Había llegado el momento de enfrentar la realidad con María, y aunque no fuera a reconocerlo, tenía ganas de acabar con esa farsa. Mientras la relación con ella había sido un respiro al principio, ahora no era más que una sombra, una distracción que ya no podía sostener. Cada vez que estábamos juntos, mi mente vagaba en otra dirección, siempre volviendo a lo mismo: Julián. No era justo para ella, ni para mí. Por eso, esa misma mañana, decidí que lo mejor era terminar las cosas.
Nos encontramos en el mismo café donde la había conocido. María me recibió con una sonrisa tranquila, la misma que solía ser un refugio, pero esta vez no me provocó nada. Nos sentamos, y antes de que pudiera preguntarme qué ocurría, solté las palabras que había estado repitiendo en mi cabeza durante días.
—María, tenemos que hablar —empecé, sin rodeos—. No puedo seguir con esto.
Ella me miró confundida, aunque algo en sus ojos revelaba que ya lo había intuido. Sabía que algo no estaba bien desde hacía un tiempo, pero no me había presionado. Era una de las cosas que había apreciado de ella, pero ahora, en este momento, ese espacio no hacía más que subrayar el vacío que había entre nosotros.
—¿Es por Julián? —preguntó con una calma sorprendente.
Mi silencio fue suficiente respuesta.
—No puedo seguir pretendiendo que estoy aquí cuando mi cabeza está en otro sitio. No es justo para ti.
María asintió lentamente, sus manos jugando con la taza de café.
—Lo sabía. Desde el principio lo sentí, Robin. Solo... esperaba que lo superarías.
Pero no lo superé, y no lo haría. No dije nada más. Terminamos la conversación con un adiós respetuoso, sin dramatismos, pero con la certeza de que esto era lo mejor para los dos. Sin embargo, aunque esa ruptura debería haberme traído alivio, lo único que sentí fue un peso aún más grande. María no era el problema, y ahora lo sabía con más claridad que nunca. Era Julián.
El partido de ese día fue complicado. Mi mente estaba dividida entre la sensación de haber dejado una relación atrás y lo que vendría después. Sabía que las preguntas sobre la celebración estaban al caer. La "J" que tracé en el aire no había pasado desapercibida, y los rumores ya habían comenzado a correr. Tras el partido, en la rueda de prensa, fue la primera pregunta que me hicieron.—Robin, sobre tu celebración en el último partido, trazaste una "J" en el aire. Muchos han especulado sobre el significado, ¿puedes aclararlo?
Sentí la presión de la mirada de todos los periodistas en la sala. Había planeado este momento, pero aún así, el simple hecho de tener que explicarlo me molestaba. No quería darle más vueltas al asunto, así que respondí de manera seca y borde, con más dureza de la que probablemente era necesaria.
—Era para Julián —respondí con firmeza, sin dudar—. Está recuperándose de su lesión. Es mi compañero de equipo. Nada más.
Los murmullos entre los periodistas se hicieron notar, pero no me importaba. No pensaba dar más explicaciones. Agradecí a todos de manera cortante y me levanté, terminando la rueda de prensa antes de que pudieran seguir indagando. Pero, mientras salía del estadio, algo dentro de mí me decía que, por más que lo negara, esa "J" significaba mucho más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Decidí ir a casa de Julián al día siguiente. Necesitaba verlo, hablar con él, quizás incluso explicarle lo que realmente había detrás de la celebración. Pero al llegar, algo me detuvo. Mientras caminaba hacia la entrada, lo vi desde lejos, por la ventana del salón.
No estaba solo.
Enzo Fernández estaba allí, sentado en el sofá, riéndose con Julián, como si fuera lo más natural del mundo. ¿Enzo? No sabía que él vendría, y mucho menos que se había instalado en su casa. Me quedé a una distancia prudente, observando la escena que se desarrollaba dentro. Julián parecía relajado, como si la tensión que habíamos compartido en las últimas semanas se hubiera desvanecido, reemplazada por algo más ligero con la llegada de Enzo.
Me quedé helado en mi lugar, incapaz de moverme o de procesar lo que sentía. ¿Por qué Enzo estaba ahí?. Julián se había distanciado de mí, y ahora era él quien estaba ayudando en su recuperación. Pude ver cómo Enzo lo asistía con los ejercicios que solíamos hacer juntos.
Era como si, en ese instante, todo lo que habíamos construido juntos durante su rehabilitación se desmoronara. Había intentado distraerme con María, pero ahora Julián parecía haber encontrado su propia distracción en Enzo. Había sido reemplazado y no sólo en los entrenamientos.
No me atreví a acercarme. Lo observé un rato más, sintiendo una mezcla de celos, confusión y frustración. Nunca había sido honesto con Julián, y ahora él había encontrado a alguien más. Me di la vuelta lentamente y me alejé, con la amarga sensación de que todo se estaba escapando de mis manos.Sabía que Enzo era su amigo, pero no podía evitar preguntarme si había algo más. ¿Me había alejado tanto que ya no había lugar para mí en su vida?
Mientras me marchaba, una idea empezó a formarse en mi mente. Había evitado enfrentar lo que sentía por Julián durante demasiado tiempo, y ahora estaba pagando el precio. Pero quizás, solo quizás, no era demasiado tarde para arreglar las cosas.
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El arte de defender(te) // Robin Le Normand y Julián Álvarez
FanfictionRobin Le Normand y Julián Álvarez llegan al Atlético de Madrid con expectativas altas y una rivalidad inesperada. Robin, un defensor imponente, es conocido por su frialdad y dedicación al equipo, mientras que Julián, un delantero apasionado, trae co...