El ambiente en el vestuario del Atlético de Madrid estaba cargado de emociones después del partido contra el Chelsea. Habían logrado clasificarse a las semifinales de la Champions, y los jugadores se felicitaban entre sí, gritando y celebrando con energía. Pero, entre todo ese caos de felicidad, Robin Le Normand permanecía en silencio, sentado en su lugar, con la cabeza apoyada en las manos. Sabía que había salvado el partido con aquella entrada en el último minuto, pero lo que debería haber sido un momento de orgullo y satisfacción se sentía agridulce.
Desde el principio del partido, Robin había estado distraído. No había podido concentrarse, cometiendo errores poco habituales para alguien de su nivel. Todo por culpa de Julián. Sabía que él estaba en el palco, observándolo, y eso lo había perturbado más de lo que quería admitir. Luego estaba Enzo, siempre provocándolo, susurrándole comentarios malintencionados cada vez que se cruzaban. El último había sido especialmente hiriente: "Menos mal que Julián ha venido a verme... así nos vamos juntos a casa". La frase había sido un dardo envenenado, una que había afectado profundamente a Robin, que no podía dejar de preguntarse si era cierto.
Los primeros 80 minutos del partido habían sido un desastre para él. Cada toque de balón, cada pase, todo había salido mal. Sentía la presión del equipo, de los aficionados, pero sobre todo, de Julián. Sabía que estaba ahí, en algún lugar, mirándolo. Sabía que, si fallaba, él lo vería todo. Y cuando por fin, a pocos minutos del final, sus ojos se encontraron con los de Julián en el palco, algo cambió. Robin recordó por qué amaba jugar al fútbol y por quién quería darlo todo en ese momento. Era por él.
La jugada en el minuto 91 fue una reacción instintiva, pero perfecta. Sabía que no podía dejar que el Chelsea marcara ese gol. Se lanzó al suelo, deteniendo el balón con una barrida quirúrgica, bloqueando el disparo de su rival y asegurando la clasificación del Atleti. El estallido de júbilo en el estadio fue ensordecedor, pero Robin solo pudo pensar en una cosa: Julián lo había visto.
Mientras el resto del equipo seguía con la euforia, celebrando en el vestuario, Robin se sumía en pensamientos más oscuros. Había entrenado como nunca, rogado a Simeone que lo dejara jugar, y al final había conseguido estar en el campo. Pero todo ese esfuerzo no era solo por el equipo. Había sido por Julián. Y, a pesar de haber cumplido con lo que se esperaba de él, no podía evitar preguntarse qué pensaría Julián en ese momento. ¿Le había impresionado? ¿Le importaba siquiera?
En el vestuario, Axel Witsel y Antoine Griezmann lo observaban desde el otro lado. Ambos sabían que algo estaba pasando con Robin. Sus últimos entrenamientos habían sido de un nivel impresionante, pero en el partido había estado apagado, distraído. Griezmann, siendo uno de sus amigos más cercanos, decidió no dejarlo solo. Se acercó a Robin y le dio una palmada en el hombro.
—Buen partido, tío. Esa entrada en el último minuto nos salvó —le dijo Griezmann, sonriendo.
Robin levantó la mirada y le devolvió una sonrisa forzada. Sabía que había hecho bien al final, pero no sentía esa satisfacción que normalmente le acompañaba después de un buen partido. Griezmann lo miró con algo de preocupación.
—¿Todo bien, Robin? —preguntó.
Antes de que Robin pudiera contestar, Witsel se acercó, sumándose a la conversación.
—¿Qué te pasa, amigo? Has estado raro toda la semana. Y hoy, en el campo... no eras tú.
Robin suspiró, mirando hacia el suelo. Sabía que no podía seguir evitando el tema. Desde que Julián había vuelto a aparecer en su vida de manera más intensa, todo había sido un caos. Su mente no podía separarse de él, y ahora, con Enzo en el medio, las cosas eran aún más complicadas.
—Es... complicado —empezó a decir Robin, sin saber bien cómo explicar lo que sentía.
Griezmann lo miró con una expresión seria, pero llena de comprensión. Sabía lo que estaba pasando. Había estado observando a Robin durante semanas, viendo cómo su rendimiento y actitud fluctuaban. Sabía que algo más profundo lo estaba afectando.
—Es por Julián, ¿no? —preguntó Griezmann directamente, sin rodeos.
Robin se quedó en silencio por un momento, sorprendido de que su amigo hubiera dado en el clavo tan rápido. Asintió lentamente, sin poder ocultarlo más.
—No puedo dejar de pensar en él. Y lo peor es que no sé qué quiero —confesó Robin, sintiendo cómo esa confesión aliviaba algo de la carga que llevaba dentro—. No sé si estoy enfadado con él o si quiero estar con él. Y con Enzo... —Robin hizo una pausa, pensando en todo lo que había pasado entre Julián y Enzo—. No sé si estoy siendo reemplazado.
Witsel asintió, cruzando los brazos mientras escuchaba atentamente.
—Has estado entrenando como loco para este partido —dijo Witsel—, pero hoy te notamos fuera de lugar. Hasta que lo viste a él. Fue ahí cuando volviste.
Robin sabía que su amigo tenía razón. Ver a Julián en el palco, animándolo, lo había hecho reaccionar. Pero seguía sin estar seguro de qué debía hacer con lo que sentía. Sabía que Julián había venido a verlo, pero no sabía lo que eso significaba. ¿Y si solo estaba ahí por casualidad? ¿Y si Enzo era realmente el que estaba ocupando su lugar en la vida de Julián?
Mientras Robin se sumía en sus pensamientos, su teléfono vibró en el bolsillo de su pantalón. Lo sacó, viendo que tenía una notificación de Instagram. Era una historia de Julián, un video corto de él en el palco, grabando el momento exacto en que Robin hizo la entrada decisiva. El comentario debajo del video decía: "Increíble, Robin".
Robin sintió una punzada en el pecho, pero no estaba seguro de si era por la alegría de ver que Julián lo había grabado, o por el dolor de no saber qué significaba realmente ese gesto.
El partido había terminado, pero para Robin, la verdadera batalla acababa de comenzar. ¿Qué significaba Julián en su vida, y qué estaba dispuesto a hacer para averiguarlo?
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El arte de defender(te) // Robin Le Normand y Julián Álvarez
FanfictionRobin Le Normand y Julián Álvarez llegan al Atlético de Madrid con expectativas altas y una rivalidad inesperada. Robin, un defensor imponente, es conocido por su frialdad y dedicación al equipo, mientras que Julián, un delantero apasionado, trae co...