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Una de las reglas fundamentales de estas reuniones es que primero deben reunirse los cinco líderes de las manadas, cada uno acompañado por dos miembros de confianza. Nos encontramos en un cuarto abandonado que solía ser una oficina. Las paredes están cubiertas de polvo, los papeles rotos y esparcidos por el suelo, las ventanas rotas dejando entrar un frío incómodo. Todo está sucio, con el aire cargado de humedad, y el suelo cruje bajo nuestras patas.
Todos han seguido la regla de traer solo a dos compañeros. Normalmente, Mooch y Francois acompañan a mi padre, pero esta vez, mi padre decidió que yo debía estar aquí en lugar de Mooch. Lo sentí como un honor, pero también como una prueba. Soy el único hijo en esta sala, un privilegio que ninguno de los otros cuatro líderes le ha otorgado a su descendencia. Eso me hace sentir especial, pero también más vigilado.

Los otros cuatro líderes están aquí con sus perros. Está Rufus, un pastor alemán robusto y astuto, acompañado por Max, un pequeño terrier ágil, y Zeus, un gran mastín. Luego está Bella, una border collie que siempre tiene todo bajo control, con su fiel compañero Spike, un chihuahua valiente, y Tank, un rottweiler inmenso. Al otro lado de la mesa, observamos a Tyson, un pitbull de mirada dura, junto a Rocky, un bulldog corpulento, y Dexter, un schnauzer que no se pierde ningún detalle. Y finalmente, Hunter, un galgo de patas largas y rápidas, acompañado por Tiny, un beagle diminuto pero feroz, y Buster, un doberman de tamaño impresionante.

Ninguno de los compañeros que han traído es hijo de los líderes. Yo soy el único que tiene el privilegio de estar aquí no por mis habilidades, sino por ser el hijo de Mechas, y eso me hace destacar más.

El tema central es el robo. Eso es lo usual. Desde hace años, hemos perfeccionado la manera de organizar robos, haciendo que parezcan obra de humanos mientras nosotros obtenemos lo que necesitamos. Los humanos piensan que robamos botes de basura o mendigamos sobras, pero llevamos años perfeccionando nuestra organización para robar almacenes, restaurantes y cualquier lugar que tenga comida suficiente para abastecer a nuestras manadas. Lo que ellos no saben es que más de 200 perros callejeros están organizados en esta operación.

En medio de la conversación, Mechas se muestra más preocupado por una cuestión particular. "El problema sigue siendo la carnicería principal", dice, su voz seria. "Ese lugar está lleno de perros salvajes, sin ley ni conciencia. No respetan a nadie y siempre están listos para pelear. Son una amenaza para lo que queremos lograr".

Uno de los líderes, Tyson, me mira fijamente. "¿Qué hay de tu hijo, Mechas? Tal vez Marcas podría encargarse de ellos".

Mi padre me observa, evaluando la situación. "Marcas es fuerte", dice, "pero nunca se ha enfrentado a tantos de una vez".

"Sería como enfrentarse a cinco Reggies, o incluso más", interviene Bella. Ella sabe lo que significa luchar contra ese tipo de perros: es peligroso y requiere una habilidad que pocos tienen.

Yo no tengo miedo. "Puedo con eso", digo en voz baja pero firme. Todos los ojos se vuelven hacia mí. Siento la presión, pero también la emoción. He entrenado para esto. Mi padre me ha preparado.

Otro de los líderes, Hunter, añade: "Necesitamos un plan sólido si vamos a intentar algo así".

Mechas asiente, observándonos a todos antes de decir, "Esto es lo que haremos..."

Sí, PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora