Las escasas velas iluminaban los aposentos del rey. Las ventanas cerradas solo dejaban que el lugar estuviera caliente y poco iluminado.
-Se que... Cuando éramos niños nuestras relaciones no era la mejor, si es que alguna vez tuvimos una- la mano de aegon apretaba la de Aena. Ella tenía su mirada fija en la de el, notado cierta vulnerabilidad en esta -Pero... A pesar de que no tuvimos una gran relación, tú has sido la única que me ha venido a ver cuando no tiene ninguna obligación en hacerlo-
-Eres mi hermano, Aegon. A pensar de que no tuviéramos una relación buena de niños, eso no significa que te guardara rencor por ello-
-Gracias...-
Aena se acomodo en la orilla de la cama, dejado aún su mano entrelazada con la de su hermano.
-Sabes... Últimamente me he sentido muy solo- dijo en un bajo susurro.
-¿Solo?-
-Si... Solo. Eres la única persona que viene a estar conmigo y saber de mi. Madre no ha venido en días, aemond solo viene en ocasiones y para informarme de la estupida guerra, Helaena... Ella ni siquiera sale de sus aposentos y mi pequeña jaehaera... No quiero que vea a su padre así. Solo te tengo a ti-
Aquellas palabras tomaron por sorpresa a la platinada a su lado. Aena sabía que Aegon no recibía muchas visitas, pero tampoco sabía que no recibía prácticamente ninguna.
Podía ver cómo sus ojos se cristalizaban mientras apartaba su mirada y su agarre en su mano se hacia débil, podía ver la vulnerabilidad en su mirada. Se sentía solo... Nunca lo había notado, en estos días no es como que lo hubiera notado, pero ahora la realidad estaba frente a ella.
-Aegon...- El platinado levantó su mirada hacia ella y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas -Nunca estarás solo mientras me tengas a mi, o a jaehaera..-
-Gracias hermana...-
Hermanos se compartieron sonrisas. .
Un golpe en la puerta seguido del chillido de esta siendo abierta interrumpido el silencio que se había formado. Ambos miraron en aquella dirección, Observado al gran maestre entrar en los aposentos.
-Majestad- dijo el hombre haciendo una corta reverencia -Es hora de su lección para su pierna-
Aena se levantó de la cama, soltando la mano de su hermano -Nos vemos egg-
Aegon asintió levemente y está comenzó a dejar la habitación. Cuando se detuvo junto al marco de la puerta, observo hacia atrás, viendo cómo su hermano hacia un esfuerzo para ponerse de pie.
Cuando escucho el primer jadeo de dolor salir de sus labios, camino fuera de la habitación, cerrado la puerta tras de ella.
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.Los suaves sollozos de la reina se podían escuchar detrás de la puerta en los pasillos. Cualquiera que pasarán junto a sus aposentos podía escuchar los lamentos de la mujer dentro de la habitación, y para Aena cuando estuvo frente a ellos no pasaron desapercibidos.
Cuando abrió la puerta y entro a sus aposentos, la oscuridad dentro la hizo tomar una de las antorchas en las paredes de afuera. La luz de la antorcha hacia sombre en la habitación.
Sus pasos se hicieron lentos, temiendo de tropezar. Podía escuchar los sollozos de Helaena y la silueta de ella a los lejos. Cuando estuvo a unos pasos de ella, dejo la antorcha en la pared, acercándose de espacio hacia ella.
-Hell- su voz salió en un suave susurro mientras se detenía a su espalda.
Los sollozos dejaron de escucharse, y la silueta de Helaena en la cama comenzó a moverse, dándose la vuelta.
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Amor en guerra
FantasyAena targaryen era hija de Alicent, su lealtad tendría que estar con su familia pero con el tiempo está cambiará a la hora de enamorarse de uno de los negros