La respiración del pecoso resultaba preocupante, de hecho, todo lo que le pasaba llenaba de pavor a Mitsuki, quién lo llevó a un callejón apartado, ignorando el destino al que planeaban llegar anteriormente, ayudándolo a sentarse en el suelo con algo de repudio por lo asqueroso que estaba el suelo.
– ¡Izuku! Reacciona ¿puedes hacerlo por mí? ¡Por favor! Tú mamá no le gustaría verte así. - trató de calmarlo, sosteniéndolo de las mejillas con sus manos para que la mirara a ella y se concentrara en eso.
Te comportas más patético con cada día que pasa, idiota. Ick.
Mi mamá... mi mami me ha dejado solo conmigo mismo...
No tienes que preocuparte por ella, Izuku 1. Ella es una mujer fuerte y sabe cuidarse sola.
Pfff. ¡JÁ! Eso es más falso que el vicioso en tanga.
Guarda silencio, Izuku 2. Estoy tratando de colaborarle a la tía Mitsuki ¿sí? No trates de interrumpirme, porfavor.
Ay... ¿Por qué? Yo quiero seguir viéndolo llorar más tiempo, merece sufrir así, es culpa suya por apegarse tanto a alguien que no se lo merece ni siquiera un poco.
¿Yo... merezco esto...?
Por supuesto ¿y quieres saber por qué, niño estúpido?
...
Cállate, Izuku 2, relájate un poco y cierra la boca, me tienes harto con lo tanto que hablas y poco que haces.
Tch, son unos malditos maricones los dos, ambos cagados en los pantalones como las maricas que son al igual que Inko.
Sin ser capaz de pronunciar palabra alguna, Izuku finalmente se derrumbó en los brazos de su tía Mitsuki, llorando con el rostro enterrado en el hombro de la rubia que recibía su desahogo con un profundo silencio sepulcral antes de dedicarle una serie de buenas y lindas palabras en un intento lindo, pero lastimosamente miserable para el agobio acumulado del pecoso gracias a las constantes discusiones e insultos por parte de Izuku 2. Las palabras de Izuku 3 parecían no hacerle efecto alguno cuando estaba tan pesimista y el otro solo servía para empeorar sus pensamientos altamente intrusivos.
– Ay... vamos, Zuzu, no es tu culpa, ella va a volver, no te dejó solo. Porfavor deja de llorar... - pidió triste, el humor y el profundo sollozo tras sollozo que se descargaba sobre su hombro hacia que sus ojos le picaran con fastidio e insistencia.
Mientras que el peliverde no dijo nada por minutos enteros, casi una hora para ser más exactos. Mitsuki no pudo evitar que se le escapara una que otra lágrima que se deslizó en silencio por sus mejillas ligeramente maquilladas de vez en cuando. Al cabo de una hora con veinte minutos recién contados, ambos regresaron a casa de los Bakugo sin pronunciar testimonio, lo único que dijo la mujer a su hijo fue lo siguiente:
– Encárgate de él, yo-... simplemente no puedo hacerlo... - susurró a un lado del oído de Katsuki, quién no pudo ni saludar de mala gana cuando escucho la voz de su madre ligeramente quebradiza, quién sin darle explicaciones para darle aunque sea un poco de contexto sobre lo que estaba pasando para que ella estuviera así; jaló a Izuku del brazo hasta su hijo, obligándolo a tomarlo por reflejo para que este no se callera. Sin más, era hora de que fueran a la habitación del explosivo individuo como originalmente estaba planeado desde el tardío almuerzo de no muy lejanos momentos atrás.
~ En la habitación de Katsuki ~
– Eso ha sido todo ¡¿me oíste, Deku de mierda?! Más te vale decirme que diablos pasó para que la vieja esté así. - ordenó con un tono firme y autoritario, cruzándose de brazos mientras entrecerraba los ojos al ver la espalda y el silencio del pecoso.
– ... - no quería decir absolutamente nada, estaba destrozado por dentro, se sentía traicionado, dejado de lado... abandonado como un juguete con el cual ya no quieres volver a pasar buenas tardes de diversión juntos.
– ¡Oi! Imbécil, te estoy hablando ¿qué es que aparte de débil te volviste mudo-...? ¡¿PERO A TI QUE MIERDA TE PASA, EH?! - ¿Qué podría haber hecho a Katsuki hablar así? Era grosero y gritón, pero bajo esa fachada grosera, se escondía una profunda preocupación cuando visualizó el estado de su amigo de la infancia. Joder... ahora todo tenía sentido, su madre era muy parecida a él en ese aspecto; ambos aparentaban ser fuertes, rudos y despreocupados la mayoría del tiempo, pero en la intimidad de sus corazones, guardaban lo débiles que eran ante la vista de un ser muy querido suyo sufrir de tal manera tan desgarradora.
Los ojos verdes y brillantes de Izuku ahora solo parecían dos excusas de pupilas sucias como canicas usadas por años, el aura positiva que solía rodear su ser ahora era reemplazada por la sensación de percepción de la profunda tristeza, decepción y... algo más, algo que no pudo identificar.
Aún no.
Parecía una estrella sin brillo, Katsuki no sabía el porqué, pero se sentía bien culpable en ese instante, desde ese momento en el cual vió como el Izuku Midoriya que había conocido desde sus muy tempranos cuatro años estaba tan destruido... tan cambiado... tan diferente. Podía jurar que escuchaba su mente caer en una decadencia profunda por la foja mirada del pecoso sobre él. ¿Qué lo tenía tan jodido? Katsuki Bakugo no tenía ni la más mínima idea de lo que debía de hacer.
Continuará
(Ya sé que el capítulo es más corto de lo habitual, pero quería comentarles como ya se habrán dado cuenta, ¡de que llegamos al capítulo 50 después de tantos meses pasando por este proceso junto a ustedes! Me gustaría preguntarles si les gustaría ponerme aquí las dudas que puedan tener, sugerencias o incluso pistas sobre capítulos futuros, solamente si quieren ¿va? Nadie está obligado a poner o pedir nada :3)
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Doble opinión
FanfictionIzuku Midoriya, un chico de 16 años que va a la preparatoria más famosa de todo Japón: la UA, lugar especializado en convertir a jóvenes soñadores, en héroes capaces y justicieros, pero... ¿quien iba a imaginar que Izuku, mejor apodado Deku, podía n...