Ella es solo una niña, es mi niña

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--He dicho que no--respondió la reina con firmeza a la princesa quien acaba de hablar hace un momento.

--Aena aún es muy joven, no pienso casarla--

--Lo se su majestad, solo digo que aena y mi hijo jacaerys son muy unidos y creo que podrían ser un buen matrimonio. Se que aún ambos están muy jóvenes, pero podrían unirse en matrimonio cuando ambos tengan la edad-- Explico la princesa Rhaenyra. Había intentado hacer una alianza entre familia, proponiendo un matrimonio entre ambos jóvenes.

--Esposa, aena  es una niña si, pero si no es con jacaerys será con otro hombre con quién se casará-- Indico el rey, quien miraba a su esposa.

La reina miraba a su esposo. Ella negó y volvió a tomar asiento en su lugar mientras miraba sus manos entrelazada sobre la mesa.

--Aena en mi hija, no dejaré que la alejes de mi cazándola con unos de tus hijos, ¡ella es mi niña!-- dijo la reina, quien miraba a la princesa.

La mayor se levanta de su asiento y miro a todos los presentes en el pequeño salón --No quiero escuchar algo más al respecto de mi hija--

La mayor salió del pequeño salón antes de que alguien más pudiera decir algo al respecto.

La princesa Rhaenyra busco con la mirada a su padre, este solo la miro con pesar, apartado su mirada de su hija. La princesa entendió que no se volvería a hablar de eso y que el rey tomaría la palabra de su esposa.
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Si había algo que la reina le molestaba, era que alguien intentará quitarle eso a lo que tanto amaba, a sus hijas. La reina había comprometida a su hija Helaena con su hijo aegon, cuando está apenas tenía 13 días del nombre, y era algo de lo que se arrepentía, le había arrebatado la libertad a una de sus hija y no iba a cometer el mismo error con la otra.

A la reina le enfermaba el hecho de que la princesa si quiera pensará en casar a su hija con una de sus hijos, y estaba clara de que negaría esa propuesta, sin importar si el rey quería aceptarlo.
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Su majestad camino por los pasillos de la fortaleza roja, camino a los aposentos de su vástago menor, está abrió la puerta y pudo verla jugando junto a una de sus cuidadoras.

--Madre-- La pequeña se levantó del suelo y corrió hacia su madre, envolvió sus brazos en la pierna de la mayor.

La mayor miro a su pequeña hija y dejo un beso en la cabeza de la menor.

--Fuiste con Helena, ¿o no has ido a visitarla en sus aposentos?--

La menor asintió levemente mientras levantaba su vista hacia su madre.

--Pase la mañana con mi hermana, madre. Pero Helaena decidió salir a caminar por los jardines, así que yo me vine a mis aposentos-- Explico la menor a su madre.

La mayor asintió ante las palabras de su hija, conociendo que su hija mayor le gustaba pasar el tiempo fuera de sus aposentos buscando insectos.

--Madre, ¿Aceptarás la propuesta de mi hermana Rhaenyra?-- pregunto con inocencia a su madre.

La mayor miro con sorpresa a su pequeña hija--¿Como sabes eso, aena?--

--Mi hermana me preguntó que si me gustaría casarme con jacaerys, yo le respondí que debía preguntarte a ti o a padre--Explico la menor.

La reina miraba a su vástago menor, dejando una de sus manos en sus hombros y agachándose a su altura.

--Tu hermana solo quiere alejarte de mi, pero tú eres mi hija Aena, eres mía y nadie podrá alejarte de mi.--

El sol del amanecer iluminaba los aposentos de la joven Helaena quien entre sábanas en el suelo jugaba con insectos

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El sol del amanecer iluminaba los aposentos de la joven Helaena quien entre sábanas en el suelo jugaba con insectos. Aena la observaba desde el sillón, un tanto asqueada por los insectos en sus manos.

--Una oveja entre lobo, muerta estará-- murmuro la joven, mientras jugaba con el insecto en sus manos.

Anea miro a su hermana confundida por sus palabras, solía decir incoherencias y eso ciertamente le causaba gracia pero ¿Que quería decir con lo que acababa de decir?.

--No te dan asco esos insectos -- hablo la más joven mientras miraba el insecto en las manos de su hermana.

La mayor no respondió, solo se inmutó a mirar de reojo a su hermana antes de seguir sumergida en sus pensamientos.

--Sueles ser aburrida hermana-- dije desanimada la menor mientras se bajaba del sillón.

Miro al rededor de la habitación, buscando algo con lo que jugar o con lo que pudiera entretenerse; ahora que sus hermanos estaban entrenado y su madre le había prohibido rotundamente acercarse a los hijos de su media hermana, Aena tenía que pasar tiempo con su hermana, no era algo que le molestará pero  Helena solia  ser algo.. diferente a los demás y para aena era como estar sola cuando estaba con ella.

Aena se acercó a una de las ventanas de la habitación y la abrió. El frío viento indicada que podía llover, podía ver el patio de entrenamiento desde esa ventana y a sus hermanos también. Aena se recostó sobre la ventana, observando el sol ponerse, el sonido de los pájaros cantado y el sonido de las personas en el campo de entrenamiento. Aena podía sentir como el viento movía su cabello y el como el sol le daba a la cara.

Aena estaba concentrada mirando atraves de la ventana que no logro escuchar cuando alguien abría la puerta.

--Aena, alejate de ahí!-- grito asustada la reina, mientras corría hacia su vástago menor y la alejaba de la ventana.

--¿Estás loca? ¡Pudiste caerte por la ventana aena!-- la menor no entendía porque su madre la regañaba, según ella solo estaba mirando atraves de la ventana y no corría ningún riesgo.

--lo lamento madre-- la reina no pudo evitar abrazar a su hija, preocupada por lo que pudo haberle pasado.

--esta bien hija, solo.. mejor ve a jugar con tu hermana--

Aena miro a su madre y sonrió, antes de caminar hacia su hermana, la cual no había dejado de hacer lo mismo que hace rato atrás. La joven se sentó junto a su hermana; la reina miraba a sus dos hija juntas, a sus dos niñas.

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