Esa noche, después de todo lo que había pasado, Mechas y yo volvimos al callejón. Al entrar, noté que los otros perros callejeros nos miraban sorprendidos, sus ojos clavados en mí, en la herida que llevaba en el rostro. El dolor físico ya no me importaba, lo que más me molestaba era el recuerdo de cómo había sucedido.
Francois, siempre curioso y preocupado, fue el primero en acercarse.
—Scamp, ¿qué te pasó? —preguntó, su voz llena de inquietud.
Lo miré un instante, pero no tenía ganas de hablar. Simplemente lo ignoré y me dirigí al rincón donde había visto mi reflejo por última vez. Frente al espejo, vi mi cuerpo, más fuerte que nunca, pero esta vez no era el tamaño lo que había cambiado. El daño ya estaba hecho. La cicatriz de las garras de Golfo se extendía sobre mi ojo izquierdo, un recordatorio permanente de lo que había sucedido. La sangre ya se había secado, pero el dolor aún palpitaba en mi pecho, no por la herida, sino por la traición que sentía.
Después de unos segundos frente al espejo, volví con Mechas. Lo encontré al lado de dos perritas que coqueteaban con él. Cuando me vio acercarme, sonrió con orgullo, y sin dudarlo, llamó la atención de todos.
—¡Vean a mi hijo! —dijo, inflando el pecho—. El pequeño cachorro que derrotó a Reggie... dos veces. Y que hoy me protegió de Golfo.
Los demás perros comenzaron a felicitarme, algunos incluso se acercaron para darme una palmada en la espalda o un gesto de respeto. Las perritas me miraron con admiración, y por un momento, el dolor se desvaneció ante la satisfacción de recibir ese reconocimiento. Me sentí bien, más fuerte, más seguro de mi lugar en este mundo.
Después de un rato de celebración y coqueteo, me aparté un poco del grupo. Miré hacia la noche, con la luna alta iluminando el callejón. Todo estaba en calma, pero mi mente no lo estaba. Golfo... No podía sacarlo de mi cabeza. La herida no solo estaba en mi rostro, estaba en mi orgullo, en mi corazón.
—Esto lo vas a pagar caro, Golfo —murmuré para mí mismo, con una promesa llena de rabia en mi pecho.
Sabía que este era solo el principio.
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Sí, Padre
FanficQué pasaría sí el plan de Mechas, para vengarse de Golfo, no hubiese sido permitir que un perrero capturara a Scamp sino algo mucho peor. Recordemos a Scamp, el hijo de Golfo y Reina, quien huyó de casa luego de estar harto de ser un perro casero, s...