Estábamos en silencio por un rato, las palabras de Brutus resonando en mi cabeza. Finalmente, no pude contenerme más y le pregunté, con un tono más serio de lo habitual, "¿Por qué dices que no soy como mi padre?"
Brutus me observó con una mirada profunda y luego suspiró, como si hubiera estado esperando esa pregunta. "Por lo que vi el otro día," dijo, mientras sus palabras empezaban a despertar un recuerdo en mí, uno que había tratado de enterrar.
De repente, mi mente volvió a la feria, aquella vez cuando Junior, el hijo de mi anterior dueño, había cruzado la calle emocionado y no se dio cuenta de que un auto venía directo hacia él. Mi corazón se aceleró al recordar cómo corrí hacia él sin pensarlo dos veces.
"¿Lo recuerdas ahora?" me preguntó Brutus, con una expresión que no necesitaba una respuesta.
"Sí," contesté en voz baja.
"Junior habría muerto si no hubieras estado ahí. Lo salvaste," continuó Brutus, su voz grave y solemne. "¿No lo recuerdas?"
"¿Cómo lo sabes?" le pregunté, incrédulo.
"Hemos estado vigilando desde que comenzó la feria," dijo Brutus. "Te vi cuando eso pasó. Lo vi todo."
Las imágenes del rescate volvieron a mi mente con una claridad que me asustaba. Recordé cómo el auto se acercaba a toda velocidad, cómo había saltado hacia Junior y lo empujé fuera del camino justo a tiempo. Sentí el calor de su pequeño cuerpo en mis patas, el miedo mezclado con el alivio de haberlo salvado.
"¿Recuerdas lo que sentiste cuando el chico te abrazó?" preguntó Brutus, su voz suave pero intensa.
Asentí. "Sí, lo recuerdo."
Brutus me miró con una leve sonrisa. "Eso se llama amor, Marcas."
Esas palabras me golpearon fuerte. Amor. Sabía que algo había sentido en ese momento, algo que no podía describir en su momento. Sentí una calidez en mi pecho, como si todo el caos de mi vida hubiera desaparecido por un instante, y solo quedaba la gratitud de un niño.
Pero entonces recordé lo que vino después. El padre de Junior, mi antiguo dueño, había llegado corriendo, preocupado. Pero cuando me miró, no me reconoció. "Ese no es Scamp," dijo, con una frialdad que me hirió más de lo que quise admitir.
"Así te llamabas, ¿verdad?" intervino Brutus, sacándome de mis pensamientos.
"Sí... Scamp," dije, casi en un susurro. El nombre ya no me pertenecía, o al menos eso sentía. "Y ese hombre no me reconoció."
Brutus me observó por un momento, como si estuviera eligiendo con cuidado sus siguientes palabras. "Quizá sea por cómo luces ahora."
"¿Por estar sucio?" pregunté, aunque en el fondo sabía que no era solo eso.
Brutus negó con la cabeza. "No, distinto. Ya no eres el cachorro que eras antes. Ahora eres más grande, más fuerte. Tal vez tu antiguo dueño esperaba verte como fuiste en aquel entonces, pero lo que vio fue un perro completamente diferente."
"¿Por qué Junior sí me reconoció?" pregunté, sintiendo una punzada de esperanza que rápidamente se apagó.
"Porque te reconoció aquí," dijo Brutus, tocándose el pecho con una pata. "Él no necesitaba ver al cachorro que eras. Sabía que eras tú por lo que sentía."
Me quedé en silencio por un momento, tratando de procesar todo lo que me decía. "No importa," dije al final, mi voz teñida de resignación. "Mi antiguo dueño no me reconoció, lo que significa que nunca podré volver con Junior."
Brutus me miró con una mezcla de comprensión y algo más, algo que no pude identificar de inmediato. "La vida siempre da sorpresas, Marcas," dijo con suavidad. "Pero lo importante no es lo que pierdes, sino lo que aprendes de cada experiencia."
Supe que tenía razón, pero aún así no podía evitar sentir el dolor de ese rechazo, como si algo dentro de mí se hubiera roto para siempre. "¿Por qué me dejaste entrar aquí?" le pregunté de repente, queriendo entender por qué, a pesar de todo lo que había pasado, me permitía estar en su refugio.
"Porque quisiste venir," respondió sin dudar.
Miré a mi alrededor, viendo más claramente el lugar que me rodeaba. Los perros, los humanos, la tranquilidad que se respiraba. Todo era tan diferente a lo que había conocido con Mechas. Brutus me observó de cerca, como si intentara leer mis pensamientos.
"Veo algo en ti, Marcas," continuó Brutus, su voz grave pero llena de sinceridad. "Sé que no eres como Mechas. Lo veo en tus ojos. Es solo que tú no lo puedes ver aún."
Me tensé un poco ante sus palabras. "¿Qué es lo que no puedo ver?" pregunté, sin saber si realmente quería la respuesta.
Brutus me miró con una calma que me inquietó, como si ya supiera la respuesta que yo aún no había descubierto. "Quien eres realmente."
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Sí, Padre
FanfictionQué pasaría sí el plan de Mechas, para vengarse de Golfo, no hubiese sido permitir que un perrero capturara a Scamp sino algo mucho peor. Recordemos a Scamp, el hijo de Golfo y Reina, quien huyó de casa luego de estar harto de ser un perro casero, s...