No quiero que sigas interrumpiendo tu vida por mí. Tienes que volver a tu rutina, a tu equipo —le dije, intentando sonar firme, pero sin poder ocultar del todo la incomodidad.
Esperaba que lo entendiera, que aceptara que ya era hora de volver a su vida. Pero en lugar de eso, me miró con una sonrisa tranquila, como si no estuviera captando el mensaje.
—No me estás interrumpiendo, Julián. Me gusta estar acá —respondió, como si fuera lo más natural del mundo.
Esas palabras me golpearon de una forma que no esperaba. ¿Le gusta estar aquí? Por supuesto que lo agradezco, pero esa forma de decirlo, esa mirada que me lanzó... Me dejó claro que no solo estaba aquí por amistad o por querer ayudarme. Él quiere algo más.
No sabía qué decirle. Me quedé en silencio, evitando su mirada, tratando de procesar lo que acababa de decir. No quería herirlo, porque Enzo ha sido un apoyo fundamental para mí, pero tampoco puedo darle algo que no siento. Mi cabeza, mi corazón, siguen atados a Robin, por mucho que intente ignorarlo.Me levanté del sofá y fui a mi cuarto, necesitando alejarme, respirar sin sentir el peso de Enzo cerca. Cerré la puerta tras de mí y me tiré en la cama, intentando ordenar mis pensamientos. Todo esto es un desastre.
Quería que Enzo se fuera, pero al mismo tiempo no podía negarle su bondad. Me estaba ayudando, aunque ahora sentía que había más en su ayuda de lo que me había dado cuenta al principio. ¿Cómo le digo que no puedo corresponderle? ¿Cómo le explico que mi mente está en otra parte, con otra persona?
Mientras mis pensamientos giraban en esa espiral, mi teléfono vibró en la mesita de noche. Lo cogí pensando que sería algún mensaje de rutina, quizás incluso de Enzo, pero al desbloquear la pantalla, vi el nombre de Antoine Griezmann.
"Tenemos que hablar. Es sobre Robin."
Sentí un nudo en el estómago. Algo dentro de mí me decía que esto era más serio de lo que pensaba. Sabía que Robin estaba pasando por un mal momento, lo veía en cada jugada fallida, pero leer esas palabras me hizo darme cuenta de que había algo más profundo.
Me quedé mirando la pantalla un momento, sin saber qué hacer. El simple hecho de pensar en Robin me hacía sentir más culpable. Pero ahora que Griezmann me había enviado ese mensaje, no podía ignorarlo más. Tenía que saber qué estaba pasando realmente.
Guardé el teléfono y me levanté, con la cabeza dando vueltas. Robin. Todo volvía a él, una y otra vez. Aunque había intentado apartarlo de mis pensamientos, no podía dejar de preocuparme por él.
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El arte de defender(te) // Robin Le Normand y Julián Álvarez
FanfictionRobin Le Normand y Julián Álvarez llegan al Atlético de Madrid con expectativas altas y una rivalidad inesperada. Robin, un defensor imponente, es conocido por su frialdad y dedicación al equipo, mientras que Julián, un delantero apasionado, trae co...