Pescador¹

21 3 2
                                    

El sol brillaba en su máximo esplendor, las aguas tranquilas y claras dejaban ver a los peces que pasaban debajo del bote. Con alegría lanzaba su red al mar, con la esperanza de al menos tomar más de una docena de peces. Cuando subió la red y observo cómo está estaba llena de peces, una alegría inundaba todo su cuerpo.

Los peces se dejaban en una cubeta junto a el, dejando que con el pasar de las horas, cubetas tras cubetas se fueran acumulando a su alrededor.

Levantado su mirada podía observar a sus demás compañeras en sus propios botes, de los cinco que estaban ahí, el parecía ser el que tenía la mejor suerte con los peces. La alegria no le duro mucho cuando con el tiempo los peces que pasaban debajo de su bote dejaron de hacerlo, y la red que arrojaba al mar salía con menos de una docena.

El sol comenzó a bajar con lentitud, dejando en el cielo el color naranja representado el atardecer. Miro las cubetas repletas de peces a si alrededor, quitando la desilución que había tenido por un momento cuando los peces dejaron de aparecer.

-Es hora de volver a casa- murmuro para el mismo mientras caminaba hacia el timón.

El viento fresco golpeaba contra su rostro, haciendo que su cabello danzara de un lado a otro. El color naranja del cielo dejaba una vista agradable a los ojos, pero con los minutos ese color iba desaparecido poco a poco.

El mar estaba tranquilo, dejando ver sus aguas cristalinas. Quería llegar a su hogar y descansar, había sido una mañana bastante ocupada, lo único que el deseaba era llegar con su esposa e hija y comer de la deliciosa comida que lo esperaba en la mesa.

Dejo su barco en el muelle; el chillido de las gaviotas resonaba por todo el lugar. Bajo por la vieja tabla de madera hasta bajar del barco.

-Wellyn, amigo- dio suaves palpadas en el hombro del hombre junto a el.

Wellys miro a su amigo junto a el con una corta sonrisa, dándole un suave codazo en sus costillas.

-Casi me matas de un susto- dijo, soltado suaves risas.

El castaño rio divertido -Las cubetas con los peces están en la parte trasera, lleva a tus hombres para que las bajen y lleven mañana al mercado-

El hombre canoso asintió, dejando su costado para darse vuelta y caminar a una pequeña casa cercana.

Jhaor volvió su mirada al frente, caminado a través del puerto, cansado, deseando descansar.

El puerto estaba repleto de personas, en especial pecadores, algunos colegas de el. Las gaviotas paseaban como perros callejeros por el lugar, comiendo de la sobras que dejaban los pescadores en la basura.

Llevo una mano a su rostro, rascando su barba mientras observaba a un grupo de personas en un círculo, aunque no era de su importancia, la curiosidad le ganó, acercándose para ver qué era aquello que captaba la atención de tantas personas.

Se hizo pasar entre las personas, escuchando murmullos de los que estaba al medio de todos ellos. Sus ojos se abrieron con gran sorpresa al ver el cuerpo de un joven en el suelo.

-¿Está vivo?- pregunto una de las personas en la multitud que observaba.

-No lo sé- respondió aquel que lo había encontrado. Se agacho, tocando el cuerpo pálido y mojado del joven.

Pego su oído al pecho del niño, escuchando como su corazon a penas y latía -Esta vivo-

La alegria y alivio se extendió por los hombres que lo observaban.

El joven que había estado tirado e inconsciente, comenzó a toser y el agua escapaba de sus labios. Los hombres a su alrededor se asustaron, mirándolo sin saber que hacer.

Amor en guerra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora