Capítulo 4: Más de lo que parece (Julián's pov)

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Me levanté temprano aquella mañana con una determinación que no lograba explicar del todo. Después del partido, había algo en Robin que despertaba mi curiosidad, una especie de inquietud que me impedía ignorarlo. Decidí que llegaría al campo de entrenamiento antes que nadie, quería verlo en un contexto diferente, en un lugar donde no se sintiera obligado a mostrar esa fachada fría y distante.

Llegué al complejo cuando apenas estaban los empleados preparando todo para el día. El vestuario estaba vacío, pero mientras caminaba hacia él, vi un coche acercarse al aparcamiento. Lo reconocí de inmediato: el coche de Robin. Sin embargo, lo que realmente me sorprendió fue ver que había otra persona en el asiento del copiloto.

Observé con cierta confusión cómo Robin se bajaba del coche junto a Arthur Vermeeren, el joven fichaje belga del equipo. No pude evitar sentir una punzada de incomodidad al verlos juntos, algo que me tomó por sorpresa. ¿Celos? No podía ser. Sacudí la cabeza, tratando de ignorar esa sensación.

Vi cómo Robin hablaba con Arthur de una forma relajada, algo que nunca había visto en él. Caminaban hacia el campo de entrenamiento, conversando en francés. Capté algunas palabras, aunque mi francés era bastante limitado. Sin embargo, el tono amistoso entre ellos era inconfundible. Me quedé allí, observándolos a la distancia. No podía entender cómo Robin podía ser tan distinto con Arthur, cómo podía mostrar una faceta tan diferente a la que yo había conocido en el campo.

Durante el entrenamiento, no pude dejar de mirarlos. Arthur parecía más confiado, más integrado en el equipo, y todo gracias a Robin. Lo veía indicarle posiciones, corregirlo con paciencia, traducirle las instrucciones del entrenador. No era solo el defensor implacable y distante que yo había imaginado. No, había algo más en él. Algo que me hacía querer conocerlo de verdad.

En un descanso, decidí acercarme. Me sentía como un intruso, pero necesitaba entender. Arthur le agradecía a Robin por la ayuda, su expresión era de puro alivio.

—Merci, Robin. Sans toi, ce serait vraiment difficile —le escuché decir.

—Pas de problème —respondió Robin con calm—. J'ai été dans ta situation. C'est normal de se sentir un peu perdu au début.

Aunque mi comprensión del francés era básica, entendí lo esencial. Robin había estado en su lugar antes, siendo el nuevo en un equipo extranjero. Había una empatía en sus palabras, algo que me sorprendió. Me sentía torpe, casi fuera de lugar, pero entonces Robin se giró hacia mí.

—Le estoy ayudando con el idioma —me explicó—. Sé lo difícil que puede ser adaptarse cuando no entiendes todo lo que sucede a tu alrededor.

Asentí, sin saber muy bien qué decir. Por primera vez, veía en Robin algo más que la dureza que mostraba en el campo. Me di cuenta de lo injusto que había sido al juzgarlo solo por nuestra rivalidad inicial. 

—Eso es... genial de tu parte —fue todo lo que pude decir, intentando ocultar mi sorpresa.Robin se encogió de hombros como si no fuera gran cosa, pero había un brillo en sus ojos, una calidez que nunca había notado antes.

Sin embargo, la magia del momento se desvaneció cuando los demás jugadores comenzaron a llegar al entrenamiento. Vi cómo Robin cambiaba, cómo la barrera volvía a erigirse a su alrededor. Se cerró, volviendo a ser el defensor frío, el que daba órdenes cortas y precisas. Arthur pareció percibirlo también. Bajó la cabeza y se centró en seguir las instrucciones, como si se hubiese acostumbrado a esa dualidad en el comportamiento de Robin.

Me quedé observando, incapaz de entender cómo podía ser tan diferente en cuestión de minutos. Robin tenía dos caras, eso era evidente. Pero lo más desconcertante fue darme cuenta de que Arthur no parecía sorprenderse por este cambio. Se había adaptado a él, como si supiera que esa frialdad no era más que una coraza.

Durante el resto del entrenamiento, Robin evitó cualquier cercanía emocional, incluso con Arthur. Era el Robin que conocía: serio, concentrado, impenetrable. Y, sin embargo, yo había visto una parte de él que no encajaba con esa imagen. Había más en Robin de lo que mostraba.Después de la sesión, cuando nos dirigíamos a las duchas, me acerqué a Arthur. Necesitaba entender.

—Oye, antes... cuando estabais solo tú y Robin, parecía diferente —le dije, intentando no sonar demasiado curioso.

Arthur me miró y luego dirigió su mirada hacia Robin, que ya se alejaba hacia los vestuarios.

—Sí, él... es así —respondió Arthur con una sonrisa que denotaba comprensión—. Robin es una buena persona, solo que... prefiere mantener las distancias cuando hay más gente. Me lleva a los entrenamientos y me ayuda con el español porque entiende lo difícil que es estar en un lugar nuevo. Pero cuando estamos con el equipo... bueno, es su forma de protegerse, creo.

Asentí lentamente, procesando sus palabras. Robin era más complejo de lo que había pensado, y esa complejidad me atraía de una manera que no podía ignorar. Esa noche, no podía dejar de pensar en él. En cómo me había equivocado al juzgarlo tan rápidamente, en cómo había capas en él que apenas estaba comenzando a descubrir.

Cada día, mi interés por Robin crecía. No era solo la atracción de una rivalidad o de querer superar a un compañero. Era algo más profundo, algo que tenía que ver con quién era él realmente. Me prometí a mí mismo que encontraría una forma de acercarme a él, de derribar esas barreras que levantaba y descubrir al verdadero Robin.

El arte de defender(te) // Robin Le Normand y Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora