No hubo ni una palabra más en la casa Midoriya, puesto que Izuku se abalanzó sobre la chica y metió su mano en su boca, aferrando sus dedos al hueso de su mandíbula inferior para tirarlo con fuerza hacía abajo, dislocandole la mandíbula y desprendiendo un músculo facial al mismo tiempo, sin preocuparse; entro tomándola de la muñeca y cerro la puerta detrás de él luego de entrar a su apartamento, la chica ahora identificada como su prima por el apodo de tía que uso con su madre soltaba un grito ahogado que lamentablemente no le servía para pedir misericordia.
Ahora sin posibilidad de hablar. La fémina empezó a llorar del dolor tan tortuoso que sentía mientras era arrastrada por el suelo, incapaz de cerrar su boca soltaba gemidos adoloridos y entrecortados por el sufrimiento que la acontecía en ese momento, siendo dejada a mitad del pasillo mientras trataba de divisar la cara de su atacante, logrando a los pocos segundos enfocar el rostro oscuro y escalofriante de Izuku, su primo del cual se había burlado en el funeral de su bisabuelo. Tanto que se arrepentía ahora ya que como dice el dicho...
Nunca sabes con quién te estás metiendo.
Quería disculparse, quería pedirle clemencia y que tuviera misericordia con ella, quería jurarle que no volvería jamás y haría lo que sea con tal de no seguir siendo lastimada, pero un fuerte pisotón la hizo retorcerse al notar que su mandíbula inferior fue aplastada por el zapato del chico agresivamente. El dolor era indescriptible, el hecho de no poder hablar y escuchar como su maxilar inferior se hacía pedazos era aterrador, desesperante...
Atemorizador por decir lo menos fuerte.
Mientras tanto Izuku solo la miraba con desdén, con unos ojos vacíos carentes de ese brillo alegre que lo acompañaba a diario, una expresión estoica que casi rozaba la leve sensación del sentir asco de ella, sus ojos cada vez más descartaban más la tranquilidad y soltaban más y más lágrimas de terror puro y dolor duradero. Su cuerpo temblaba y ahora jadeaba sudorosa al ver como el pie de su atacante se levantaba lentamente y se reposicionaba suspendido en el aire encima de su rodilla derecha, mirándolo con pavor y pánico como si rogara por piedad, más al otro no el importó, ni se dio cuenta de su respiración agitada y desordenada cuando bajo dando un nuevo pisotón aplastando le los huesos gracias a su fuerza producto de su entrenamiento.
Este acto provocó un nuevo episodio de dolor para la chica peliverde, la cual soltó un gruñido entrecortado y desafinado terriblemente por la tortura que se le presentaba, sin más...
Izuku se agachó a un lado de ella y levantó levemente su camisa para buscar su teléfono, encontrándolo en poco tiempo y tomando su muñeca con extrema furia y fuerza reprimida, escuchando el tronar doloroso de sus huesos al dislocar su muñeca y poner su huella dactilar para desbloquear su teléfono, abriendo sus chats y buscando el de su novio para investigar un poco mientras la chica seguía llorando y lamentándose en el suelo, tomando su muñeca recién lastimada con su mano aún sana, su rostro empapado de lágrimas arrepentidas que deseaban, añoraban que todo fuera una terrible pesadilla, un sueño del cual podría despertarse en cualquier momento, eso era lo que anhelaba ahora que pasaba por el umbral tan horrendo del dolor.
Izuku leyó los chats que tenía con su novio, notando como el último mensaje de su novio no había sido leído decidió ver un poco. Lo que resultó siendo una playlist de música chafa con dedicatorias vagas y copiadas de amor, también combinando piezas musicales diseñada para fiestas, visión que divirtió al peliverde al punto de soltar una adorable carcajada retorcida antes de subir el volumen por completo y poner el celular en la mesa de su sala para reproducir las piezas artísticas sonoras.
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Doble opinión
أدب الهواةIzuku Midoriya, un chico de 16 años que va a la preparatoria más famosa de todo Japón: la UA, lugar especializado en convertir a jóvenes soñadores, en héroes capaces y justicieros, pero... ¿quien iba a imaginar que Izuku, mejor apodado Deku, podía n...