La batalla rugía ante mis ojos. Mechas peleaba con la furia de un lobo acorralado, lanzándose contra Brutus y los perros que lo rodeaban. Los golpes resonaban en el aire, el sonido de los cuerpos chocando, de los gruñidos y ladridos. Por un momento, sentí que todo se volvía un caos interminable. **Mechas no iba a rendirse**, pero tampoco lo harían sus oponentes.
Mientras contemplaba la lucha, mi mirada se desvió hacia Reggie, quien estaba observándome desde la distancia. Sus ojos brillaban con una mezcla de resentimiento y desprecio. Sabía lo que pensaba. Él me culpaba. **Dos veces lo habían enviado a la perrera**, y sí, era por mi culpa.
—Oye, sé que tuvimos nuestras diferencias —le dije, con la voz más firme de lo que me sentía por dentro.
Reggie no dijo nada. Su mirada seguía fija en mí, intensa, molesta. **Me odiaba**, eso era claro.
—Y sé que te enviaron a la perrera... dos veces por mi culpa —continué, sin apartar la mirada. Sus ojos se estrecharon, llenos de rabia contenida. Podía sentir el peso de su desprecio como una daga en mi costado. Pero había algo más. Algo que no podía entender del todo.
—Pero si crees que te voy a temer, estás muy equivocado —dije, avanzando un paso.
Reggie me miró fijamente. Todo en su expresión gritaba enojo. Sabía que en cualquier momento podría abalanzarse sobre mí, y por un segundo, me preparé para lo peor. Cerré los ojos, esperando el golpe...
Pero en lugar de sentir sus dientes o su peso sobre mí, sentí algo que me empujaba a un lado. Abrí los ojos, aturdido, y vi que Reggie había intervenido justo a tiempo para apartarme de un perro que estaba a punto de atacarme. **Reggie me había salvado**.
El atacante, un perro callejero de aspecto feroz, se detuvo, confuso.
—¿Qué haces? —gruñó el perro, mirando a Reggie con sorpresa.
Reggie, por primera vez, habló, su voz rasposa y decidida.
—Él no —dijo con firmeza.
Mi sorpresa fue palpable. **Reggie hablaba por primera vez**. Sus palabras me impactaron, pero no tanto como lo que significaban. **Él creía que yo podía cambiar**.
—Él puede cambiar —añadió Reggie, sin apartar la mirada del otro perro.
El sonido de sirenas resonó de repente en la distancia. **Policía**. No solo eso, sino también los camiones de la perrera. Giré la cabeza y vi las luces acercándose. Hombres salieron rápidamente de los vehículos, algunos con redes en mano, listos para atrapar a cualquiera de los perros que encontraran.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. **Esto no estaba en los planes**.
Reggie me miró y, por primera vez, vi algo distinto en sus ojos. Ya no había rabia, solo una especie de resolución.
—Es tu oportunidad, muchacho —dijo, su voz sonando más suave, pero igualmente intensa—. Decide.
Sentí un nudo en el estómago. **Tenía dos opciones**: ayudar a Mechas, mi padre, en su batalla... o salvar a los perros, muchos de los cuales iban a ser atrapados por la perrera si no hacía algo.
El reloj marcaba cada segundo que pasaba. **No sabía qué hacer**. Mi mente estaba dividida, mi lealtad también. Las manos de los hombres con redes se preparaban para lanzarse sobre los perros, y Mechas seguía luchando contra Brutus.
**Tenía que elegir**. Y no sabía si podría vivir con la decisión que tomara.
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Sí, Padre
FanfictionQué pasaría sí el plan de Mechas, para vengarse de Golfo, no hubiese sido permitir que un perrero capturara a Scamp sino algo mucho peor. Recordemos a Scamp, el hijo de Golfo y Reina, quien huyó de casa luego de estar harto de ser un perro casero, s...