Capítulo 10: Decisiones y desencuentros (Julián's pov)

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Desde que salí de la clínica, mi vida había estado marcada por la incertidumbre y el dolor. Robin había estado a mi lado, ayudándome en mi recuperación, pero a medida que pasaban los días, la distancia entre nosotros crecía. La última vez que nos vimos, sentí que algo se había perdido, algo que no podía recuperar fácilmente. Así que cuando Enzo apareció, fue como una bocanada de aire fresco en medio de la tormenta.

Enzo siempre había sido un buen amigo, pero había algo entre nosotros que nunca se había resuelto. Una tensión que solíamos ignorar, pero que ahora parecía más presente que nunca. Cuando me dijo que vendría a pasar un tiempo en mi casa, acepté sin dudar. Necesitaba compañía, alguien con quien hablar y distraerme de la confusión que sentía respecto a Robin.

Desde su llegada, la atmósfera en casa había cambiado. Enzo trajo consigo risas, conversaciones ligeras y esa chispa de energía que me hacía sentir más vivo. Nos pasamos horas hablando sobre fútbol, sobre nuestras metas y sueños, y por un momento, me olvidé de la presión de mi recuperación y de la tristeza que acompañaba a la ausencia de Robin.

Un día, mientras hacíamos ejercicios juntos en el salón, sentí una conexión que había estado dormida durante tanto tiempo. Enzo estaba atento a mis movimientos, corrigiéndome con suavidad y ofreciendo palabras de aliento que resonaban de una manera diferente. Aunque no era la misma cercanía que tenía con Robin, había algo reconfortante en la presencia de Enzo.

—Vas mejorando, Julián. ¡Eres un guerrero! —me dijo, sonriendo de una manera que me hacía sentir más seguro.

Esa sonrisa me hizo sentir bien, aunque no podía evitar pensar en lo que estaba sucediendo con Robin. La idea de que él se estuviera alejando me dolía más de lo que quería admitir. Enzo, sin saberlo, se convirtió en un refugio. A veces, necesitaba hablar de mis sentimientos y de cómo me afectaba la situación con Robin, pero cada vez que lo hacía, me encontraba en un terreno complicado. No quería que Enzo se sintiera como un sustituto.

Sin embargo, en esos momentos, cuando miraba a Enzo, algo en su mirada me decía que él también sentía esa tensión. Era una especie de conexión diferente, pero igual de intensa. A menudo, me sorprendía pensando en cómo sería si nos acercáramos más, aunque sabía que, en el fondo, no era lo que realmente deseaba. Era Robin quien ocupaba mis pensamientos y mis emociones. Mientras estábamos en el sofá, Enzo se volvió hacia mí, su expresión seria.

—Julián, ¿qué pasa con Robin? Te noto distante.

Suspiré, sintiendo que esa pregunta era el empujón que necesitaba para abrirme. Era verdad, Robin y yo habíamos compartido algo especial, y no podía ignorar cómo eso me afectaba.

—No sé, Enzo. Estuvimos tan cerca durante mi rehabilitación, pero ahora parece que se aleja. Lo vi celebrar en el último partido, y aunque estaba feliz por él, sentí que no era solo un compañero de equipo. Era más.

Enzo me escuchó, asintiendo, y su mirada se tornó comprensiva.

—Lo entiendo, Julián. A veces las relaciones cambian, y puede ser difícil aceptarlo. Pero recuerda que siempre estaré aquí para ti.

Me sonrió, y en ese instante, sentí una mezcla de gratitud y confusión. Enzo estaba ahí, pero mi corazón seguía atado a Robin, aunque la situación se volvía más complicada. La necesidad de conexión que sentía por Enzo era real, pero no era lo que había anhelado durante todo este tiempo.

Ese mismo día, mientras me preparaba para descansar, no pude evitar pensar en cómo me había sentido al ver a Robin trazar esa "J" en el aire. Era una señal de que aún pensaba en mí, pero también un recordatorio de que la distancia entre nosotros se estaba convirtiendo en algo inalcanzable.

Mientras miraba a Enzo, una parte de mí deseaba poder centrarme en esta nueva conexión, en la comodidad de su amistad. Pero la verdad era que Robin había dejado una huella imborrable en mi corazón. Aunque Enzo era un buen amigo, sabía que la tensión entre nosotros era solo un eco de lo que había perdido.

La noche llegó, y mientras me acomodaba en la cama, sentí que la confusión se intensificaba. Era momento de enfrentar mis sentimientos y decidir qué camino quería tomar. Enzo estaba ahí, listo para ser mi apoyo, pero en el fondo, sabía que mi corazón seguía buscando a Robin, deseando que todo volviera a ser como antes.

El arte de defender(te) // Robin Le Normand y Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora