Esa noche, después de haber pasado un buen rato con mi familia, mi padre y yo fuimos al restaurante donde solía comer con Angela y Reina. Mientras nos sentábamos, no pude evitar sentirme feliz. Golfo, sentado a mi lado, me miró con una sonrisa y dijo:
—No puedo creer que pudieras combinar lo mejor de ambos mundos.
Le devolví la sonrisa y respondí:
—Ni yo.
Nos trajeron la comida, y pronto vimos a Angela y Reina acercándose, acompañadas por Tony, el esposo de Angela, y mis hermanas. Nos unimos en la charla, recordando todo el tiempo que habíamos pasado juntos. Ellos hablaban sobre lo que significó tenerme de vuelta en sus vidas, y cómo, en lo personal, se sentían aliviados de que todo hubiera terminado bien. Aunque no fue exactamente como lo esperaban, estaban felices de que yo hubiera encontrado un camino que combinaba lo que Golfo no quería para mí con lo que sí deseaba.
Después de terminar de cenar, nos despedimos del grupo, y mientras caminábamos bajo la luz de la luna, me sentí en paz. Golfo, siempre tan protector, me miraba de reojo, probablemente pensando en todas las veces que intentó protegerme de lo que él consideraba peligroso. Lo miré y le dije:
—Sabes que era solo un cachorro. Además, a veces uno necesita aprender por su cuenta.
Golfo asintió y dijo:
—Eso sí.
Al llegar a la casa, dejamos a Reina y a mis hermanas. Golfo quiso quedarse conmigo un rato más en el porche. Acepté, y nos sentamos en silencio por un momento, disfrutando de la calma de la noche.
Después de unos minutos, lo miré y le pregunté:
—Oye, papá, ¿te puedo preguntar algo?
Golfo me miró y respondió:
—Sí, claro.
—Si Mechas se hubiera enamorado de mamá en vez de ti... ¿habrías hecho lo mismo?
Golfo sonrió, pero con un aire pensativo. Después de unos segundos, dijo:
—Supongo que sí.
Terminamos nuestra charla y Golfo decidió irse a dormir. Yo, en cambio, me dirigí hacia la empacadora. Pero en el camino, oí unos ruidos de discusión que venían de una casa cercana. Me acerqué con cuidado y noté que, en el patio trasero, había un cachorro encadenado, discutiendo con su padre. Reconocí de inmediato a Spike. Había crecido mucho, y no lo había visto desde que fue adoptado, casi dos meses después de lo que sucedió en la feria.
Al mirar al cachorro, supuse que debía ser su hijo. Mientras observaba, oí al pequeño decir con frustración:
—¡Tú no entiendes lo que quiero, porque siempre has sido un perro casero!
No pude evitar soltar una pequeña risa en ese momento.
—Por eso no entiendes que quiero ser un perro salvaje y libre —continuó el cachorro.
Spike, con un tono firme, le respondió:
—No quiero perros salvajes en esta familia.
Eso me hizo reír de nuevo, pero esta vez más bajo. Mientras me alejaba, pensé: *Supongo que esto no acabará bien*. Miré hacia el cielo, donde la luna llena brillaba intensamente, y susurré:
—No te preocupes, Spike. Si algo le pasa a tu hijo, te prometo que cuidaré de él.
Con esas palabras, comencé a correr, sintiendo el viento fresco y la luz de la luna tocando mi pelaje mientras cruzaba el prado. Había algo liberador en esa sensación, como si todo estuviera
en su lugar, al menos por ahora.
FIN
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Sí, Padre
FanfictionQué pasaría sí el plan de Mechas, para vengarse de Golfo, no hubiese sido permitir que un perrero capturara a Scamp sino algo mucho peor. Recordemos a Scamp, el hijo de Golfo y Reina, quien huyó de casa luego de estar harto de ser un perro casero, s...